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Un compromiso político con la emigración ecuatoriana

Los ecuatorianos en el exterior tendrán representantes directos en el Parlamento

ALBERTO ACOSTA

Ecuador vivió este domingo unas elecciones históricas. Había mucho en juego, especialmente para nuestros miles de migrantes afectados por esta crisis global. La búsqueda de un futuro mejor o la fuga de una situación insostenible siempre han constituido la explicación simplificada de los procesos migratorios. Por ello, cuando nos referimos al vínculo entre las migraciones y la actual crisis económica mundial, no lo hacemos con sorpresa.

Nos encontramos ante un proceso diferente tan sólo por las circunstancias que nos trae la 'globalización' y por las crecientes limitaciones que vienen imponiéndose a la libre circulación de personas en el mundo; personas inmigrantes que ahora, en medio de la crisis, son 'manejadas' como válvula de escape para tratar de proteger a la mayoría de los habitantes del país de acogida, en donde no hace mucho eran bienvenidos para elevar las tasas de rentabilidad del capital.

Las crisis socioeconómicas, e incluso políticas, y la búsqueda de un futuro mejor han estado en la raíz de los movimientos migratorios ecuatorianos. En Ecuador, históricamente, también ha sido así. En nuestros días, el proceso de 'revolución ciudadana', con todas sus limitaciones, está procurando transformar las estructuras del Ecuador.

La recientemente aprobada Constitución de Montecristi ha puesto las bases para un nuevo régimen de desarrollo, basado en el Buen Vivir, que evite esa huida forzosa y masiva de tantos ecuatorianas y ecuatorianos.

Todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades, incluyendo los extranjeros que viven en Ecuador. La nacionalidad ecuatoriana también es reconocida a las personas nacidas en el extranjero de padre o madre nacidos o naturalizados en el Ecuador, y a sus descendientes hasta el tercer grado de consanguinidad.

Nadie podrá ser discriminado por su condición migratoria. En un avance histórico sin precedentes se establece que no se identificará ni se considerará a ningún ser humano como ilegal por su condición migratoria. El Estado desarrollará todas las acciones necesarias para garantizar el ejercicio de los derechos de las personas ecuatorianas en el exterior, cualquiera sea su condición migratoria.

Con el afán de profundizar la democracia, todos los ecuatorianos gozan de todos los derechos políticos. Así, los ecuatorianos en el exterior, así como los extranjeros en el Ecuador, tienen esos mismos derechos en todo lo que les sea aplicable de acuerdo con la Constitución: elegir y ser elegidos, participar en los asuntos de interés público, presentar proyectos de iniciativa popular normativa, ser consultados, fiscalizar los actos del poder público, revocar el mandato que hayan conferido a las autoridades de elección popular, desempeñar empleos y funciones públicas, conformar partidos y movimientos políticos, afiliarse o desafiliarse libremente de ellos y participar en todas la decisiones que estos adopten.

El derecho al voto de los ecuatorianos en el exterior, se reconoce con el carácter de facultativo. Igualmente se establece que los ecuatorianos en el exterior tendrán representantes directos en el Parlamento, los mismos que, además del presidente de la República, fueron elegidos este domingo en diversas partes del mundo.

A partir de estos avances constitucionales en el ámbito de la movilidad humana, debe estructurarse una política migratoria integral. Nuestros compatriotas en el exterior no pueden ser vistos sólo como fuente de remesas, como quisieran algunos banqueros y empresarios sin escrúpulos. Tampoco son solamente votos, como pretenden los politiqueros. Reconocer el carácter de seres humanos de los migrantes define el contenido de una Constitución que hoy empieza a andar.

 

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