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Un conocido opositor bielorruso muere en extrañas circunstancias en prisión

Vitold Ashurok, miembro del Frente Popular de Bielorrusia, se sentía honrado por ser encarcelado sólo "por levantar la antorcha de la rebelión contra una dictadura".

Bielorrusia
Varios agentes detienen a un hombre en Bielorrusia tras una manifestación. AFP

El conocido opositor bielorruso Vitold Ashurok ha muerto en extrañas circunstancias en prisión, donde cumplía una condena de cinco años por participar en protestas antigubernamentales.

La causa exacta de la muerte de Ashurok, de 50 años, se desconoce, aunque algunos medios como el diario Nasha Niva hablan de ataque al corazón.

Ashurok, que hacía dos semanas que no había enviado cartas desde la prisión de Shklovsk (región de Moguiliov) donde cumplía condena, había sido declarado preso político del régimen de Alexandr Lukashenko, considerado el último dictador de Europa.

La líder de la oposición en el exilio, Svetlana Tijanóvskaya, colgó hoy un vídeo en Twitter en el que denuncia que "la gente no está solo sufriendo, sino murieron debido al régimen bielorruso".

Ashurok fue detenido el 9 de agosto de 2020, cuando se celebraron las fraudulentas elecciones presidenciales que dieron inicio a la mayor ola de protestas opositoras de la historia de la antigua república soviética.

Fue liberado y detenido de nuevo en septiembre por tomar parte en varias marchas antigubernamentales, tras lo que las autoridades incoaron contra él una causa penal.

El opositor fue condenado a principios de año en un juicio a puerta cerrada por participar en protestas no autorizadas y violencia contra un agente del orden.

"Mi conciencia está limpia. Ni mentí, ni robé, ni maté. Hice lo que consideré correcto, lo que mi postura cívica me dictaba. Era muy consciente de las consecuencias", dijo.

El opositor, miembro del Frente Popular de Bielorrusia y coordinador en la ciudad de Grodno del movimiento Por la Libertad, se sentía honrado por ser encarcelado sólo "por levantar la antorcha de la rebelión contra una dictadura".

Desde el estallido de las protestas multitudinarias, las fuerzas de seguridad han detenido a varias decenas de miles de personas e impuesto penas de cárcel a medio millar de activistas, manifestantes y periodistas.

En las últimas semanas la justicia bielorrusa condenó a varios opositores a entre 6,5 y 5,5 años de cárcel por organizar, participar en disturbios masivos o planear la toma de edificios gubernamentales antes de las presidenciales.

Hace unos días, también acusó formalmente a la encarcelada dirigente opositora María Kolésnikova de conspirar para tomar el poder, promover acciones contra la seguridad nacional, y crear y dirigir un grupo extremista, cargos por los que podría ser condenada a 12 años de prisión.

Esta misma semana, Lukashenko promulgó una ley de seguridad nacional que amplía las facultades de la Policía y otras fuerzas del Estado, que podrán utilizar armamento militar para reprimir desórdenes masivos.

Desde el estallido de la crisis, la oposición ha hecho varias ofertas de diálogo al régimen de Lukashenko, mientras éste respondía incluyendo a Tijanóvskaya y a otro líder opositor, el exministro de Cultura Pável Latushko, en la lista de terroristas elaborada por el KGB bielorruso.

Recientemente, Lukashenko acusó a EEUU de preparar un golpe de Estado contra su régimen, que incluiría su asesinato y el de sus hijos, lo que fue corroborado por el jefe del Kremlin, Vladímir Putin.

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