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La crisis hondureña mete a EEUU en un atolladero

La presión de Washington y la OEA no ha conseguido doblegar a Micheletti

ISABEL PIQUER

La crisis hondureña, aún sin resolver más de dos meses después del golpe de Estado, ha mostrado los límites de la acción diplomática conjunta de EEUU y la Organización de Estados Americanos (OEA), y sobre todo podría enfriar considerablemente la nueva política de apertura y diálogo del Gobierno de Barack Obama con sus vecinos del Sur.

Ante los escasos progresos y la falta de opciones, Washington busca ahora encajonar al Gobierno de Roberto Micheletti. El jueves, tras la entrevista que mantuvieron en Washington la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el depuesto presidente Manuel Zelaya, EEUU anunció que ampliaba sus sanciones económicas contra Honduras rescindiendo otros 30 millones de dólares en ayudas y que, de seguir así las cosas, no reconocería los resultados de las elecciones que Tegucigalpa tiene previsto celebrar el 29 de noviembre.

El anuncio ha provocado desconcierto dado que la intención de Washington parece ser salir del atolladero hondureño de la forma más airosa posible. El Departamento de Estado 'limita nuestras opciones y viola la primera ley de la diplomacia, la de eliminar una de las salidas que podría resolver esta crisis de forma natural', comentaba al Washington Post Eric Farnsworth, de la organización empresarial Council of the Americas.

El propio Óscar Arias también apuntaba hacia la solución electoral hace unos días, en declaraciones al diario brasileño Folha de Sao Paulo. El presidente costarricense afirmó que los comicios, pese a haber sido convocados por un régimen golpista, podían pacificar Honduras. 'Fue con (el dictador chileno Augusto) Pinochet que se realizaron elecciones (en Chile en 1989) y fue con regímenes dictatoriales en América Central que tuvimos elecciones', argumentó Arias.

El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, considera por el contrario 'fundamentales' las medidas anunciadas por Washington. Las elecciones 'difícilmente serán reconocidas si no ofrecen plenas garantías democráticas', afirmó Insulza.

Las disensiones muestran hasta qué punto la crisis hondureña va a tener consecuencias en el panorama diplomático centroamericano y sin duda enfriarán los esfuerzos del Gobierno de Obama en la zona.

'EEUU quiso participar de un esfuerzo colectivo', explica Peter Hakim, director del centro de análisis Inter-American Dialogue, 'pero al final no ha tenido el resultado esperado y muchos en Washington piensan que quizás hubiera sido mejor ir por libre'.

Ante el escaso éxito de la nueva estrategia de conciliación hacia sus vecinos del Sur, es bastante probable, pronostica Hakim, que Washington sea más prudente en sus futuras actuaciones en la zona, por ejemplo respecto a Cuba, que conlleva una carga política e ideológica mucho más grande.

El pasado cuenta. El historial intervencionista de EEUU juega en su contra y cada movimiento de Washington se interpreta como una interferencia al viejo estilo.

Además, Washington tiene en este momento asuntos más urgentes que tratar Irán, Afganistán, Irak donde realmente se juega su peso diplomático. Honduras es un episodio molesto pero no crucial ni para su política exterior ni para la seguridad en la región.

Hakim estima que la OEA quizás se precipitó. El ultimátum ha dejado a la organización sin alternativa en caso de que fracasará su mediación. 'No pensaron en un plan B y subestimaron la resistencia del Gobierno de Roberto Micheletti',aunque afirma, como balance positivo, que 'la carta democrática de la OEA nunca ha sido tan activa ni tan presente, y su actuación ha sido efectiva porque Tegucigalpa está totalmente aislada diplomáticamente y está pagando un precio económico muy alto'.

 

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