Este artículo se publicó hace 13 años.
Los cristianos de Egipto denuncian que la Junta Militar no les protege
El Gobierno provisional de Tantawi modifica la ley para incluir el delito de discriminación por religión
La comunidad cristiana copta de Egipto despidió ayer con escenas de profundo dolor e indignación a la mayoría de las víctimas que dejaron los enfrentamientos entre fuerzas del orden y manifestantes el pasado domingo en el centro de El Cairo. La catedral de San Marcos estaba llena a rebosar en unos funerales que presidió el papa Shenouda III y en los que numerosos asistentes profirieron gritos contra el estamento militar.
"El pueblo quiere la caída del mariscal!", fue uno de los lemas más populares que situaba en el blanco de la ira popular a Hussein Tantawi, el presidente de la Junta Militar, que asumió las riendas del país desde la caída del régimen de Hosni Mubarak en febrero pasado. "Tantawi, traidor, la sangre de los coptos no es barata", rezaba otra de las consignas que mejor describía el sentir de una comunidad que se siente atacada y vilipendiada por parte del Gobierno provisional y las fuerzas del orden.
Centenares de coptos volvieron ayer a enfrentarse a la Policía tirando piedras, aunque esta vez sin víctimas mortales, según Al Yazira.
Tanto el Ejecutivo como los principales partidos de la oposición celebraron ayer sendas reuniones de urgencia en un clima de emergencia nacional tras el más sangriento episodio de violencia desde la Revolución de febrero. En su evaluación de la situación, sólo coincidieron a la hora de apostar por mantener el calendario vigente, que prevé la celebración de la primera ronda de las elecciones legislativas el próximo 28 de noviembre.
En un intento de aplacar la ira de la comunidad cristiana, que representa aproximadamente un 10% de los 80 millones de habitantes de Egipto, el Gobierno presentó un plan para "legalizar la situación de los templos sin licencia", uno de los claros signos de discriminación que padecen los coptos y que se encuentra en el origen de los incidentes. Asimismo, el Gobierno decidió modificar el código penal para añadir un delito de discriminación por "sexo, origen, lengua y religión".
Por su parte, los principales partidos de la oposición celebraron una agitada reunión que concluyó sin haber llegado a ningún acuerdo. En la rueda de prensa posterior, los líderes opositores alertaron de que el país está al borde de la "catástrofe", y culparon a la Junta Militar de ser incapaz de proteger a la población.
"Estamos a las puertas de una gran confrontación y no sólo en [el barrio de] Maspero, sino en todo Egipto", advirtió Amr Musa, ex secretario general de La Liga Árabe y uno de los grandes favoritos a convertirse en el próximo presidente del país.
Un día después, un halo de confusión continua envolviendo los disturbios. Ni tan siquiera existe aún un consenso sobre el número de víctimas entre las diversas fuentes oficiales, pues oscila entre los 24 y 28 muertos. En las últimas horas ha cogido fuerza un rumor entre la comunidad copta que cifra los muertos en 50, y existen testigos que aseguran haber visto a soldados lanzar varios cadáveres al Nilo. Tampoco se sabe a ciencia cierta cuántos muertos son cristianos y cuántos pertenecen a las Fuerzas de Seguridad.
Para tratar de esclarecer los hechos, el Gobierno de Tantawi anunció ayer la formación de un comité para investigar los "lamentables sucesos", y prometió informar con celeridad de sus resultados.
InvestigaciónPor su parte, la Fiscalía inició ayer también sus pesquisas, según anunció el ministro de Justicia, Mohamed al-Guindy.
De momento se han iniciado los interrogatorios a la veintena de personas que fueron arrestadas el domingo en el centro de la ciudad, si bien aún no se sabe si serán juzgadas en un tribunal civil o militar, ya que el Ejército también piensa iniciar una investigación. Además, se está a la espera de acordar con las familias de los fallecidos la conducción de las correspondientes autopsias.
La legitimidad y credibilidad de los militares se ha visto erosionada, pues muchos ciudadanos sospechan que la Junta instiga el caos para evitar entregar el poder a un Gobierno civil. El primer ministro, Essam Sharaf, atribuyó los sucesos a una "conspiración extranjera", un recurso habitual para desacreditar a la oposición.
La Iglesia copta, que decretó tres días de ayuno como muestra de duelo, condenó con dureza la actuación del Ejército por haber agredido brutalmente a los manifestantes. Asimismo, también censuró a aquellos "que difundieron falsas informaciones" sobre presuntos disparos de los coptos contra el Ejército, una clara referencia a la televisión pública, que en su cobertura de los incidentes llamó a la población a "defender al Ejército de los cristianos", lo que provocó que se sumaran a la gresca grupos de islamistas radicales.
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