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La derecha se prepara para una debacle

Incluso para su partido, la candidatura de Sarkozy es una apuesta perdedora

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"Ni contigo, ni sin ti", dicho popular castellano y título de copla, bien pudiera ser el eslogan de campaña de la derecha francesa si fuera hoy a unas elecciones presidenciales. Porque, al ser demasiado tarde, ya no puede desembarazarse de la figura de Nicolas Sarkozy, y de todas formas, en la tradición de la Quinta República, es un tabú absoluto poner en duda oficialmente la candidatura a la reelección de un presidente en ejercicio. Al mismo tiempo, decenas de notables derechistas han confesado ya en privado que, con Sarkozy como jefe, van al matadero en 2012.

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Innumerables han sido, a lo largo de los últimos diez días las portadas de los principales semanarios con una frase: Fin de Règne. Quiere decir "Fin de Reinado", claro, pero en esta vieja República se la suele aplicar a los últimos momentos de un presidente electo, el momento en que ya sus filas se disuelven cual ejército derrotado, y todo son reproches.

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Las primarias socialistas han sido un nuevo golpe para el presidente

Para varios líderes de izquierdas, Sarkozy está, no tanto en el fin de su reinado, como en el "Fin de Régimen". Estos dirigentes aspiran a una "Sexta República", según el socialista Arnaud Montebourg, o a una "Revolución Ciudadana", según el alterglobalista Jean-Luc Mélenchon.

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El primer golpe quizá definitivo a Sarkozy vino hace dos semanas, con la histórica victoria de la izquierda en unas elecciones parciales al Senado, y el segundo están siendo las actuales "primarias ciudadanas". Pero el proceso de debilitamiento de Nicolas Sarkozy viene de muchísimo más lejos. Una huelga dura de ferroviarios, con Sarkozy recién elegido en otoño de 2007, demostró que pese a sus alardes verbales, el nuevo e impetuoso presidente de "la ruptura" no lograba romper el modelo social francés.

En Francia, la calle ha vetado planes de austeridad como el de España

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En 2009, llegó el turno de movilizaciones con cuatro millones de ciudadanos en la calle, que plantaron una baliza inamovible: ningún plan de austeridad declarado o encubierto, de la talla de los de Grecia, Gran Bretaña, Alemania, España e Italia, fue posible en este país. Octubre de 2010 fue la batalla máxima: tres semanas de huelgas y manifestaciones dejaron el plan global de recorte de pensiones hecho trizas, y convertido en una hipótesis aplicable plenamente sólo en 2016 y 2023.

En paralelo, la sombra de los escándalos político-finacieros ha ido cercando al presidente cada vez más: caso Príncipe Jean (octubre de 2009), por el intento de enchufismo de su hijo en un puesto suculento; caso Bettencourt (la heredera del imperio L'Oréal, en junio de 2010); y caso atentado de Karachi, en el que murieron 11 franceses, en curso actualmente. Un Sarkozy cada vez más semejante a Chirac ha ido perdiendo elección intermedia tras elección intermedia: las municipales en 2008, las regionales en 2010, las departamentales en 2011 y, catástrofe mayúscula, el Senado hace dos semanas.

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¿Qué le pasa al otrora campeón de la derecha? El más claro al respecto ha sido el senador, ex primer ministro y figura tutelar de la derecha, Jean-Pierre Raffarin. "Hemos pagado al contado el giro jacobino del Ejecutivo" y Nicolas Sarkozy debe "reanudar un diálogo auténtico con los territorios de Francia y las fuerzas vivas enraizadas", explicaba al diario Le Figaro. Y concluía: "Hace falta un Sarkozy nuevo", que debe "ser portador de la ruptura de la ruptura".

"Hemos pagado el giro jacobino del Ejecutivo", lamenta el barón' Raffarin

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A un presidente al que se le plantea cada vez más la tentación de efectuar una campaña-relámpago declarada sólo a última hora, y hecha de puro marketing y de publicidad rosa gracias al inminente bebé Sarkozy-Bruni, Raffarin advierte: "Vamos a asistir a las elecciones con menos marketing de nuestra Historia, porque lo que está en juego en 2012 es la supervivencia del destino francés".

Los simpatizantes de la derecha ya han indicado en varios sondeos que prefieren al canciller Alain Juppé como candidato presidencial. Un último sondeo señala, a las claras, que el centro votaría en 2012 por Juppé, pero no por Sarkozy.

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Entre tanto, Sarkozy se enroca en su presidencia del G-20, de la que espera una proyección mundial que no llega. Ya quemó el cartucho de Libia, sin resultados.

El martes, no obstante, Sarkozy visitará la Creuse, en pleno centro de la Francia más despoblada, para hablar de "ruralidad". Sin duda, ha escuchado el mensaje de Raffarin sobre "reanudar el diálogo con los territorios". Pero ¿los franceses todavía lo escuchan a él?

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