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La desconocida realidad de la mutilación genital femenina en América Latina

A pesar de los esfuerzos de la ONU por erradicarla, la ablación genital todavía se
realiza a dos de cada cinco bebés emberás chamís, población indígena que
vive en Colombia y en algunas zonas de Ecuador y Panamá.

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Foto cedida por Unicef de una mujer que practicaba la ablación genital en Deafar (Etiopía). - EFE

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“A mi me hicieron la curación, pero a mi hija ya no”. Quien habla es una joven indígena emberá chamí que amamanta su bebé sentada frente a una casa de madera. Curación es el termino con que las mujeres emberás, población que habita en Colombia y en algunas zonas del este de Panamá y el noroeste de Ecuador, describen la ablación, o mutilación genital.

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Ahora hay cuatro parteras en Santa Rita, una pequeña población junto al río Agüita, en Colombia. Desde allí, durante casi toda su vida, María Lina ha recorrido las montañas de la tierra caliente risaraldense bajo el sol, o la lluvia, o de noche para atender un total de 56 partos. Se desplazó hasta las casas más aisladas, a veces tras caminar más de seis horas. Asegura que nunca practicó la curación a ninguna niña, que eso sólo se hacía en tiempos de su abuela.

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En las comunidades emberás chamís, la mutilación genital se realiza en el momento del nacimiento de la niña. Se considera necesaria para que las menores no se vuelvan "sexualmente promiscuas"

En realidad, en las comunidades emberás chamís, la mutilación genital se realiza en el momento del nacimiento de la niña. Se considera necesaria para que las menores no se vuelvan "sexualmente promiscuas". Se practica también porque se cree que si no se corta, el clítoris podría crecer hasta alcanzar el tamaño de un pene, provocando el deseo de acostarse con otras mujeres. Además, para los hombres emberás chamís, una mujer tiene que haber sido ser curada para que sea considerada deseable.

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“Es una practica tan intima que tal vez se está dando en otras comunidades de América Latina sin que lo sepamos”

“Es una practica tan intima que tal vez se está dando en otras comunidades de América Latina sin que lo sepamos”, afirma Vivian Martínez Díaz, doctora en Antropología por la Universidad de los Andes. “A nivel político y ético hay que tratar el tema de la ablación con cuidado. Las instituciones y las ONG la consideran una practica aberrante. Es cierto, lo es, pero esto no tiene que llevar a decir que las costumbres de los emberás son salvajes y violentas, como hicieron muchos medios”.  La profesora recuerda también las dificultades que existen al intentar armonizar el derecho a la autonomía de los pueblos indígenas con la intervención del Estado sobre ciertas materias.

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En 2007, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), de acuerdo con el CRIR, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y el Defensor del Pueblo, lanzó un proyecto con la intención de eliminar la ablación genital en Colombia. “El proyecto Embera-Wera llegó de manera directa a aproximadamente 5.000 personas y consiguió tener el apoyo de las autoridades en el combate contra la mutilación genital femenina. Pero es importante tener en cuenta que la transformación de esta practica es un proceso de muchos años, de generaciones”, explica Dana Barón Romero, consultora sobre Género, Derechos e Interculturalidad del UNFPA. “Según un calculo hecho por los mismos emberás, en sus comunidades aún se realiza la mutilación genital a dos de cada cinco mujeres recién nacidas”.

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