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El último dictador de Europa se aferra al poder en Minsk

El presidente bielorruso Lukashenko ganará' su cuarto mandato en las elecciones de hoy

NÉSTOR TAZUECO

No cabe duda de que Alexander Lukashenko ganará hoy en las urnas su cuarto mandato presidencial en Bielorrusia, una vez que ha conseguido hace sólo una semana renovar el vital acuerdo con Rusia para el suministro de petróleo al país y convencer al Kremlin de que pusiera fin a meses de campaña mediática rusa denunciando los abusos, arbitrariedad y enriquecimiento personal del último dictador de Europa. Sin embargo, esa nueva victoria anunciada tras la de 2006, en la que se atribuyó el 80% de los votos gracias a un fraude masivo que le costó el aislamiento internacional no podrá ocultar los terribles apuros económicos y sociales por los que pasa su régimen, mientras su popularidad se desploma en los sondeos.

Según el diagnóstico de Andrei Sannikaua, uno de los líderes de la oposición, 'no es necesario ser un profeta para ver que el Gobierno dictatorial de Lukashenko está en decadencia'. Para Alexander Milinkevich,principal adversario político de Lukashenko, la libertad está cerca: 'Vamos a ser independientes y un país europeo democrático. Quiero que formemos parte de la UE y en Bielorrusia hay mucha gente como yo que quiere una vida libre y democrática. Para nosotros la palabra libertad significa mucho'.

Su red de corrupción y contrabando le reporta beneficios anuales de 8 o 10 millones de dólares

Pero ese sueño seguramente tendrá que esperar, porque Lukashenko ha desplegado una febril campaña electoral, monopolizando los medios de comunicación, para contrarrestar su creciente impopularidad y asegurarse otro triunfo electoral fraudulento. Mientras el pasado mes de abril tan sólo el 10,5% se declaraba contrario al dictador, cuatro meses después era ya el 12,1%. 'Es el resultado de las dificultades económicas que los bielorrusos están percibiendo y de la fatiga de una sociedad cada vez más hastiada', explica el politólogo bielorruso Alexander Klaskouski.

Las encuestas coincidieron con el fin de la emisión en Rusia de la devastadora película El Padrino a la bielorrusa, emitida en tres episodios, realizada sobre Lukashenko. La cadena NTV presenta en ella al presidente como una persona absolutamente hambrienta de poder, un psicópata enriquecido gracias a la corrupción (se calcula que obtiene beneficios de entre 8 y 10 millones de dólares anuales) y con decenas de amantes y dos hijos ilegítimos. La cinta está basada en la investigación de corrupción entre funcionarios de alto rango dirigida por Vyacheslav Dudkin, ex jefe del departamento de lucha contra la corrupción del Ministerio de Interior.

Dudkin habla de una gigantesca red de contrabando de bienes desde el oeste de Rusia que está controlado por los funcionarios de Bielorrusia. Entre ellos, menciona al ex jefe del KGB Sucharenke Sciapana y al ex responsable de la Administración Presidencial, Viktar Sheiman, a los que describe como meros secuaces del clan Lukashenko, encabezado por el propio Alexander y su hijo Viktor.

Rusia produjo y emitió una película titulada El padrino a la bielorrusa' sobre Lukashenko

La película también incide en la enfermedad mental que se le descubrió al dictador mientras estaba en el ejército. El diagnóstico, 'psicopatía moderada con predominio de alteraciones paranoides de la personalidad', fue confirmado hace una década por un psiquiatra que actualmente se oculta bajo un nombre falso. 'Para la sociedad bielorrusa alrededor del 40% de la población vio la película a través de internet o del satélite es una información impactante, y más cuando su fuente es la televisión rusa. Si fuera de un país europeo o de EEUU sería vista como un vulgar intento por desacreditarle, pero viniendo de Rusia creo que puede aumentar la oposición al presidente', dijo al diario polaco Gazeta Wyborcza el antiguo Ministro de Asuntos Exteriores de Bielorrusia, Andrej Sannikau.

El proyecto para la fusión de Rusia y Bielorrusia con el fin de crear un Estado unificado sobre las cenizas de la Unión Soviética se desvanece apenas medio año después de haber sido firmado. 'El tratado responde a los intereses de ambos gobiernos y de sus pueblos de vivir y trabajar juntos por el bien común', declaró el 26 de enero de 2010 el entonces presidente de Rusia, Vladímir Putin. Pero Lukashenko fue todavía más lejos al afirmar que la Unión Rusia-Bielorrusia sería 'la primera etapa del proceso natural para el resurgimiento de un gran país que hace años fue desmantelado', en alusión a la extinta URSS.

'Secretos muy interesantes'

El drástico deterioro de las relaciones entre ambos estados comenzó cuando el Kremlin decidió retirar su apoyo económico al régimen de Lukashenko. Moscú había solicitado a cambio de rebajas en la exportación de sus recursos energéticos a Bielorrusia la participación de empresas rusas en la privatización de las empresas de este país; petición que fue rechazada. Por ello, el asistente personal del presidente ruso Dmitri Medvedev, Sergei Prichodzko, amenazó con difundir secretos 'muy interesantes para la opinión pública bielorrusa e internacional'.

Este distanciamiento entre Moscú y Minsk está siendo favorecido por otros dos frentes de presión contra Lukashenko. Por un lado, la tradicional política de aislamiento polaca, que está siendo continuada por su nuevo presidente, Bronislaw Komorowski, y por otro, la llegada a la presidencia del Parlamento Europeo del también polaco JerzyBuzek, que ha acabado con la tradicional permisividad que desde Bruselas se mantenía con Bielorrusia.

Lukashenko ha encontrado en la minoría polaca que reside en Bielorrusia un fantasma interior sobre el que descargar sus manías persecutorias. Centenares de arrestos, la ilegalización de la Unión de los Polacos en Bielorrusia y la persecución de sus líderes, como Anjelika Boris, entre otras, han sido las armas empleadas para tratar de debilitar al medio millón de polacos residentes en el país (en algunos territorios fronterizos representan cerca del 80% de la población). Una minoría que bien organizada podría suponer un fuerte foco de presión en el país que Lukashenko trata de impedir con todos sus medios.

Como el principal líder de la oposición, Alexander Milinkevich, explicó ante el Parlamento polaco tras la detención de decenas de miembros de la Unión de los Polacos en Bielorrusia, 'el régimen de Minsk lucha contra ellos porque es 'una organización no gubernamental muy poderosa que se creó desde abajo hacia arriba y no a instancias del poder' que ostenta Lukashenko.

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