Este artículo se publicó hace 14 años.
Dilma hereda de Lula una gran potencia en ascenso
Brasil ya está entre las diez mayores economías del mundo y puede acabar la década entre las cinco primeras. El presidente logró protagonismo internacional con una diplomacia muy activa
Dilma Rousseff se pondrá este 1 de enero al frente de un país que poco tiene que ver, en su imagen y peso internacional, con el que se encontró su mentor y predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva. Nadie pone en duda que Brasil será un actor económico global de primer orden en el siglo XXI: ya está entre las diez primeras economías del mundo y podría acabar la década entre las cinco primeras. Como tal, Brasilia aspira a alcanzar una importancia política y diplomática acorde con ese nuevo escenario internacional.
Con una diplomacia muy activa, sobre todo en su segundo mandato, Lula consiguió para Brasil "un protagonismo que nunca tuvo y sentó las bases para que el país sea un actor importante en esta primera mitad del siglo XXI", apunta Rafael Duarte Villa, director del Centro de Investigaciones Internacionales de la Universidad de São Paulo (USP).
La estrategia de Itamaraty (el Ministerio de Exteriores) ha pasado por "retomar una tradición de mayor autonomía, recuperando la identidad que había perdido en los noventa", en palabras de Duarte.
Derrota en la ONU"El eje de la hegemonía internacional está cambiando, se está deslocalizando, y existe un juego entre las fuerzas que quieren entrar en el tablero y los que quieren mantenerlas en el segundo plano", explica Floriano Marques, profesor de Derecho Público en la USP.
En efecto, Lula sufrió algunas derrotas en el ámbito de las organizaciones internacionales, como en su intento por reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, en donde aspira sin duda a obtener un puesto permanente, pero ha enviado un claro mensaje a la comunidad internacional: su apuesta por el multilateralismo.
La otra gran línea estratégica de Itamaraty ha sido profundizar los lazos con el resto de América Latina, ante la que se ha presentado como un país preparado para mediar en los conflictos que surjan en la región.
La intervención de Lula en la crisis de Honduras rompió el ‘status quo’ de EEUU
Brasil sorprendió a todos con su intervención en Honduras, cuando el presidente depuesto por el golpe de Estado, Manuel Zelaya, que había sido sacado del país, apareció de pronto en la embajada brasileña en Tegucigalpa. Brasil quiso así forzar unas negociaciones para devolver a Zelaya a su puesto. No lo logró, pero la iniciativa alteró el status quo por el que Washington mantiene su área de influencia en Centroamérica al tiempo que respeta el rol de Brasilia en Suramérica. "La pregunta es si la clase política que sustituya a Lula estará dispuesta a pagar el coste político de una disputa con EEUU", apunta Duarte.
De momento, Brasil no parece dispuesto a dejarle la iniciativa a Washington en lo que tiene que ver con la seguridad. Por primera vez, y a iniciativa de Lula, se ha introducido la cuestión militar en el proceso de integración regional, con la creación de un Consejo Suramericano de Defensa en el seno de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur), que, pese a estar todavía en ciernes -ni siquiera ha sido ratificada por los parlamentos de varios países- ha ejercido ya un notable protagonismo.
En 2008, el mismo año de su creación, Unasur canalizó el descontento de los países suramericanos ante el acuerdo para el uso por EEUU de bases militares en Colombia.
"Brasil ha mostrado que está dispuesto a invertir en una política más autónoma de seguridad y defensa para la región", sostiene Duarte.
Condiciones de liderazgo"Ahora hay más aceptación en torno al hecho de que Brasil es el único país con condiciones políticas y económicas para ejercer ese liderazgo. Argentina está debilitada económicamente, Venezuela no genera consenso y México alienó sus posibilidades por una relación viciada con Estados Unidos", resume el experto.
En cuanto al proceso de integración regional más importante de la región, el Mercosur -que reúne a Uruguay, Paraguay, Argentina y Brasil-, los avances han sido menores. "El problema es que, tanto con Lula como con su predecesor, Fernando Henrique Cardoso.
Brasil ha apostado por una política más autónoma de seguridad y defensaBrasil no ha dejado claro qué tipo de integración quiere, si meramente económica, al estilo del ALCA que propuso EEUU, o un proyecto más profundo, orientado a una integración más política", explica el profesor Duarte. En su opinión, Brasil se resiste a poner límites a su libertad de acción en otros mercados, como el europeo y el estadounidense.
La política exterior de Lula ha sido más continuista de lo que suele reflejar la prensa conservadora. "Ha sido más pragmática que ideológica", resume el docente. Se criticó a Lula por la tibieza de sus críticas al régimen castrista, cuando, en realidad, su posición no fue tan distinta de la mantenida por Fernando Henrique Cardoso, a saber: la defensa de los derechos humanos no justifica la injerencia en los asuntos internos de los estados.
¿Y después de Lula? "La nueva presidenta heredará un reconocimiento internacional que le dará autoridad", concluye Duarte, "pero tal vez no haya tanto activismo".
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