Este artículo se publicó hace 14 años.
Disturbios en Costa de Marfil tras los comicios
Gabgbo y Ouattara se enfrentarán en una segunda vuelta
"Nos han robado la voz, nos han despojado de votos", grita una mujer mayor. Alrededor, decenas de simpatizantes de Henri Konan Bédié saltan, gritan o discuten entre ellos, indignados por lo que consideran una injusticia. Su hombre se quedó fuera de la segunda vuelta, en la que se decidirá el futuro presidente de Costa de Marfil entre el presidente saliente, Laurent Gbagbo, en el poder desde el año 2000, y el opositor Alassane Ouattara. Aunque los manifestantes pretenden bloquearla.
Entre el desorden, hombres con traje y jóvenes sin camiseta, un grupo cierra la calle. Un enorme cartel de su líder forma la primera barrera, la segunda es de ladrillos y piedras. Una expresión recurrente va salpicando: "¡Estamos cansados!". Unos la pronuncian con rabia; otros, con resignación.
"En 2000 [Gbagbo], se hizo con la presidencia; en 2005, aunque se le terminó el mandato, se quedó en ella... El poder le ha caído del cielo y ahora pretende permanecer con lo que no le pertenece", dice Stéphane, de las juventudes del partido de Bédié. Los gendarmes desvían el tráfico que baja por la calle principal del barrio de Cocody que los partisanos han tomado. Llegan los militares y, más tarde, un vehículo de Naciones Unidas. La masa grita: "¡Bé-di-é!"
En Cocody, muchos comercios permanecieron ayer cerrados. Incluso en el puerto de Treichville, termómetro de la respiración de Abdiyán, la capital económica de Costa Marfil, el ajetreo quedó amortiguado. Pocos mercaderes descargaban pescado. El Plateau, el centro financiero, también quedó fantasma, incluso los tertulianos de La Sorbonne, el espacio de discusión política de los seguidores de Gbagbo, no se reunieron.
Alianzas políticasLa Comisión Electoral Independiente estuvo dando resultados de la primera vuelta presidencial, celebrada el pasado domingo, desde del martes por la noche, pero el goteo se alargó hasta la madrugada de ayer. El actual presidente contra el que gritan los seguidores de Bédié, Laurent Gbagbo, quedó a la cabeza con un 38,3% de los votos, aunque tendrá que acudir a una segunda vuelta para imponerse a su rival Ouattara (32,08%), criticado por sus opositores por sus orígenes extranjeros.
La distancia entre sus resultados es escasa y la alianza del partido de Ouattara con el grupo de Bédié que consiguió 25,24% da esperanzas para los suyos. Si logran juntar sus votos, las matemáticas les auguran el poder. El domingo, 5,7 millones de marfileños votaban por primera vez desde 2000 con la esperanza de acabar con diez años de guerra civil.
El martes por la noche, un grupo de militantes de Gbagbo, en Adjamé, bebía cerveza en un maquis (bar local). A la pregunta de qué pasaría si perdiera Gbagbo, su respuesta fue: "Imposible. No puede ser". Y uno de ellos soltó una broma que se mueve entre ciertos círculos de radicales: "Ya tenemos preparados los machetes". Es este tipo de humor el que no hace gracia a los ciudadanos que, prudentes, no se deciden a retomar sus actividades.
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