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El drama sin fin de los refugiados sirios

Líbano, principal país de acogida, aumenta sus medidas restrictivas. Según las previsiones de la ONU, el número
de exiliados que huyen de la guerra en Siria llegará a representar un tercio de la población total libanesa

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Refugiados sirios esperan a ser registrados antes de poder acceder a Líbano. - AFP

BEIRUT.- La guerra que lleva azotando a Siria desde principios del año 2011 ha empujado al exilio a unos cuatro millones de personas, según datos de la ONU. La mayoría se ha instalado en países vecinos como Jordania, Líbano o Turquía. Una vez lejos del conflicto, se enfrentan a otro no menos duro: sobrevivir en condiciones que a veces alcanzan la pura miseria.

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La guerra en Siria está afectando gravemente a Líbano, histórico país de acogida, y a su economía

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El caso de la familia de Mouna es uno de tantos. Huyeron a un país histórico de acogida, pero que ahora ha impuesto una serie de medidas restrictivas. La guerra en Siria está afectando gravemente a Líbano y a su economía. Según las previsiones de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el número de refugiados sirios en territorio libanés podría llegar al millón y medio. La cifra equivaldría a la tercera parte de la población local y agravaría una crisis humanitaria ya de por sí preocupante ante la falta de recursos.

En 1990 terminó la guerra civil libanesa (1975-1990) que fragmentó al país en territorios controlados por diferentes fracciones rivales. Un acuerdo con la Liga Árabe permitió a Siria desplegar a parte de su ejército en Líbano para mediar y poner fin al conflicto que duraba ya más de 15 años. Pero lo que pretendía ser una misión de ayuda se convirtió en el control militar y político de Líbano por parte de Damasco.

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"No hay sitio para todos. Nuestro país tiene muchos problemas internos,
no podemos afrontar
también la guerra de Siria"

En 2005, con el asesinato del primer ministro libanés Rafik Hariri, del que muchos culparon al gobierno sirio, los libaneses salieron a la calle en una manifestación masiva exigiendo el fin de la ocupación.  "Los sirios hicieron cosas terribles aquí. Lo que la gente no entiende, es que los que ahora escapan de la guerra no son culpables de lo que pasó. Pero aún así, no hay sitio para todos. Nuestro país tiene muchos problemas internos, no podemos afrontar también la guerra de Siria", dice Jad, un joven libanés estudiante de marketing y relaciones públicas en la universidad AUST de Beirut.

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Dos niños pasan junto a los restos de campo de refugiados sirios e Líbano destruido por un incendio. Al menos seis personas murieron. - REUTERS

Obligados a instalarse en Chatila, un mundo aparte dentro de Beirut, donde en 1982 murieron 1.500 personas en dos días masacradas por las Falanges Libanesas, ayudadas por el Ejercito israelí, durante la guerra civil en Líbano. Tienen prohibido trabajar fuera del campo, están marginados del sector público y a veces del privado por la legislación libanesa. Esto les obliga a aceptar condiciones laborales verdaderamente indignas. La miseria se respira en todos los rincones.

"En Siria mis hijos iban al colegio, que era gratuito. Aquí no podemos permitírnoslo. Mis niños no van no van a recibir ninguna educación,
y no puedo hacer nada"

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De vez en cuando Alá viaja junto a su madre, Mariam, a Siria para que la examinen en el médico. En Líbano no pueden permitirse el tratamiento de la niña, no existe la sanidad pública. Los recuerdos de Shiriaa, el lugar del que provienen, son difíciles. "Cada dos por tres huíamos hacia los pueblos de los alrededores. Las bombas arrasaban con todo. Allí dormíamos en casas de la gente que nos acogía", cuenta Mariam.

"Sólo los ignorantes hacen diferencias entre musulmanes y cristianos. Siempre hemos sido como hermanos. El fanatismo es estúpido"

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Pero ahora las cosas en Líbano son distintas para él y su familia. Sobreviven gracias a las ayudas que reciben de ONG internacionales. Son muchas las organizaciones que están trabajando por sacar adelante a la población siria en Líbano, pero no son ni mucho menos, suficientes.

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