MADRID.- El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha reiterado este viernes que durante su etapa como alcalde de Davao mató al menos a tres presuntos delincuentes y ha defendido que con ello no incurrió en ningún crimen porque su actuación estaba justificada.

Duterte reveló el lunes por la noche, durante un foro empresarial, que como mandatario local mató "personalmente" a tres sospechosos para demostrar a la Policía que podía hacerlo, y que solía patrullar las calles con su moto en busca de delincuentes a los que ajusticiar.

Desde Singapur, donde está de visita oficial, se ha ratificado en sus palabras y ha dado detalles. "Maté a tres personas. No sé cuántas balas de mi pistola entraron en sus cuerpos", ha dicho. Según su versión eran tres secuestradores que habían amenazado con ejecutar a sus rehenes. Duterte ha explicado a la prensa que confiesa este incidente para demostrar su sinceridad. "Ocurrió y no miento sobre ello", ha destacado. "Pero matar a gente arrodillada con las manos atadas a la espalda, eso es mentira", ha asegurado, según informa The PhilStar.

Organizaciones de defensa de los Derechos Humanos han expresado su preocupación por las miles de muertes violentas que se han producido en el marco de la guerra contra las drogas puesta en marcha por el Gobierno filipino. Los defensores de Derechos Humanos alertan de que las fuerzas de seguridad filipinas podrían haber cometido ejecuciones extrajudiciales, pero Duterte lo ha negado, atribuyendo estas acusaciones a la injerencia extranjera.

"No es genocidio, ni un crimen", ha sostenido Duterte, incidiendo incluso en que estas actuaciones no recaen en la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional. "Si estamos luchando contra drogadictos y narcotraficantes, podemos ir tan lejos como queramos", ha afirmado. Además, ha aprovechado para recordar a Estados Unidos que deberá abandonar sus bases permanentes en Filipinas."Preparaos para iros (...) No os necesitamos", ha sostenido, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias Reuters.