EEUU refuerza sus lazos con India y Vietnam, y apuesta por un contrapeso asiático ante China
Washington teje una telaraña de alianzas en torno a China aprovechando su actual debilidad económica y la inquietud provocada por la arrogancia militar de Pekín en Asia.
Madrid-
La gira asiática del presidente Joe Biden, en el marco de la cumbre del G20 en India y su posterior visita a Vietnam, se ha saldado con importantes avances en la apuesta de Estados Unidos por contrarrestar el peso de China en Asia, al menos en el ámbito económico.
Sin embargo, la diplomacia de EEUU debe hacer filigranas con esos dos países, que en ningún momento pretenden alinearse con la estrategia exterior de Washington de erosionar a sus grandes rivales, en concreto a China y Rusia. Porque en un futuro tanto India como Vietnam podrían ser contrincantes de Estados Unidos en la región de Asia-Pacífico.
Washington considera que la guerra de Ucrania ha desplazado a Rusia de la arena internacional y que la crisis que sufre China la está encapsulando económicamente dentro de sus fronteras, a la vez que promueve su militarismo en la región. La realidad es más compleja. India y Vietnam conocen las intenciones hegemónicas de EEUU y no quieren inquietar a China o a Rusia más de lo necesario. Simplemente, optan por el pragmatismo económico.
Ya la sólida alianza "defensiva" forjada por Washington con Japón y Corea del Sur, en la cumbre celebrada en Camp David el agosto pasado, levanta numerosos recelos en sus vecinos asiáticos. Sin embargo, no parece que vayan a seguir esa senda países como India o Vietnam, con sólidos lazos con los contrincantes de Estados Unidos en Asia (China y Rusia) que no se disolverán de la noche a la mañana.
Rusia sigue siendo el principal proveedor de armamento de India y uno de sus principales suministradores de petróleo y gas, y China tiene un peso en Asia que, aunque marcado por disputas territoriales, ni Hanói ni Nueva Delhi están dispuestas de momento a desafiar. Eso sí, los negocios son los negocios.
Sin Xi en el G20, Biden aprovecha su oportunidad
En todo caso, la ausencia del presidente chino, Xi Jinping, y de su homólogo ruso, Vladímir Putin, de la cumbre que este pasado fin de semana celebró el G20 en Nueva Delhi le dio a Biden la oportunidad para mostrar que EE.UU. pretende ser una opción a ambos países en Asia.
Putin es requerido por la justicia internacional por presuntos crímenes de guerra en Ucrania y ello justificó su ausencia de la cumbre. El caso de Xi es más complicado, pero podría obedecer a una llamada de atención de China a la preponderancia occidental en el G20 y al intento de Pekín de construir un nuevo sistema internacional de fuerzas orquestado en torno al llamado "Sur Global" de naciones emergentes y no alineadas con EE.UU. y sus aliados europeos y asiáticos.
La cumbre del G20, un fiasco oficial y entre bastidores un éxito
De hecho, la cumbre del G20 se saldó con el fracaso occidental a la hora de buscar una clara condena de Rusia. La declaración final no logró que los participantes cerraran filas contra Rusia y su invasión de Ucrania, y todo quedó en unas generalidades en las conclusiones que fueron aplaudidas incluso por los rusos.
Ucrania manifestó su enfado, pero ni siquiera su principal aliado contra Rusia, EEUU, prestó atención a tales sofocos. Washington estaba más pendiente de mostrar su músculo diplomático y en lograr, al margen de la cumbre, un acercamiento clave al estado anfitrión, India, que no mostró reparo alguno en coquetear con Occidente durante el foro. Los negocios son los negocios y, además, era el momento ideal para demostrar la independencia india de China.
El nuevo corredor de transporte entre Oriente y Occidente
Así, en el marco de la cumbre, se anunció un nuevo corredor de transporte de mercancías y energía que desde India pueda alcanzar Europa a través de Oriente Medio, en un desafío directo a la moderna Ruta de la Seda promocionada desde hace tiempo por China con su iniciativa "One Belt, One Road".
Este proyecto chino, que recuerda a la milenaria ruta de transporte que enlazaba Oriente y Occidente, apuesta por la creación de una franja de transporte terrestre desde China hacia Europa a través de Asia Central y teniendo en cuenta a Rusia, así como una travesía marítima por el Índico, el mar Rojo y el Mediterráneo.
Pero ahora tendrá la competencia del Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC, en sus siglas en inglés) anunciado el sábado en la cumbre del G20 por EEUU, India, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y la Unión Europea. Este conjunto de macro infraestructuras impulsa el desarrollo portuario y tendido de nuevas líneas férreas, la conectividad con cables submarinos y el desarrollo de tecnologías limpias.
A lo largo de las líneas ferroviarias, se tendería paralelo un sistema de cableado para líneas eléctricas y de datos, así como tuberías para el hidrógeno derivado de energías renovables y destinado para la generación de energía limpia.
En este proyecto (en realidad dos corredores de transporte, el primero entre India y el Golfo Pérsico, y el segundo desde aquí a Europa), Estados Unidos se muestra como el principal socio de los países que cruce el IMEC y también de los estados de la región del Indo Pacífico interesados.
El guante a Pekín acababa de ser lanzado en Nueva Delhi, justo cuando China sufre la desaceleración más fuerte de su economía de los últimos treinta años.
El IMEC será un elemento clave de la estrategia estadounidense en Oriente Medio
El IMEC será asimismo un elemento clave de la estrategia estadounidense en Oriente Medio y su intento de aproximar económicamente a Israel y Arabia Saudí, sus dos grandes aliados en la región y a la par enemigos irreconciliables entre sí.
No fue este el único éxito del viaje de Biden a India. También se anunció por todo lo alto el acuerdo entre Washington y Nueva Delhi para el mantenimiento y reparación en puertos indios de los buques de guerra estadounidenses desplegados en la región de Asia Pacífico.
Tras la partida de Biden hacia Vietnam, la segunda etapa de su aventura asiática, la Casa Blanca no dudo en anunciar el comienzo de una nueva etapa en la asociación entre Washington y Nueva Delhi, impensable hace apenas una década.
EEUU ve en Vietnam una cabeza de puente económica en Asia
Algo parecido se plasmó en la visita de este pasado domingo y lunes de Biden al antiguo enemigo jurado de Washington en el sudeste asiático, con el que se libró la mayor confrontación bélica en la que había participado Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial.
Vietnam ha pasado de ser ese feroz enemigo de EE.UU. a un deseado socio económico para contrarrestar el peso de China en el sudeste de Asia. Y ello, a pesar de que, al igual que India, Vietnam es uno de los principales compradores de armas rusas. Pero ese es un problema que EEUU tendría mucho placer en solventar simplemente vendiéndole a Vietnam mejor armamento. Aunque todo a su tiempo.
En Hanói, con la rúbrica de Biden y del secretario general del Partido Comunista de Vietnam, Nguyen Phu Trong, los antiguos enemigos acordaron elevar el nivel de sus relaciones al de una "asociación estratégica integral" que supone reconocerse como socios fiables a la hora de acometer grandes proyectos y con un reconocimiento similar, en el caso vietnamita, al nivel de confianza que tienen China o Rusia.
Semiconductores, tierras raras y aviones
Además del interés de la política exterior de Washington, las grandes empresas tecnológicas estadounidenses, como Apple o Intel, consideran a Vietnam como un lugar ideal para diversificar sus cadenas de suministro, hasta ahora dependientes de China. El estricto confinamiento impuesto en China por la pandemia de la Covid llevó a muchas compañías internacionales con filiales en ese país a dirigirse a lugares menos estrictos, como Vietnam.
Biden indicó en Hanói que los dos países habían profundizado su relación en el sector de los semiconductores e inteligencia artificial y sentado las bases para una cooperación en la explotación de las llamadas "tierras raras", esos minerales claves para el desarrollo, por ejemplo, de vehículos eléctricos y turbinas eólicas.
En otro ramo no menos importante, este lunes la Casa Blanca anunció "un acuerdo histórico" entre Boeing y la compañía aérea Vietnam Airlines por un monto de 7.800 millones de dólares, que se espera que consolide más de 30.000 puestos de trabajo en Estados Unidos gracias a la compra vietnamita de 50 de los aviones 737 Max fabricados por esa empresa estadounidense.
Ahora toca calmar a China
Es previsible que Vietnam ya haya enviado a sus emisarios a Pekín para garantizar que la política exterior vietnamita no está dando un bandazo hacia Washington, sino que es una muestra de una diversificación de los intereses diplomáticos y económicos de Hanói.
El impacto de la visita de Biden a Vietnam puede ser demoledor a medio plazo
Queda por ver si China se cree esta versión. Desde el punto de vista económico, el impacto de la visita de Biden a Vietnam puede ser demoledor a medio plazo y más en el actual estado de la economía china.
En todo caso, se espera que en breve se produzca una visita oficial china a Vietnam al más alto nivel, quizá encabezada por el propio Xi. Se verá entonces si Hanói le puede vender a Pekín su idoneidad como excepcional mediador en caso de una ineludible crisis con Washington en el este de Asia. Quizá eso atempere a China y le permita mover con calma la siguiente ficha en su partida contra Estados Unidos.
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