EEUU lleva la guerra de Israel contra Palestina al mar Rojo para recuperar su influencia y frenar a los rebeldes yemeníes
Los ataques de los rebeldes hutíes contra barcos petroleros e intereses israelíes ha elevado la tensión en el mar Rojo y ha amenazado esa ruta estratégica de transporte
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El apoyo de los rebeldes yemeníes hutíes a los palestinos, con ataques contra Israel y los navíos mercantes que cruzan el mar Rojo, ha trastocado el comercio marítimo internacional, pero también ha dado a Estados Unidos una oportunidad de oro para apuntalar su hegemonía militar en Oriente Medio.
Las esquirlas de la guerra de Israel contra los palestinos, tras la invasión y los ataques contra Gaza y la presión a Cisjordania, han alcanzado el mar Rojo y todas las alarmas han saltado en los mercados internacionales. Ya no se trata sólo de una catástrofe humanitaria o de un brutal rebrote del conflicto entre palestinos e israelíes, asuntos que la geoeconomía podría considerar como secundarios. Ahora, la amenaza recae sobre uno de los nudos de la economía mundial.
A estos hechos, Estados Unidos ha respondido tocando a zafarrancho de combate y embarcando a una decena de países en una coalición internacional dirigida a contrarrestar esa amenaza para Occidente. Y, de paso, retomar su peso militar y geopolítico en Oriente Medio.
La peor amenaza al tráfico naval en décadas
Está en juego el transporte marítimo en el mar Rojo, desde el estrecho de Bab el Mandeb al Canal de Suez, en una de las zonas económicas más sensibles del planeta y cuya paralización afectaría al comercio global, pues por allí pasa cerca del 30 por ciento del tráfico mundial de contenedores, además de ser una encrucijada en la producción y transporte de petróleo y gas.
Las principales compañías de transporte internacional, navieras y de trasiego de crudo han suspendido sus travesías en el mar Rojo ante el alto riesgo para la navegación que suponen los ataques hutíes. La economía mundial tiembla ante las consecuencias que podría tener una interrupción de ese tráfico comercial internacional.
Tal contingencia sería mucho más desastrosa que el bloqueo del Canal de Suez ocurrido en 2021, cuando encalló el supercarguero Ever Given en esa vía artificial que comunica el mar Rojo y el Mediterráneo, con pérdidas diarias en carga superiores a los 10.000 millones de dólares.
Entonces, el Ever Given fue desencallado una semana después del accidente. Ahora, sin embargo, no es un error o incidente el origen del corte de la navegación hacia el Canal de Suez, sino la acción premeditada de un movimiento rebelde y fuertemente armado.
Según un editorial de The Wall Street Journal, los ataques de los alzados yemeníes, pertrechados con misiles y drones cargados con explosivos de alto potencial destructivo, pueden suponer "la peor amenaza al tráfico naval global en décadas".
Una ruta más larga y más cara
De momento, muchas grandes navieras están optando por la ruta del sur de África, doblando el cabo de Buena Esperanza. Este cambio de rumbo forzoso ha elevado, por ejemplo, los precios para despachar carga marítima entre China y Europa, y las perspectivas a corto plazo son poco halagüeñas, pues se prevé que se doblen esos costes en las próximas semanas. La decisión de la petrolera BP de evitar la ruta del mar Rojo disparó los precios del crudo.
El vicealmirante de la Marina estadounidense Brad Cooper, al frente de esa alianza naval internacional, denominada Fuerzas Marítimas Combinadas (CMF, en inglés), recordó este miércoles que los hutíes han realizado ya más de un centenar de ataques con drones y misiles contra una decena de navíos mercantes que representaban intereses comerciales de unos cuarenta países.
"Los ataques ya afectan la economía mundial y seguirán amenazando al transporte marítimo comercial si la comunidad internacional no se une para abordar el problema de forma colectiva", plasmó en un comunicado el Departamento de Defensa de Estados Unidos, país que se ha erigido en el nuevo gendarme de Oriente Medio con su llamada a crear esa coalición internacional para atajar las acciones hutíes.
El desafío hutí
Los hutíes, un grupo rebelde yemení de credo chií, que cuenta con el respaldo de Irán y armamento muy moderno, declararon su apoyo a Gaza desde el comienzo de la ofensiva israelí contra este territorio palestino el pasado 7 de octubre. Este día, milicianos de Hamás lanzaron incursiones masivas en territorio israelí, asesinaron a cerca de 1.200 personas y secuestraron a otras 240.
En respuesta, Israel puso en marcha una operación sin precedentes contra Gaza con bombardeos e incursiones militares. Finalmente, invadió este territorio palestino y provocó una crisis humanitaria nunca vista en la zona, por registrar tantas víctimas en tan poco tiempo, bajo la excusa de que su objetivo era Hamás.
Cerca de 20.000 personas, la inmensa mayoría civiles y ocho mil de ellas menores, han muerto en esta operación militar israelí a gran escala, que está teniendo ecos armados en el sur del Líbano, algunos puntos de Siria e Irak, y en el mar Rojo, con la reacción hutí.
Es este último teatro de operaciones el que ahora centra la preocupación internacional. Con sus misiles y drones, los hutíes han amenazado el sur de Israel y disparado contra buques que los rebeldes consideran están relacionados con el Estado sionista y que navegan por esa cuenca marítima y el estrecho de Bab el Mandeb.
La coalición internacional contra los hutíes
En respuesta, este lunes Estados Unidos anunció la creación de esa coalición internacional con el objetivo de garantizar la libertad y seguridad de navegación en el mar Rojo, a la par que se pone a raya a los rebeldes yemeníes.
Son 40 los países que están interesados en la operación, entre ellos Reino Unido, Bahréin, Canadá, Francia, Países Bajos, Italia, Noruega o las islas Seychelles. EEUU anunció que España sería uno de los participantes, aunque el Ministerio de Defensa matizó que la participación española estaba sujeta a las decisiones de la Unión Europea y la OTAN. Finalmente, la UE ha acordado sumarse a través de la operación Atalanta, que tiene su cuartel general en la ciudad de Rota.
La apuesta tiene su doble perspectiva. En primer lugar, muestra el respaldo sin fisuras de Washington a Israel, contra el que están dirigidos los ataques hutíes por las matanzas de civiles palestinos.
Pero más importante aún es que, de esta forma, Estados Unidos reafirma su condición de potencia dominante en Oriente Medio, que fue en declive desde el fracaso de la invasión de Irak, refuerza su alianza con Arabia Saudí, la enemiga principal de los hutíes en el mundo árabe suní, supera el trauma estratégico que supuso para Washington el exitoso apoyo ruso al régimen sirio de Bachar al Asad, en su lucha contra islamistas y rebeldes opositores; y, por último, lanza un golpe disuasorio a Irán.
El juego en la sombra del mar Rojo
Teherán se ha enfrentado durante casi una década a Riad y Washington con motivo de la guerra en Yemen, donde se suman cerca de 250.000 víctimas mortales civiles. Mientras tanto, las potencias regionales, Arabia Saudí e Irán, bajo la mirada atenta de EEUU, han desplegado sus estrategias para dominar la entrada al mar Rojo.
La guerra de Yemen reventó en 2014 cuando los hutíes ocuparon la capital, Saná, y otros puntos clave del país, y las fuerzas gubernamentales recibieron el apoyo saudí y estadounidense. Los hutíes, un movimiento chií respaldado con dinero y armas por Teherán, rechazaron esa injerencia en su país.
Y la realidad es esa, aunque los hutíes apuntan sus misiles hacia Israel o los buques de esta bandera que navegan el mar Rojo, su interés principal, susurrado por los consejeros iraníes, es impedir el dominio militar estadounidense de esa cuenca marítima.
Tal posibilidad cortaría las alas al llamado Eje de Resistencia que, bajo el amparo del régimen de los ayatolás, reúne bajo la bandera del chiismo a diversas milicias armadas en Irak, Siria, Líbano (Hizbulá) e incluso Gaza, con Hamás a pesar de la adscripción suní de esta última.
Por eso, Washington estudia la inclusión de los hutíes, como ha hecho con la mayor parte de miembros del Eje de Resistencia, en su listado de grupos terroristas, de donde los sacó el actual presidente estadounidense, Joe Biden, en 2021, y donde los había incluido su antecesor en la Casa Blanca, Donald Trump.
"Tienen que parar los ataques, es completamente inaceptable. Haremos todo lo posible junto con nuestros aliados para contrarrestar estas amenazas", afirmó el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, en relación a las ofensivas hutíes.
Objetivo: parar a los hutíes y controlar el mar Rojo
El secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, visitó este miércoles el portaviones Gerald R. Ford, navío insignia que encabeza uno de los tres grandes grupos navales desplegados en Oriente Medio, después de que Israel lanzara su operación de castigo contra Gaza.
"Nuestro objetivo es asegurarnos de que la crisis en Gaza no se expande a un conflicto regional. Y creo que hemos hecho un buen trabajo en eso", dijo Austin. El secretario de Defensa obviaba el potencial riesgo de desestabilización que para la región puede suponer precisamente la nueva coalición militar contra los hutíes.
Éstos acusan a EEUU de respaldar la guerra de Israel y de los "brutales crímenes contra el pueblo palestino en Gaza", tal y como señaló el movimiento chií en un comunicado.
La coalición internacional anunciada por Estados Unidos "es una alianza para proteger a la entidad sionista y los barcos israelíes", y "forma parte integrante de la agresión contra el pueblo palestino, Gaza y la nación árabe e islámica y pretende alentar a la entidad sionista a continuar con sus brutales crímenes contra el pueblo palestino en Gaza", agregaron.
Pero, sobre todo, esa coalición busca, según los hutíes, "militarizar el mar Rojo en beneficio de Israel". Por ello prometieron atacar a todos los barcos israelíes y a los navíos que comercien con ese país, así como a los que naveguen por el mar Rojo y frente a las costas de Yemen.
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