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Eslovenia, el perro guardián de la UE que rechaza a refugiados

Junto a Viena, Liubliana es el primer filtro que deja fuera del sueño europeo a decenas de refugiados cada día

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Un policía guía a un grupo de refugiados hacia la entrada del campo de Dobova, en Eslovenia./ REUTERS

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DOBOVA (ESLOVENIA).- “Tenemos problemas con una de las traductoras de Dobova”, dice Kemal El Shairy, traductor libio que trabaja para el Comité de Refugiados y Migrantes de Serbia en Sid, en la frontera con Croacia. “Está denegando la entrada a decenas de refugiados por su color de piel. Ni siquiera tiene un título de árabe o ha vivido en países árabes, así que es imposible que distinga los acentos. Su único aval es que su marido es sirio”, relata indignado.

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El campo de refugiados de Dobova, en Eslovenia, a escasos kilómetros de la frontera con Croacia, se adivina por las dos enormes tiendas blancas de ACNUR y los baños portátiles que están modificando el paisaje balcánico. Para llegar a él hay que pasar el control fronterizo o atravesar las tres concertinas que separan los dos países. El recinto no es más grande que un estadio de fútbol, delimitado por una valla metálica que marca la diferencia entre el común de los mortales y los refugiados. Entre los que están dentro y los que están fuera.

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Interior de una de las tiendas del campo de refugiados de Dobova, en Eslovenia./ AFP

El autobús con los 23 rechazados llegará, ahora que los países de los Balcanes se han puesto más o menos de acuerdo para regular el flujo migratorio, al campo de Slavonski Brod, en la frontera de Croacia con Bosnia, por la noche. Allí, esperarán a ser deportados a Serbia, que o bien les dejará volver a intentarlo, bien los desterrará hasta Macedonia, acrecentando el tapón de 13.000 personas que aguardan una oportunidad en la frontera con Grecia.

Interior de una de las tiendas del campo de refugiados de Dobova, en Eslovenia./ AFP

Una fuente de una organización internacional asegura que los motivos para las devoluciones son tan arbitrarios como que los refugiados no se limiten a repetir una y otra vez que vienen de una guerra. “Es tan aleatorio que puede reducirse a decir que si no le gustas al policía de turno, no entras”, asegura esta misma fuente. Si mencionan que quieren “llegar a Alemania para reunirse con la familia que está allí, también son devueltos a las autoridades croatas”, añade.

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Entre los refugiados viajan muchos niños sin el resto de sus familias. Pero Zupane vuelve a desconocer la información: “No podemos saberlo todo, porque no podemos hablar con todos ellos, pero no parece que vayan solos”. También desconoce si hay traficantes manejando los hilos entre los cientos que llegan.

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