Este artículo se publicó hace 17 años.
Estados Unidos pierde la fe en Musharraf
El presidente del Senado, nombrado primer ministro interino para preparar las elecciones
Los días del general Pervez Musharraf al frente de Pakistán parecen contados. Así empieza a creerlo la plana mayor de la Administración de George Bush, el principal aliado político del presidente paquistaní, en la víspera de la visita a Islamabad del vicesecretario de Estado, John D. Negroponte.
Casi dos semanas después de la impopular imposición del estado de emergencia, la Casa Blanca se prepara para un Pakistán sin el general que ha apoyado durante los últimos ocho años.
La ruptura de las negociaciones entre Musharraf y la ex primera ministra, Benazir Bhutto, ha debilitado aún más a Musharraf y ha aumentado las dudas sobre su supervivencia política. "No quieren promover otro golpe militar, pero están empezando a entender que Musharraf se ha convertido en parte del problema", declaró ayer un ex funcionario de la Casa Blanca a The New York Times .
Lucha contra los yihadistas
A Washington le preocupa que la crisis política paquistaní desvíe la atención del Ejército hacia la lucha contra los islamistas en el noroeste del país, la región fronteriza con Afganistán. Desde julio los militares han sufrido numerosos derrotas pese a todo el apoyo financiero y logístico recibido de Estados Unidos.
Los últimos enfrentamientos entre las tropas paquistaníes y los yihadistas se centran en el montañoso valle de Swat, en la Provincia de la Frontera del Noroeste.
Más de dos tercios del valle están controlados por la milicia dirigida por Maulana Fazlullah, pero ayer 20 de ellos murieron en una ofensiva aérea, según el portavoz del Ejército Waheed Arshad. Según los residentes del valle, la mayoría de los fallecidos eran civiles, no combatientes de la milicia islamista.
Estado de excepción
Desde la imposición de la ley marcial de facto, Musharraf ha prohibido que los medios de comunicación informen sobre las derrotas del Ejército pero numerosos medios han logrado esquivar parcialmente la censura.
El general ha conseguido, sin embargo, evitar grandes manifestaciones en su contra en las dos últimas semanas gracias a la detención de casi 6.000 personas, en su mayoría letrados, opositores políticos y activistas prodemocráticos.
Los analistas políticos creen que si se produjesen protestas multitudinarias contra el presidente hay posibilidades de que algunos militares y oficiales se negasen a sofocarlas violentamente y empezase una rebelión interna. Otro factor desestabilizador podría ser la retirada de la ayuda económicaextranjera.
"El Ejército está bastante desmoralizado actualmente", dijo al rotativo estadounidense la analista Christine Fair. "Pero lo que mantiene a Musharraf en su sitio es la gran suma de dinero que recibe de EEUU". La mayoría de politólogos coinciden en que las posibilidades de un golpe de Estado contra Musharraf son escasas mientras continúe como jefe del Ejército.
Pese a su progresivo aislamiento, el presidente paquistaní intenta mantener una apariencia de normalidad en el sistema político. Ayer nombró al presidente del Senado, Mohammedmian Soomro, como primer ministro interino.
El nuevo primer ministro, que jurará su cargo mañana, preparará las elecciones legislativas, previstas para inicios de enero.
El Partido Popular de Pakistán que dirige Bhutto, la mayor fuerza política del país, debate boicotear las elecciones si Musharraf decide celebrar los comicios sin levantar el estado de excepción.
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