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Estados Unidos presiona a Israel para que enfríe sus relaciones con China

Durante el mandato de Benjamín Netanyahu, Israel desarrolló sus relaciones con China hasta un punto nunca visto. Esto condujo a la resistencia de Barack Obama y ahora, después del periodo de Donald Trump, Joe Biden vuelve a advertir Israel de que no está en el buen camino. 

El presidente de EEUU, Joe Biden, con el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en una reunión celebrada en agosto de 2021. AFP/Nicholas Kamm
El presidente de EEUU, Joe Biden, con el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en una reunión celebrada en agosto de 2021. Nicholas Kamm / AFP

La presión de Estados Unidos (EEUU) para que Israel se aleje de China no para de crecer y se ha intensificado desde que Naftalí Bennett accedió a la presidencia del Gobierno en junio pasado. La intención de Washington es triturar las relaciones que Benjamín Netanyahu estableció con Pekín en distintos ámbitos, especialmente en infraestructuras y defensa, con el objetivo de frenar su penetración en Oriente Próximo.

La administración de Joe Biden exige a Bennett que rompa ciertos acuerdos estratégicos avalados por Netanyahu y que someta a Washington los detalles de otros acuerdos bilaterales que se están cocinando y que los americanos ven con prevención al considerar que la influencia de Pequín es negativa.

El hecho de que Israel esté trabajando con tecnología puntera americana, especialmente en el área de defensa e inteligencia, no es más que otro motivo de preocupación para Washington, que ya había alertado a Netanyahu en más de una ocasión del riesgo de comprometer esa tecnología y que termine en manos de la superpotencia asiática.

El diario Haaretz reveló recientemente que el consejero para la Seguridad Nacional de EEUU, Jake Sullivan, que tiene a su cargo definir las políticas de EEUU respecto a China, ha discutido con el ministro de Exteriores israelí, Yair Lapid, la naturaleza de las relaciones entre Israel y China en al menos dos ocasiones.

Ya en tiempos de Donald Trump, los americanos pedían a Netanyahu que no firmara acuerdos con China que consideraban perjudiciales para sus intereses. Sin embargo, con Trump, Netanyahu disponía prácticamente de un cheque en blanco para hacer lo que se le antojara e iba dando largas a las amonestaciones de EEUU sin ninguna consecuencia.

Una de las mayores preocupaciones de Washington es el tema de la construcción de un nuevo puerto en la ciudad mediterránea de Haifa. Durante años los americanos han exigido a sus aliados que rompan la concesión que permite a China construir el nuevo puerto, amenazando incluso con suspender las visitas a Haifa de la flota americana del Mediterráneo.

Todavía con Netanyahu, su Gobierno consiguió firmar con los americanos un acuerdo para monitorear las actividades chinas en Haifa, siendo esta la primera vez que Israel ha accedido a permitir la supervisión americana en una actividad extranjera en Israel.

De acuerdo con Haaretz, el Gobierno de Bennett ha iniciado recientemente discusiones internas sobre las demandas de EEUU tocantes a las relaciones con Pequín. En las reuniones, celebradas durante los últimos meses, han participado altos cargos de los ministerios de la Seguridad y de la Seguridad Interna.

El Gobierno israelí ha instado a EEUU a que le presente una lista de compañías occidentales de infraestructuras que podrían sustituir a las chinas, "un paso que todavía no ha dado resultados", según un funcionario israelí citado por Haaretz.

Naturalmente, Israel tiene un gran interés en China puesto que los asiáticos están expandiendo su presencia por todas partes, incluido Oriente Próximo y África. Es preciso tener en cuenta que Israel es ahora mismo la indiscutible potencia hegemónica en la región y su influencia va de Marruecos a los Emiratos Árabes Unidos, incluido todo el norte de África, con excepción de Argelia, el único país que se resiste a esa hegemonía.

El peso económico y sobre todo político de China ha crecido significativamente en los últimos años y todo indica que va a seguir creciendo, de manera que Israel está interesada en propulsar sus relaciones con Pequín en todos los ámbitos, algo que los americanos no ven con buenos ojos ya que temen que los chinos los sustituyan en algunas regiones.

En este contexto, Israel puede elegir teóricamente entre EEUU o China. Pero también puede ir aplazando su decisión como ha hecho hasta ahora a la espera, todavía lejana, de que en la Casa Blanca entre otro inquilino en la línea de Trump, es decir dispuesto a comportarse como Trump y hacer la vista gorda haga lo que haga Israel.

La cuestión es si la administración de Biden va a incrementar la presión más de lo que la ha aumentado desde junio. Los mensajes de la administración son claros pero a Israel le cuesta dar un paso que le privaría de acercarse a China, no solo en las infraestructuras sino también en la industria de la alta tecnología, en la que Pequín está muy interesada y en la que EEUU e Israel mantienen relaciones privilegiadas.

El acuerdo de 2015 con una gigantesca empresa de Shangai para construir el puerto de Haifa y operarlo comercialmente durante 25 años, así como otros acuerdos importantes firmados por otras compañías chinas para construir puentes y túneles gigantes, ya suscitó las protestas de Barack Obama, pero de una manera u otra Netanyahu fue evitando la injerencia americana. La cuestión es ver si ahora Bennett puede hacer lo mismo, y también qué obtiene Bennett a cambio de frenar las relaciones con China.

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