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"Esto no es el fin de una causa"

Los talibanes claman venganza, pero ninguna protesta ha secundado aún su llamamiento

IGNACIO ROBLEDA

Aunque Osama bin Laden fue asesinado por un comando estadounidense a sólo 60 kilómetros de la capital paquistaní a espaldas del Gobierno y las Fuerzas de Seguridad del país donde se escondía, en Islamabad reinaba ayer un ambiente de aparente calma. El cierre de la Embajada estadounidense era uno de los pocos cambios que podían apreciarse en un vistazo rápido a la ciudad, donde la vida de la mayoría de sus residentes no se ha visto afectada. La principal excepción es la comunidad internacional.

Una fuente de Naciones Unidas que ha preferido mantener el anonimato aseguraba a Público que el mismo lunes se recomendó a todo el personal restringir movimientos y mucha precaución. Dicha fuente afirmaba no saber aún cuándo volverá todo a la normalidad. Por el momento, explicaba, están a la espera de retomar sus actividades habituales. La Embajada española también ha recomendado limitar los movimientos al mínimo imprescindible estos días.

Las embajadas han cerrado y piden a sus colonias limitar los movimientos

Los extranjeros, sobre todo los ciudadanos estadounidenses, están entre los principales objetivos de los talibanes paquistaníes, tal y como advirtió el lunes uno de sus portavoces. El Ministerio de Interior confirmó ayer que dispone de material de inteligencia sensible sobre el alto riesgo de atentados en el país.

Además de los talibanes, han condenado la muerte de Bin Laden algunos clérigos radicales pertenecientes a grupos extremistas ilegalizados como Sipah-e-Sahaba Pakistán, hoy rebautizado como Ahle Sunnat Wal Jamaat, y Jamiat Ulema-i-Islam Sami (JUI-S). Todos ellos reivindican la figura del fundador de Al Qaeda como 'mártir' y advierten que 'con la muerte de una persona no se acaba con una causa'.

Pero sus palabras no han sido apoyadas en protestas callejeras, muy habituales en Pakistán, lo que refleja la poca representatividad de estos grupos sobre el conjunto de los 180 millones de habitantes de Pakistán.

Los extremistas son minoritarios en el país, argumenta un profesor de Lahore

Mehdi Hasan, profesor de la Universidad Bacon de Lahore y miembro de la Comisión por los Derechos Humanos del Pakistán, asegura no estar sorprendido por la ausencia de alboroto o manifestaciones en las calles. En este sentido, afirma que 'los extremistas apenas representan una pequeña proporción del país'. La inmensa mayoría, asevera, 'es moderada'.

En cuanto a la muerte de Bin Laden, dice Hasan, se trata de un final 'esperado'. Un final, en cualquier caso, que 'visto el aislamiento en el que vivía en los últimos tiempos no representa el final de la guerra contra el terrorismo'.

Para este decano del Departamento de Medios de Comunicación, Bin Laden 'había perdido el control de la organización y ahora vamos a conocer algunos de sus nuevos miembros'. Asimismo, se interrogaba sobre 'cómo era posible que el líder de Al Qaeda viviera a menos de cien kilómetros de la capital y que nadie del Gobierno, Ejército o servicios secretos pakistaníes lo supiera'.

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