Este artículo se publicó hace 2 años.
Roberta Metsola, una antiabortista para presidir el Parlamento Europeo en tiempos de retroceso para las mujeres
La maltesa se convierte en la tercera mujer al frente de la Eurocámara con los votos del centroderecha y los ultraconservadores. Sus postulados sobre el aborto la distancian de la pionera Simone Veil.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
Es su mejor regalo de cumpleaños. A sus 43 años, Roberta Metsola (18 de enero de 1979) se convierte en la presidenta más joven de la historia del Parlamento Europeo. Pocos meses atrás fue la primera maltesa en alcanzar la vicepresidencia de la Eurocámara. Y el empujón de socialdemócratas y liberales la han alzado como la tercera mujer en liderar la institución tras Simone Veil y Nicole Fontaine. Roberta Metsola vuelve a poner nombre de mujer al liderazgo de la cámara de representantes más heterógenea del mundo más de 20 años después.
Competente, inteligente, ambiciosa y de talente dialogante, dicen quienes la conocen. La maltesa aterriza en la Eurocámara en un momento complicado para una UE demasiado acostumbrada a lidiar con las policrisis. La de la pandemia continúa coleando y Metsola tiene por delante la difícil tarea de remplazar al recién fallecido David Sassoli, del que todas las fuerzas han destacado su capacidad de consenso.
Madre de cuatro niños, la abogada conservadora vuela a lo más alto de la Eurocámara tras aterrizar como eurodiputada en 2013. Y tras intentarlo sin éxito durante una década. Su carrera siempre ha estado ligada a los asuntos europeos. Estudió en el exquisito Colegio de Europa, donde se han curtido buena parte de las voces de influencia comunitarias; trabajó en la representación de su país ante la UE y fue asesora legal de Catherine Ashton, antigua jefa de la diplomacia europea.
Y también su vida personal: reconoce que una de las primeras citas con su marido fue en Helsinki durante una protesta contra el presidente bielorruso Alexander Lukashenko. Junto a Ukko Metsola, del que toma su apellido, se convirtió en el primer matrimonio en concurrir –sin éxito- en las listas del Parlamento Europeo en 2009. Él como candidato popular finlandés; ella como maltesa.
Una antiabortista que no sigue el legado de Veil
"Ninguna mujer recurre, por gusto, al aborto. Basta con escuchar a las mujeres. Siempre es una tragedia". Así defendía la transgresora Simone Veil en 1974 una ley que marcaría la historia de las mujeres en Francia tras impulsar la legislación de la despenalización del aborto en el país. La que cinco años después se convirtió en la primera presidenta del Parlamento Europeo sigue siendo una de las voces de referencia en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos.
Metsola da un giro de 180 grados a la pionera. Su historial de votos en la Eurocámara da cuenta de ello: se abstuvo –al igual que el PP español- en la tipificación de la violencia de género como delito y hace unos meses votó en contra del informe Matic que catalogaba el derecho al aborto como un derecho humano. Los laboristas malteses –a excepción de Engerer- también se abstuvieron.
Y es que Malta es un casus sui generis en la UE. A día de hoy cuenta con una de las legislaciones para la interrupción del embarazo más prohibitivas del mundo. Es el único Estado miembro que lo penaliza en todos los supuestos. De hecho, la pequeña isla del Mediterráneo incluyó una cláusula en 2004, cuando se unió al bloque comunitario, para que la legislación europea en materia de aborto nunca se aplicase al país.
La postura de la líder de la Eurocámara, la institución más progresista de la UE, llega en un momento especialmente delicado para las mujeres europeas. Países como Polonia han dado paso atrás poniéndolas en la diana y restringiendo el acceso al aborto, una medida que ya se ha cobrado sus primeras víctimas mortales.
La maltesa, por su parte, se ha escudado ante los diferentes grupos parlamentarios espetando que representará a la mayoría. Es cierto que su cargo es más institucional, que político. Pero el mensaje, para regocijo de la extrema derecha, amenaza con calar y poner trabas al avance en esta materia. Algunos liberales, especialmente los franceses, se han mostrado muy reacios al hecho de que una política antiabortista asuma las riendas en lo que podría suponer una regresión para los derechos de las mujeres. En el otro lado, otras voces critican que el historial sobre este problema solo se reclame a las mujeres, y no a antiguos presidentes hombres como Sassoli, católico, o Tajani, mucho más conservador que la recién estrenada presidenta.
Conservadora equilibrista
"Soy madre de cuatro niños. Estoy casada desde hace 15 años. Soy una demócrata cristiana y una mujer del sur europeo orgullosa. Tengo respeto absoluto por la tradición y nuestros valores comunes. Y hoy le digo a toda la comunidad LGTBi que nuestra Europa es su Europa también", señaló en un debate plenario sobre la cruzada que Hungría y Polonia están llevando contra el colectivo homosexual.
Metsola es una de las voces más progresistas del Partido Popular Europeo, que hace no mucho contaba con el Fidesz de Víktor Orbán entre sus filas. Durante su primera legislatura fue la ponente de un informe contra la discriminación y la homofobia y se ha mostrado contundente contra la desigualdad de género, aunque se distancia de las cuotas para alzar a las mujeres a los puestos de control y liderazgo. En un partido popular en difícil tesitura entre el pasado y el futuro, entre los postulados liberales y los de la extrema derecha, la maltesa busca presentarse como un revulsivo de aire fresco.
El voto es secreto y, en estas situaciones, las fugas son frecuentes. Pero Metsola se habría hecho con el apoyo mayoritario de populares, socialdemócratas, liberales, conservadores, que han retirado a su candidato el polaco Kosma Zlotoswski en el último momento, y la extrema derecha de Identidad y Democracia. Se quedan así fuera de la terna la izquierdista y española Sira Rego y la sueca de Los Verdes, Alice Bah Kunhke. "Siempre representaré la visión de esta cámara," afirma Metsola en la presentación de su candidatura. Ahora le toca lo más difícil: pasar de las palabras a los hechos en estos dos años que tiene por delante.
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