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Una ex guerrillera retocada por el bisturí

Dilma Roussef, la sucesora designada por Lula, aspira a ser la primera mujer en llegar a la presidencia brasileña

N. CASTRO

'Guerrillera, comunista y criminal'. En estos tres adjetivos se sintetiza la campaña que desde la derecha se está articulando para desacreditar a la candidata del Partido de los Trabajadores (PT) a suceder a Luiz Inácio Lula da Silva. Pero son precisamente su pasado militante y su discurso progresista los principales atributos para que Dilminha, como ya se la conoce en Brasil, evite la pérdida de apoyos por la izquierda, una de las máximas prioridades del PT.

Dilma Rousseff, madre de una hija, economista, interesada por la ópera y apasionada por la mitología griega, nació en Belo Horizonte hace 63 años, en el seno de una familia acomodada de origen búlgaro.

Economista de 63 años, tiene fama de ser una gestora dur y adicta al trabajo

Tiene fama de ser una gestora dura y adicta al trabajo, una profesional tenaz y exigente. Además, tiene un temperamento difícil que ya le ha acarreado disputas con compañeros de filas como la ex ministra Marina Silva o el presidente de Petrobras, Sergio Gabrielli. Es la otra cara de esa dedicación y férrea disciplina de la que todos hablan, de esa eficacia por la que Lula dice admirarla.

La jefa del Gabinete llegó al cargo, tras dos años en el Ministerio de Minas y Energía, cuando los escándalos por corrupción del mensalão salpicaron de lleno al PT y dejaron tocados a algunos de sus máximos referentes en 2005. Quedaban pocas opciones para suceder a Lula, y Rouseff llegaba precedida de un halo de ética incorrupta que aún conserva, pese a que no se ha librado de algún escándalo, como cuando se acusó a su departamento de haber investigado las finanzas del ex presidente Fernando Henrique Cardoso.

En el partido creen que le falta carisma y la consideran aún una recién llegada

Dicen algunos que Lula diseñó una candidata de la nada. Lo cierto es que el mandatario apostó por Dilma haciendo caso omiso a las reticencias que despertaba en el PT una mujer que todavía hoy es considerada una recién llegada al partido. Más dudas surgieron cuando el año pasado se hizo público que Rouseff sufría un cáncer linfático; superó la prueba.

La elección fue de Lula, no del partido. Él la colocó en la prensa. Las críticas apuntaban a su falta de carisma, pero Lula confió en su capacidad para traspasarle parte de su arrolladora popularidad. Comenzó a llevarla a todos los actos, anunciándola como la 'madre del PAC' (el Programa de Aceleración del Crecimiento).

Poco a poco, lo va consiguiendo: la popularidad de Rousseff crece y se espera que lo siga haciendo conforme la población brasileña sobre todo en el noreste, donde Lula alcanza cotas de aprobación por encima del 90% comience a relacionarla con su padrino político. De lo que nadie duda es de que Lula tendrá un papel clave en esta campaña. Y utilizará toda su astucia política, que no es poca, para hacer de Dilma la primera mujer que llega al Palacio de Planalto.

La imagen gris de Rousseff, que a finales de 2008 se sometió a una cirugía estética y dio un giro notorio a su apariencia, tal vez no sugiera su intenso pasado. La ministra participó en los grupos armados que lucharon contra la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985.Pagó el precio: tres años de cárcel y 22 días de continuas torturas.

Su papel en la resistencia tiene todavía tintes de misterio: se sabe que se entrenó en el manejo de armas, pero ella asegura que nunca participó en la lucha armada. Lo que sí han destacado sus ex compañeros guerrilleros es que, desde muy joven, su capacidad de liderazgo permitió que lograra imponer su criterio a hombres acostumbrados al mando. Ese cliché de la mujer de hierro que ella desecha por sexista.

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