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«Existe un peligro de nuevas guerras en la región»

Andrés Pérez

Nicu Popescu es un joven investigador del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) de Londres, especializado desde hace cinco años en un terreno particularmente pantanoso: la política de vecindario de la UE en el Cáucaso Sur y en contextos de conflictos separatistas. Su posicionamiento le ha permitido enseñar e investigar tanto en prestigiosos centros como el Instituto de Estudios de Seguridad de la UE (París), como en otros como la Universidad estatal de Abjasia, en Sujumi. Estima que, ahora, la clásica “no intervención” de la UE “ya no es una opción”.

Lo ocurrido en el sur del Cáucaso ¿es un avatar más en una situación de inestabilidad intratable o un giro radical de proporciones históricas que nos devuelve a la guerra fría?

Estoy convencido de que es realmente importante, no sólo en el espacio post-soviético, sino también en el sistema de seguridad europeo. Es la primera guerra de la Rusia post-soviética contra un Estado, que vuelve a estar dispuesta a emplear la fuerza militar para imponer sus intereses nacionales. Y lo ocurrido tiene numerosas consecuencias. Por un lado, Rusia se sale con la suya porque los pequeños Estados del vecindario europeo han visto que ni la UE ni EEUU han hecho gran cosa. Así Moscú va a obtener, sin duda, que algunos pequeños países sean más transigentes con sus exigencias. Pero, al mismo tiempo, Rusia también pierde algo. Otros pequeños estados van a tener la tentación de acelerar su acercamiento a la OTAN y la UE. Y, por último, Rusia pierde en imagen: se ha visto bien que el presidente Medvédev jugaba un muy segundo plano, debilitado por Vladimir Putin. No es una prueba de transparencia y de respeto de las instituciones, ahora que Rusia busca consolidarse en las grandes esferas multilaterales como G8, OMC o OCDE. Hasta los visados y los acuerdos comerciales y de asociación UE-Rusia vuelven a estar en tela de juicio.

Entonces, la política de vecindad de la UE está en un brete.

De alguna manera, la UE se ve obligada a salir de la posición clásica no intervencionista de su política de vecindad. El simple mantenimiento de unas decenas de observadores
alentaría a Moscú a proseguir.

O sea que usted piensa que, como Moscú envía una señal inequívoca de fuerza a la esfera europea, la única respuesta debe ser alguna señal de fuerza.

No necesariamente. Quizá Rusia no esté dispuesta a hacerle la guerra a Ucrania o Moldavia, pero sí puede utilizar la fuerza para promover sus intereses en el área post-soviética.

Moscú no habla de intereses nacionales, sino de protección de civiles. Dice que sus tropas actuaron como fuerza de paz para proteger a los civiles osetas de Georgia. ¿Mienten sus dirigentes?

No necesariamente hay una mentira de Moscú. Es cierto que Georgia ha aumentado un 100% su presupuesto militar en los últimos años. Al mismo tiempo, Moscú contribuyó a una militarización de Abjasia y de Osetia. Y las dos partes entraron en escalada: Georgia aprovechó el contexto de la independencia de Kosovo y su acercamiento a la OTAN y Moscú acentuó la desestabilización para impedir que Georgia fuera miembro de pleno derecho de la OTAN. Georgia se sintió obligada a actuar porque pensaba que la anexión rusa de Osetia del Sur y de Abjasia era cuestión de semanas. Y quizá era cierto. Pero ambos fueron demasiado radicales.

¿El actual presidente georgiano es un buen socio de la UE?

Esta vez, será muy importante saber qué pasó exactamente en las primeras horas de la guerra. Si los georgianos realmente replicaron a provocaciones o si ocurrió de otra forma. Pero también hay que saber exactamente cuantos civiles han perdido la vida, tanto en Thiskinvali como en los pueblos georgianos de los alrededores. La respuesta va a ser muy importante para la credibilidad de Georgia y para la política europea en esta región.

¿Llega la hora de la verdad para la diplomacia europea?

Es el otro aspecto de la situación. La credibilidad de la UE está en juego. No puede mostrarse indiferente a lo que Rusia o Georgia hayan podido hacer. Va a tener que implicarse más seriamente en la prevención de conflictos y en el mantenimiento de la paz. La presencia de un puñado de observadores europeos no cuenta. La presencia de las tropas sí.

¿Qué señal de Moscú le indica que Rusia está dispuesta a compartir con la UE el monopolio de mantenimiento de la paz en la zona post-soviética?

Aceptar el apoyo de la UE es la única manera que tiene Moscú de demostrar que actúa, no por interés, sino por la paz y para proteger a los civiles. Lo que va a ocurrir en las próximas semanas es un test de las intenciones de Rusia. Si busca la estabilidad, debe estar abierta a las ofertas de la UE. Si quiere seguir manipulando el conflicto por intereses geopolíticos anti-europeos y anti-norteamericanos, entonces va a haber que ser muy realistas.

¿La crisis de Georgia ha dividido o ha unido más a los europeos?

Por una parte, los ha dividido entre los partidarios de contemporizar con Moscú y los que buscan un frente común. Pero, por otra parte, los ha unido porque la guerra ha dejado claro que una no-intervención europea total alentaría ciertas pulsiones de Moscú. La no-intervención ya no es una opción. Y hay un tercer aspecto: El conflicto georgiano ha dejado en evidencia que hay un desfase de la política de vecindad, entre el sur y el este. Sin duda, hace falta que ciertos estados sean más receptivos a las iniciativas de la UE hacia el este. En caso contrario, hay un peligro real de nuevas guerras en la región, tanto en Georgia, como en el Alto Karabaj, sin hablar de más problemas con la seguridad de Crimea, Ucrania y Moldavia.

¿La única perspectiva válida son más acuerdos de la UE con los estados de la región, más implicación europea en general e incluso una nueva ampliación?

No necesariamente la ampliación. Lo que pongo de relieve es la tendencia de Moscú a crear un polo de influencia ruso, de peso mundial, convirtiendo a Europa en bipolar. La UE sería un polo y Rusia sería otro, a los ojos de ciertos dirigentes rusos. La respuesta europea debe ser la de no aceptar esa perspectiva. No hay que aislar a Rusia, pero la OTAN y la UE deben estar más presentes.

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