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La filtración de archivos sonroja a la Casa Blanca

La web Wikileaks publica 92.000 documentos confidenciales que pintan una versión muy negra de la guerra en Afganistán. El Gobierno de Obama habla de un 'acto criminal' y teme por sus tropas

 

I. PIQUER / D. DEL PINO

La Casa Blanca reaccionó ayer con auténtica rabia a la publicación de decenas de miles de documentos clasificados que pintan una versión mucho más negra que la conocida hasta ahora de la guerra en Afganistán. La filtración de unos 92.000 documentos confidenciales la mayor de la historia en cuanto a volumen describen una guerra dura, confusa y caótica y acusan a algunos sectores de los servicios de inteligencia pakistaníes de colaborar con los talibanes. El Pentágono habló de un 'acto criminal' y la Casa Blanca añadió que la publicación puede poner en peligro la vida de las tropas de EEUU.

Las filtraciones aparecieron primero en la página web Wikileaks —especializada en publicar material incómodo para los poderosos— el domingo, y tres medios tuvieron acceso previo y las dieron ayer en exclusiva, The New York Times, The Guardian y el semanario alemán Der Spiegel.

Parte de los servicios secretos de Pakistán ayuda a los talibanes

Los documentos confirman lo que ya se sabía o sospechaba de un conflicto que dura ya nueve años sin grandes esperanzas de que terminane, hecho de medias victorias y constantes derrotas, ante un enemigo que parece hacerse fuerte por momentos. Hablan de las operaciones especiales para matar a insurgentes, de las víctimas colaterales, civiles, de los aviones teledirigidos drones, de la frustración de estadounidenses ante unos aliados pakistaníes que incluso, en ocasiones, colaboran con los talibanes.

La novedad son los detalles y los testimonios. Novedades, como el hecho de que los talibanes tengan acceso a misiles perseguidores infrarrojos como los Stinger que ayudaron en su momento a los muyahidines a expulsar la invasión soviética; o que los drones se estrellen con regularidad, lo que fuerza arriesgadas misiones de rescate para evitar que el enemigo se haga con su tecnología; o que la CIA efectúe muchas más operaciones paramilitares dentro de Afganistán de las que había revelado.

Los archivos detallan sobre todo la complicidad de algunos sectores de los servicios secretos pakistaníes, el temido ISI, con los talibanes, que ayudaron a crear y financiar en los años ochenta y noventa con el respaldo de EEUU. Hablan del general Hamid Gul, jefe del ISI de 1987 a 1989, que ahora, más de 20 años después trabajaría a favor de los talibanes, usando sus antiguos contactos.

El creador de la web asegura que se trata de «crímenes de guerra»

Los testimonios revelan también el escaso impacto de las operaciones civiles destinadas a congraciarse y ayudar a las poblaciones locales. Pone el ejemplo de un orfanato que se abrió en Gardez, en la provincia de Paktia en noviembre de 2006, que un año más tarde estaba abandonado; habla de asesinatos y represalias contra los afganos que cooperan con las tropas de EEUU; detalla la corrupción los líderes locales.

El consejero del presidente Barack Obama en temas de seguridad, el general James Jones, calificó la filtración de 'irresponsable' por 'poner en peligro la vida de estadounidenses' y 'la seguridad nacional'. Acusó a Wikileaks de no haber intentado contactar con el Gobierno que 'se enteró por la prensa'. Jones también especificó que la noticia 'no tendría ningún impacto sobre el profundo compromiso de EEUU con Afganistán y Pakistán'.

El Pentágono anunció por su parte que había empezado a revisar las filtraciones y que le llevaría 'días, si no semanas' evaluar los posibles daños. En su comunicado, Jones también quiso distanciarse de la información de Wikileaks, al precisar que 'los documentos cubren un periodo de tiempo que se extiende de enero de 2004 a diciembre de 2009' y que fue precisamente el mes en que Obama 'anunció su nueva estrategia': el envío de más tropas, destinado a resolver 'la grave situación que se fue creando a lo largo de los años'. Asímismo, Jones subrayó que la buena relación entre Washington e Islamabad había 'asestado duros golpes contra Al Qaeda'.

En el mismo tono, el embajador de Pakistán en Washington, Husein Haqqani, aseguró que los documentos no reflejaban 'la realidad actual' y que los dos países estaban 'comprometidos en derrocar Al Qaeda juntos'. En Pakistán, un responsable del ISI negó las acusaciones y dijo que los informes sólo querían manchar la reputación del organismo.

Sin embargo, el Gobierno afgano expresó su deseo de que la filtración sirviera para 'concienciar aún más' a las potencias extranjeras sobre dos problemas en los que había insistido: la muerte de civiles y los refugios terroristas en Pakistán.

En rueda de prensa en Londres, Julian Assanges, el fundador de Wikileaks, describió el contenido de los documentos como el relato diario de lo que había pasado en el conflicto en los últimos seis años y no dudó en calificar de 'crímenes de guerra' las matanzas de civiles.

Assanges dijo tener en su poder otros 15.000 documentos que seguían siendo examinados por su equipo y que lo publicado sólo 'tocaba la superficie' de una situación extremadamente compleja y que, en algunos casos concretos, podría ser investigada. 'Le toca decidir a los jueces si algo es un crimen', aseguró.

Las filtraciones 'cuentan que los abusos pasan a diario', declaró el responsable de Wikileaks. 'El verdadero valor del material está en que esto es la guerra, es una cosa detrás de otra, todos los pequeños acontecimientos, las constantes muertes de niños, insurgentes, soldados [], mutilados, esta es la historia de la guerra desde 2004', añadió.

Tanto Wikileaks como los diarios en los que apareció la información negaron poner vidas en peligro. 'Los documentos tienen siete meses de antigüedad, por lo que no es posible que haya gente en peligro', dijo Assanges. 'Decidir qué publicar siempre es difícil y, después de calibrar los riesgos, a veces decidimos no publicar cierta información. Pero en algunos casos se trata de información que concierne el interés público', explicó The New York Times. El diario precisó que había borrado nombres propios y datos que pudieran perjudicar la labor de los servicios de inteligencia.

Assanges dedicó bastante tiempo de su comparecencia a aclarar la procedencia de los documentos. No reveló sus fuentes, pero dejó claro que los datos de su página web eran totalmente reales, porque se basaban en los testimonios de los soldados en la zona de conflicto. 'Cuando publicamos material de este tipo siempre decimos: lo que estamos revelando es fiable. Publicamos informes de la CIA continuamente. Son documentos legítimos, pero eso no quiere decir que la CIA diga la verdad'.

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