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Finlandia, la 'crisis' que otros añoran

El digital mató al papel

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Un manifestante antiinmigración con una bandera de Finlandia durante una protesta en Helsinki. - AFP

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HELSINKI.- Tuonela es en la mitología finlandesa el equivalente local al Hades griego, el lugar por donde vagan las almas de los muertos. Según el folklore nacional, los héroes y chamanes podían cruzar el río que dividía los dos mundos y conocer los secretos que allí se guardaban. Pero para bastantes finlandeses, estos últimos años es como si Tuonela hubiese desbordado los confines del inframundo y comenzado a invadir su realidad. El ministro de Finanzas, Alexander Stubb, se refirió recientemente a su país como “el hombre enfermo de Europa”, un testigo incómodo que los países europeos vienen pasándose desde 2008 y que nunca augura una pronta recuperación.

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El digital mató al papel

Las crisis de la industria papelera y de Nokia, una empresa que devino todo un símbolo nacional, sumadas al desplome de las relaciones comerciales con la vecina Rusia, se han cobrado una considerable factura a la economía finlandesa, históricamente una de las más robustas de Europa. Finlandia, según el consenso de los economistas, no levanta cabeza desde 2012. El país despidió 2015 con una tasa de desempleo del 9,5%.

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La caída de Nokia se dejó notar con fuerza en la pequeña economía del país, contribuyendo a un tercio
de la caída del PIB
entre 2008 y 2014

La aparición de nuevos dispositivos tecnológicos como smartphones, e-books y tabletas ha hecho mella en la antaño poderosa industria papelera, a la que también perteneció Nokia hasta la década de los sesenta. La incapacidad de ésta de adaptarse a este nuevo mercado dejó fatalmente rezagada a una compañía que había llegado a liderar las ventas en el sector convirtiéndose en sinónimo de innovación, y así, cuando por ejemplo en 1999 los directores de The Matrix tuvieron que escoger un modelo de teléfono móvil, se decantaron por un Nokia 8110. La caída en las ventas, que comenzó en 2011, llevó a que a mediados de 2012 las acciones de la empresa se cotizasen por debajo de los dos dólares por título, acercando a Nokia peligrosamente a la bancarrota. La estadounidense Microsoft compró poco después la división de teléfonos móviles en una operación que finalizó en abril de 2014 y hoy Nokia es un poco menos finlandesa. Según un informe del Instituto de Investigación de la Economía Finlandesa (ETLA), la caída de este gigante de la telecomunicación se dejó notar con fuerza en la pequeña economía del país, contribuyendo a un tercio de la caída del PIB entre 2008 y 2014.

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Una pantalla de Nokia al inicio de la Asamblea Geneal anual de la compañía en Helsinki, en mayo de 2015. - AFP

El fin de la 'finlandización'

Tras la Segunda Guerra Mundial, Finlandia optó por lo que en el país se conoce oficialmente como “doctrina Paasikivi-Kekkonen” y fuera de él ─al principio peyorativamente, luego ya menos─ como “finlandización”. Considerado el principal arquitecto de la política exterior finlandesa de posguerra, el presidente Juho Kusti Paasikivi defendió una relación de buena vecindad con la Unión Soviética que permitiese a Finlandia mantener y a la vez sacar partido de su soberanía en un mundo dividido en bloques. Su sucesor, Urho Kekkonen, mantuvo esa política de “neutralidad activa” hasta el fin de la guerra fría y Finlandia renovó por tres veces ─en 1955, en 1970 y en 1983─ el Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua Fino-Soviético, que consagraba no solamente la plena soberanía del país escandinavo, sino también la de la URSS al comprometerse a resistir cualquier ataque externo en territorio finlandés que tuviese como objetivo a su vecino.

Tras la desintegración de la URSS, Finlandia mantuvo sus buenas relaciones con Rusia, pero su pertenencia a la UE la ha arrastrado recientemente a una posición incómoda

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Tras la desintegración de la URSS, Finlandia mantuvo sus buenas relaciones con Rusia, pero su pertenencia a la UE la ha arrastrado recientemente a una posición incómoda. La aprobación de sanciones contra Moscú en 2014 a raíz de la crisis en Ucrania ha afectado a Finlandia por partida doble: por una parte la depreciación del rublo causada por las sanciones ha desequilibrado la balanza comercial con Rusia, mientras que, por la otra, la respuesta asimétrica del Kremlin, con la aprobación de un veto agrolimentario a los países que secundaron las sanciones occidentales, se ha dejado notar en este sector.

Protesta de agricultores en la Plaza del Senado de Helsinki. - AFP

Los productores lácteos han sido los más afectados por la actual situación. Valio, una de las mayores compañías del país ─productora de hasta el 85% de la leche que se consume en Finlandia─ exportaba antes de la crisis la mitad de sus productos a Rusia. Una reciente normativa europea que ha eliminado las cuotas de producción ha empujado al sector lácteo a una crisis aún más profunda, con una combinación letal de sobreproducción en el mercado comunitario y reducción de la demanda global. En 2015 las ventas de Valio registraron una caída de un 11,9%.

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¿Salir de la eurozona?

Ésta no es, huelga decirlo, la primera crisis que vive Finlandia. A comienzos de los noventa, la combinación de una crisis bancaria ─resultado de una burbuja crediticia que sobrecalentó la economía y que costó al país el 8% de su PIB─ y la desaparición de la Unión Soviética como socio comercial ─representaba entre un 15-20% de su comercio exterior─ llevaron a Finlandia a una recesión que muchos calificaron como la peor desde la década de los treinta. Entre 1990 y 1993 el PIB de Finlandia se desplomó un 13%, la bolsa un 70% y el mercado inmobiliario un 50%. El desempleo pasó del 3,5% al 18,9%. La crisis dejó una profunda huella psicológica en la población. Helsinki obtuvo el poco halagador título de “capital mundial del suicidio”: en 1991 Finlandia era el tercer país con más suicidios del mundo, solamente por detrás de Nueva Zelanda e Islandia.

La crisis de comienzos de los 90 dejó una profunda huella psicológica en la población. Helsinki obtuvo el poco halagador título de “capital mundial del suicidio”

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“La crisis pudo aliviarse gracias al abandono de una tasa de interés fija. El marco finlandés se devaluó inicialmente un 40%. Esto, combinado con la desaparición de las empresas improductivas, condujo a mejoras dramáticas en la competitividad”, explica el economista finlandés Jaakko Kiander. Con todo, estas medidas, que llegaron únicamente después de aplicarse planes de contención presupuestaria y recortes en el sector público, no consiguieron que el país nórdico recuperase los niveles anteriores a la crisis. Sea como fuere, hoy, en el marco de la Unión Europea, esas medidas son imposibles, y Finlandia, como otros, sólo puede recurrir a la llamada devaluación interna.

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