Este artículo se publicó hace 13 años.
Fracasa una misión secreta de Reino Unido en Bengasi
Los rebeldes arrestan a ocho británicos pensando que eran mercenarios
El Gobierno británico ha quedado este domingo en evidencia al ver fracasar una misión secreta de infiltración en la zona oriental de Libia. Un equipo de militares y espías fue depositado el viernes por un helicóptero a unos 30 kilómetros de Bengasi, aunque algunos medios dijeron que se habían lanzado en paracaídas.
Con independencia de cuál fuera su objetivo, no tardaron en ser detenidos por un grupo de rebeldes. El equipo estaba compuesto por seis militares de los SAS (Fuerzas Especiales) y dos agentes del MI6. Su indumentaria, vestidos de negro, y equipaje los delataba: armas, explosivos y pasaportes falsificados.
Los miembros del grupo, con armas y pasaportes falsos, fueron liberados
Londres había intentado que la noticia no trascendiera y poder así negociar en secreto su liberación. Sin embargo, The Sunday Times ha dado la noticia este domingo y horas después la televisión gubernamental libia emitió la grabación de una supuesta conversación entre el embajador británico y un líder rebelde. El diplomático pedía que se solucionara pronto el problema al que llamó "malentendido".
Un dirigente del Consejo Revolucionario de Bengasi explicaba así la detención a un periodista de The Guardian: "Llevaban material de espionaje, múltiples pasaportes y armas. Esto no es forma de actuar en una rebelión. Gadafi ha traído a miles de mercenarios para luchar contra nosotros, y la mayoría usa pasaportes extranjeros. ¿Cómo sabemos que estos eran quienes decían ser?"
"Equipo diplomático"Londres pretendía entablar contactos con los dirigentes de la sublevación
El Gobierno británico ha insistido en que se trataba de un "equipo diplomático". Pero los detalles difundidos desde Libia han permitido confirmar que la élite de los militares y servicios de inteligencia había sufrido una humillación. Por la tarde, el grupo fue liberado y abandonó el país en la fragata HSS Cumberland.
"El equipo fue a Libia para entablar contacto con la oposición", ha explicado después el ministro de Exteriores, William Hague. "Han pasado por dificultades que ya han sido resueltas". El Gobierno pretende enviar otra delegación, aunque es de suponer que esta vez lo coordinará con las nuevas autoridades de Bengasi y no empleará métodos tan espectaculares como poco efectivos. Atravesar la frontera en coche será un método menos complicado que un viaje nocturno en helicóptero.
Ningún Gobierno occidental ha tenido muy claro cómo enfrentarse a los acontecimientos de Libia, que han evolucionado desde una protesta popular hasta una guerra civil. El primer ministro David Cameron ha querido ejercer un protagonismo más activo que otros países europeos y se ha encontrado con que cada iniciativa terminaba en fracaso.
En primer lugar, fue la evacuación de los ciudadanos británicos en Libia, definida por la mayoría de los medios de comunicación como un fracaso embarazoso que llevó a Cameron a pedir disculpas. Hace una semana, el primer ministro se mostró muy agresivo en la Cámara de los Comunes con un llamamiento claro para la imposición de una zona de exclusión aérea. Además, no descartó entregar armas a la oposición libia.
Al día siguiente, Cameron tuvo que plegar velas ante la falta de interés inicial de Washington en las medidas militares. La respuesta a la crisis ha provocado fisuras en el Gobierno. El ministro de Educación, Michael Gove, ha pedido en una reunión del Gabinete un apoyo más decidido a los rebeldes y ha criticado la política más cautelosa de Hague. Algunos ministros calificaron la intervención de Gove de "mesiánica".
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