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“Es muy frustrante estar quieto sabiendo que hay gente que necesita ayuda”

Los equipos de búsqueda y rescate extranjeros abandonan Nepal atendiendo a la orden del gobierno, sobra el personal de salvamento y se necesitan víveres como mantas, agua y comida.

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Soldados trabajan en una operación para recuperar los cuerpos de las personas fallecidas por la avalancha causada por el terremoto en Langtang, Nepal./REUTERS

KATMANDÚ.- Más de una semana después del terremoto de 7.8 grados que azotó Nepal el pasado 25 de abril, los equipos de Búsqueda y Rescate Urbano (USAR) extranjeros abandonan el país. Las personas muertas superan las 7.500 y los heridos son más de 14.400.

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Los helicópteros son cruciales para la asistencia y el rescate: un viaje aéreo de una hora equivale a una ruta de varios días entre montañas. Además, los desprendimientos provocados por el terremoto han bloqueado los caminos que conectan las aldeas remotas que más ayuda necesitan, dificultando aun más el acceso por vía terrestre.

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A la falta de equipos aéreos se le ha añadido otra dificultad: la desorganización. “El Gobierno de Nepal es quien toma el control de la situación de emergencia. Suyas son las decisiones porque suya es la soberanía. La ONU está aquí para apoyar y aconsejar al Gobierno y para facilitar la coordinación del trabajo entre los distintos equipos de ayuda internacional”, explica Orr.

El resultado lo sintetizan los miembros de MSB, que aseguran que han estado mucho tiempo parados y que casi no han tenido trabajo. “Es muy frustrante estar quieto sabiendo que hay gente que necesita ayuda”, comenta Tamara González, sanitaria del grupo de BSF. Un sentimiento que se ha repetido en varias ocasiones entre los miembros de distintos grupos de rescate.

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