Este artículo se publicó hace 16 años.
Fuerza bruta inútil en la 'tierra de los bandidos'
El conflicto afgano es una guerra que no se puede ganar.
Carlos Enrique Bayo
En el Líbano de la guerra civil poliédrica, los beirutíes decían: "Yo estoy contra mi hermano, pero mi hermano y yo estamos contra el vecino, y los tres estamos contra todos los demás".
Ese caos bélico fratricida es inextirpable en Afganistán, me explicaron los invasores soviéticos allí hace 20 años. Yo no me lo acabé de creer hasta que fui secuestrado brevemente en Herat por muyahidines que no sabían muy bien en qué bando luchaban, pero portaban potentes fusiles de asalto sin haber cumplido aún 15 años.
La "tierra de bandidos" (significado de Afganistán en urdu) siempre fue una trampa para los extranjeros, desde Tamerlán hasta el Gran Juego de las potencias coloniales, hace un siglo. En el caso de las tropas españolas, han logrado librarse de lo peor rehuyendo el combate y hasta canalizando fondos de ayuda de la OTAN hacia líderes tribales que sabían talibanes.
El conflicto afgano es una guerra que no se puede ganar, como bien sabe el presidente Karzai, quien se limita a asegurar su trono en Kabul y permite que islamistas y narcos campen a sus anchas en el resto del país. Por eso, cuando Obama nos pida que enviemos más soldados a morir allí hemos de plantearnos si eso tendrá alguna utilidad.
Obama quiere ganar en Afganistán con las tropas que retire de Irak. Ese plan adolece del mismo fallo que cometió la URSS: pensar que con la fuerza bruta se puede doblegar a los afganos.
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