Este artículo se publicó hace 16 años.
El gobernador de Nueva York, implicado en una red de prostitución
Eliot Spitzer ha pedido disculpas a su familia en una comparecencia pública, pero no ha dicho si dimitirá
Isabel Piquer
Hacía tiempo que Nueva York no vivía un escándalo tan jugoso. Eliot Spitzer, el incorruptible fiscal que fue elegido gobernador demócrata en 2006 tras prometer luchar contra la corrupción y el fraude, fue acusado ayer de recurrir a una red de alta prostitución.
La acusación podría costarle el puesto y acabar con su prometedora carrera política. Spitzer, que compareció brevemente ante los medios, no dio detalles sobre el caso ni pistas sobre su futuro. Según aseguraba ayer The New York Times, citando fuentes anónimas de la investigación, Spitzer era el cliente número 9 que en la noche del 13 de febrero (en la misma víspera del día de San Valentín) pidió al Emperors Club VIP que trasladara a una de sus prostitutas de Nueva York a la habitación 871 de su hotel en Washington. Siempre según el Times, el FBI que vigilaba la red, grabó la conversación del gobernador, que fue informado de las acusaciones el pasado viernes por la noche.
El Emperors VIP Club, cuyos cuatro responsables fueron detenidos la semana pasada, servía a clientes adinerados, ofrecía sus servicios en Nueva York, Washington, Miami, Londres y París, y llegaba a cobrar hasta 5.500 dólares la hora.
Habitualmente, una investigación federal no conduce al procesamiento de clientes de prostitutas. Sin embargo, el hecho de que la mujer viajara hasta Washington, por tanto cruzando la frontera de un estado, sí puede colocar en graves problemas a Spitzer. En una brevísima y críptica comparecencia ante los medios, Spitzer, aseguró haber “actuado en contra de mis obligaciones familiares y mi sentido de lo correcto” y se disculpó “primero ante mi familia” y “ante el público”. “No he estado a la altura de lo que esperaba de mí mismo”, dijo desde su oficina en Manhattan, rehusando contestar a las preguntas de la prensa.
Le acompañaba su mujer con los ojos vidriosas y un aspecto desolador. El matrimonio tiene tres hijas.
La noticia dejó boquiabierta a la ciudad. Spitzer, de 49 años, brillante abogado de impoluto currículum, incansable fiscal de Nueva York, hombre adinerado de buena familia, es una de las figuras con más futuro del Partido Demócrata.
Ha luchado contra los delitos de cuello blanco iniciados en Wall Street, los abusos de las aseguradoras, y en su primer año de gobernador, intentó incluso legalizar (sin conseguirlo) el matrimonio homosexual. El escándalo podría acabar con su carrera y algunos medios locales apuntaban ayer a su próxima dimisión.
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