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La guerra abierta de Erdogan contra el PKK se cobra miles de vidas en el Kurdistán

Distritos enteros arrasados

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La ciudad de Diyarbakır, al sudeste de Turquía.

DIYARBAKIR.- En las calles bulliciosas de Sur, la ciudad vieja de Diyarbakir, el ambiente parece animado: los comerciantes exhiben su mercancía al sol, los viandantes compran y charlan despreocupados, y solo de vez en cuando un caza irrumpe en el cielo, obligando con su estruendo a suspender la conversación algunos instantes. Un segundo vistazo hace comprender que la calma es engañosa y esconde una tensión latente, magnificada por la omnipresencia de las fuerzas de seguridad turcas en forma de uniformados, calles cortadas por barreras policiales y vehículos blindados por doquier. Hasta hace tres meses, el centro histórico de esta ciudad era una zona bélica.

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“Mataron a mi tío durante la ofensiva”, asegura Mahsun, en la veintena, mientras remueve su té en Hasan Pasa, uno de los lugares de ocio más turísticos de la ciudad cuando aún había turistas. “Un tanque pasó por encima de mi amigo, lo aplastó delante de mis ojos”, asegura otra habitante. En Diyarbakir y el resto del Kurdistán turco, todo el mundo tiene a un ser cercano en la guerrilla. O en prisión. O muerto.

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El apoyo de la población a los rebeldes es masivo y evidente. Las paredes de Sur aparecen sembradas de pintadas a favor de Abdulá Ocalan, líder de los kurdos encarcelado a perpetuidad, del PKK y de las YDG-H. Cientos de casas fueron destruidas durante los bombardeos y ciertas partes de la ciudad permanecen aún hoy cerradas a cal y canto por barreras policiales. Un paseo por los callejones estrechos de Sur permite ver los boquetes dejados por la artillería turca. Los habitantes que pudieron, huyeron despavoridos. Unos zapatos aún esperan a la entrada de una vivienda abandonada con la puerta descerrajada. Muchas de las casas del centro ya solo están habitadas por los fantasmas.

Distritos enteros arrasados

La ciudad de Diyarbakır, al sudeste de Turquía.

Antes de la ofensiva del ejército, apenas había huellas del Estado en la ciudad, a excepción de los edificios oficiales; ahora, vuelven a exhibirse inmensas banderas turcas sobre la muralla que rodea el casco histórico, simbolizando el regreso de la autoridad estatal a Diyarbakir.

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Crímenes contra la Humanidad

Unas 350.000 personas se han visto desplazadas por los combates en la región, según el International Crisis Group, y según cifras oficiales, más de 4.000 combatientes del PKK han sido “neutralizados”. Las organizaciones de derechos humanos denuncian que muchos de esos guerrilleros son, en realidad, población civil.

La ciudad de Diyarbakır, al sudeste de Turquía.

La respuesta de la comunidad internacional ante la violencia ejercida por el Estado turco ha sido hasta ahora tibia, si no nula. “Europa cierra los ojos porque quiere mantener el trato con Erdogan sobre los refugiados y porque Turquía sigue siendo miembro de la OTAN”, afirma la periodista Güzide Diker, de la agencia Jinha News ubicada en Diyarbakir.

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