Este artículo se publicó hace 13 años.
Una guineana de 32 años, viuda y discreta
Poco se sabe de la camarera denunciante, que trabajaba en el Sofitel desde 2008
Ella es una inmigrante guineana de 32 años que limpiaba habitaciones en el hotel Sofitel de Nueva York. Él era hasta el mes pasado el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y su nombre sonaba como el favorito para derrotar a Nicolas Sarkozy en las próximas elecciones presidenciales francesas. Ella se crió en una aldea de Guinea-Conakry y habla mal inglés, según sus vecinas. Él es economista y político parisiense. Ella es musulmana. Él es judío. Ella es viuda y tiene una hija de 16 años. Él tiene cuatro hijas y está casado en terceras nupcias con Anne Sinclair, periodista muy famosa en Francia y una rica heredera. Ella vivía en un pequeño apartamento en el Bronx de Nueva York. Él tiene dos apartamentos en París, una casa de cuatro millones de dólares en Washington y un riad en Marraquech.
La vida de Dominique Strauss-Kahn, de 62 años, y la de su presunta víctima no podrían ser más distintas, pero se cruzaron el sábado 14 de mayo en la habitación 2806 del Sofitel, donde presuntamente el político francés intentó violarla. La prensa guineana compara la denuncia presentada por esta empleada de la limpieza contra Strauss-Kahn con la lucha de David contra Goliat. También es una lucha entre uno de los hombre más visibles en las finanzas y la política internacionales, y una mujer anónima e invisible, de la que se conoce muy poco.
Los abogados de DSK amenazan con desprestigiarla, pero ella parece intocable
Los abogados de Strauss-Kahn van a por ella. Aseguran que poseen información que puede minar la credibilidad de la víctima. Pero no han explicado nada más. "Si intentásemos alimentar indebidamente esta histeria mediática, podríamos publicar información sustancial que en nuestra opinión socavaría la calidad de este proceso y también minaría la credibilidad de la demandante", amenazan los abogados del político francés, en una carta dirigida a la Fiscalía y al juez instructor.
Los letrados han contratado los servicios de la empresa de seguridad Guidepost Solutions para que investiguen el pasado de la víctima y traten de encontrar trapos sucios para utilizar en el juicio. Intentar minar la credibilidad de la víctima puede ser una de las estrategias que utilice la defensa en el juicio. Poner en duda la palabra de la mujer que ha denunciado la violación, calificar de exageración su relato o argumentar en el juicio que la relación sexual fue consentida y que no hubo violación son otras. Porque el ADN de Strauss-Kahn supuestamente encontrado en el uniforme de la víctima no sería prueba suficiente para demostrar que se trató de una violación.
Tanto la prensa estadounidense como la francesa han difundido estos días informaciones que han resultado falsas. Por ejemplo, un hombre que se presentó a la prensa como su hermano y aseguró que la víctima le llamó llorando después de los hechos resultó ser un embustero. Los rumores abundan. Un abogado de la víctima, Jeffrey Shapiro, dice que no tiene conocimiento de que hayan hecho jugosas ofertas económicas de siete cifras a la familia de la denunciante en Guinea a cambio de que esta retire la denuncia. William Taylor, abogado de Strauss-Kahn, lo niega.
Identidad protegida¿Pero quién es la presunta víctima? La prensa estadounidense, al contrario que la francesa, no ha difundido su nombre, como es habitual en los casos de agresión sexual, para proteger la identidad de la víctima.
La prensa estadounidense, al contrario que la francesa, no ha difundido su nombre
Poco a poco se saben detalles. Nació en Guinea, se casó a los 15 años, se quedó viuda a los 17 años tras morir su marido de una enfermedad y ha tenido dos hijos: una hija de 16 años que vive con ella en Nueva York y un hijo que murió cuando era pequeño. Es alta: mide 1,80 metros. Emigró legalmente a EEUU, tiene permiso de trabajo y desde hace tres años limpiaba habitaciones en el Sofitel.
Jorge Tito, director general del hotel, explicó que estaba "satisfecho de su trabajo y de su comportamiento". Sus vecinos aseguran que es tímida, discreta, una buena persona y que no causa problemas. "No tiene ninguna idea en la cabeza. Hace esto porque piensa que es lo tiene que hacer y lo va a hacer", dijo Shapiro, que niega que Strauss-Kahn sea víctima de un complot.
Son pinceladas de un retrato que quedará incompleto hasta que esta empleada de la limpieza testifique en el juicio, explique quién es y aclare qué es lo que ocurrió en la habitación 2806.
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