Este artículo se publicó hace 17 años.
Los halcones controlan el programa nuclear iraní
El relevo del principal negociador iraní con Occidente en relación al programa nuclear revela que el presidente, Mahmud Ahmadineyad, ha conseguido imponerse en la lucha entre los diferentes centros de poder del Estado iraní.
Said Jalili, un aliado de Ahmadineyad, ha reemplazado a Alí Larijani, que hasta ahora había defendido una línea pragmática y dialogante en los contactos con los países occidentales.
El relevo ha sido el último en una serie de nombramientos, incluidos los puestos directivos en el banco central y en el Ministerio del Petróleo, favorables para los partidarios del presidente iraní. Los cambios fortalecen su posición de cara a las elecciones legislativas de marzo de 2008 y las presidenciales de 2009.Sin embargo, Ahmadineyad no controla en exclusiva el programa nuclear iraní, que está bajo la autoridad directa del líder espiritual del país, el ayatolá Alí Jamenei. El hecho de que Jamenei haya dado el visto bueno al nombramiento de Jalili demuestra que apoya la política de Ahmadineyad. El presidente piensa que las negociaciones con Occidente han fracasado y que EEUU está demasiado implicado en Irak y Afganistán como para abrir un nuevo frente militar en Irán.
"Dos análisis sobre el futuro de la crisis nuclear"
"Hay dos análisis diferentes en Irán sobre el futuro de la crisis nuclear. Uno se centra en conseguir ventajas a través de las negociaciones", dice el profesor de la Universidad de Teherán Hamidreza Jalaiepour. "El otro parte de la idea de que los países occidentales no tienen poder suficiente como para detener los avances iraníes, y por eso no temen a nada. Este análisis es el que ha predominado (en el poder) y es el de Ahmadineyad".
El presidente ha aumentado su poder en varios centros políticos del país. El gobernador del banco central tuvo que abandonar el cargo en agosto tras una disputa sobre la política monetaria. El ministro del Petróleo fue destituido por sus diferencias con Ahmadineyad en el nombramiento de directivos de la industria petrolífera.
El Ministerio -hasta ahora lleno de tecnócratas sin perfil político- ha quedado ya bajo el control directo de la Presidencia iraní."Está propiciando estos cambios de forma astuta y gradual", dice un analista que prefiere no identificarse, "con la intención de colocar a su gente en todas las posiciones de poder en la Administración. Así será más difícil que algún rival político pueda competir contra él en las próximas elecciones presidenciales".
Estas maniobras pueden terminar siendo contraproducentes. Si la economía, que ahora disfruta de altos ingresos petrolíferos, comienza a resentirse y la inflación -ahora en el 17% anual- continúa creciendo, Ahmadineyad y sus aliados no tendrán a nadie a quien culpar.Pero los analistas creen que sus desafíos a Occidente podrían ser la excusa perfecta en el caso de que la escalada de la tensión llevara a la aprobación de nuevas sanciones o incluso acciones militares.
"Cualquier presión internacional sobre Ahmadineyad estabilizará su situación. Los ataques militares nos obligarían a apoyarle", dice un ex alto cargo cercano a Jamenei y que mantiene posturas críticas.
Irán no admite la menor crítica a su programa nuclear. El Gobierno iraní reiteró ayer su rechazo a las amenazas occidentales con una carta dirigida al ministro francés de Exteriores: "Irán no permitirá que se suprima su derecho a la tecnología nuclear. Las medidas, como las adoptadas en el Consejo de Seguridad de la ONU, las sanciones económicas y otras amenazas no serán un obstáculo para las decisiones que tome nuestro Gobierno".
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