El doble atentado suicida que en la noche del jueves asesinó a 42 personas en un templo sufí en la ciudad de Lahore, en el este de Pakistán, ha generado una ola de protestas en contra de las autoridades paquistaníes, incapaces de frenar la cadena de ataques con sello talibán.

De acuerdo con la versión policial, al menos 152 personas resultaron heridas, de las que 28 están graves. En Lahore, de siete millones de habitantes, el ambiente hoy era muy tenso; se registraron protestas multitudinarias y se convocó un paro de tres días. El ataque suicida del jueves coincidió con una fecha especial en el calendario de la corriente mística sufí, en el complejo religioso de Data Darbar, que está situado cerca del centro histórico de Lahore.

Varios miles de personas se hallaban en el interior del santuario cuando, en un intervalo de pocos minutos, se sucedieron tres explosiones, dos de ellas provocadas por terroristas suicidas de unos 20 años de edad y una tercera supuestamente por un artefacto de baja intensidad, según fuentes de seguridad paquistaníes. Uno de los suicidas se inmoló en un sótano y el otro en el patio del complejo frente a un edificio principal, mientras que la otra detonación tuvo lugar en la entrada del santuario.

Las televisiones paquistaníes emitieron hoy imágenes de los movimientos efectuados por los suicidas, en lo que parece ser un claro fallo de seguridad en un recinto dotado con escáneres y donde se realizan cacheos corporales.

En las secuencias se observa cómo uno de los suicidas accede al recinto corriendo, vestido de blanco y con un bolso negro que sujeta con las dos manos. Poco después se produce la primera explosión y una estampida de gente que intentaba escapar del lugar. A continuación, entra el segundo terrorista para repetir el ataque.