Este artículo se publicó hace 12 años.
Irán aplica penas de hace 3.800 años
El atávico "ojo por ojo, diente por diente" que establece la ley del talión también sigue vigente en Arabia Saudí y Pakistán
En el Irán de Mahmud Ahmadineyad la gente corriente carece de todo tipo de derechos, pero goza del espeluznante poder de decidir quién vive y quién muere, quién es torturado y quién no. Así de simple y cruel. Irán es uno de los países que sigue aplicando el principio del "ojo por ojo, diente por diente", que estableció el rey Hammu-rabi de Babilonia hace casi 3.800 años. Según Amnistía Internacional, la ley del talión rige también en Arabia Saudí y Pakistán, y hay indicios de que podría emplearse además en algunas regiones de Afganistán, Nigeria y Sudán.
El Código Hammurabi redactado en 1780 a.C. permitía a la familia de la víctima infligir al agresor el mismo castigo que esta sufrió, siempre que ambos fueran de la misma categoría. La legislación también establecía penas económicas y de mutilación en proporción al daño causado.
En esos mismos principios atroces se basan las qisas, la interpretación de la ley del talión que algunos países incluyen en la sharia, la ley islámica. Las qisas conceden derechos exclusivos al agredido o a su familia, en caso de haber fallecido, para determinar, sin la intervención de la Justicia, qué castigo recibe el atacante. "Las qisas son disputas privadas. Al no intervenir el Estado, el acusado no puede recurrir la pena que decida la familia", explica a Público Olatz Cacho, especialista de Amnistía Internacional en temas iraníes.
Teherán asegura que en 2010 se produjeron 245 ejecuciones, pero IHR documentó más de 700
Los familiares pueden solicitar tres penas distintas: la ejecución del agresor, impartirle la misma lesión o recibir una compensación económica ("precio de sangre") después de haberle perdonado. Sin embargo, igual que en el Código Hammurabi, el grado de aplicación de las qisas depende de la categoría de la víctima, otorgando menores posibilidades de retribución a las mujeres y a las familias de bajos ingresos.
"La mujer vale la mitad que el hombre en la legislación iraní", denuncia Mahmood Amiry Mogha-ddam, de la organización Iran Human Rights (IHR). Por ejemplo, el artículo 209 del Código Penal iraní de 1991 establece que si un hombre asesina a una mujer, la familia de la víctima puede reclamar la aplicación de la venganza si antes ha pagado al criminal una compensación económica equivalente a la mitad del valor de su "precio de sangre".
Las organizaciones de derechos humanos consideran que Irán es el país donde más se aplican estas terribles condenas, aunque la censura impuesta por el régimen de Ahmadineyad dificulta la obtención de cifras concretas. "Estoy segura de que cada año hay más de cien casos", afirma Cacho.
El fiscal general de Irán, Gholamhossein Mohseni Ejei, aseguró que en el primer cuatrimestre de 2011 habían sido ejecutadas 45 personas. Otras 54 fueron enviadas al corredor de la muerte por asesinatos o violaciones resueltos mediante la ley del talión. Sin embargo, activistas como Moghaddam consideran que la cifra es muy superior: "Según el Gobierno iraní, se efectuaron 245 ejecuciones en 2010, pero nosotros tenemos documentadas más de 700".
La opacidad del régimen afecta especialmente a las agresiones físicas que se resuelven con las qisas. "Después de la condena a morir lapidada por adulterio de Sakineh Ashtianí [que finalmente fue derogada], las autoridades saben que esos casos despiertan mucha atención internacional y los mantiene en secreto", señala el representante de IHR en conversación telefónica desde Oslo.
El horror de las 'qisas'Es el caso de Ameneh Bahramí, una mujer iraní que quedó ciega después de que su pretendiente le arrojara ácido a la cara en 2004. En julio de 2011, Bahramí, de 32 años, decidió perdonar a su agresor segundos antes de que le infligieran el mismo castigo que ella sufrió: es decir dejarlo ciego con ácido. A cambio de su perdón, le reclamó una indemnización de 150.000 euros para costearse el tratamiento de reconstrucción de sus ojos y rostro, gravemente desfigurados por los efectos del ácido sulfúrico. Mientras no pague, el hombre permanecerá en la cárcel, donde ya ha cumplido siete de los 12 años a los que fue condenado.
"Irán utiliza la ley del talión para asustar a la población y evitar protestas democráticas"
Bahramí, que vive la mayor parte del año en Barcelona donde recibe ayudas sociales y se ha sometido a una decena de intervenciones quirúrgicas, consiguió en 2008 la autorización judicial para vengarse de su pretendiente.
Según varias organizaciones, las autoridades iraníes llevaban meses presionándola para que cambiara de opinión, ante la repercusión del caso en el extranjero. "Parecía que todo el mundo estaba esperando a ver lo que hacíamos", aseguró Bahramí tras perdonar al despechado.
Amnistía Internacional fue una de las organizaciones que lideró una campaña para frenar la brutal condena, ya que, según explica su presidente en España, Alfonso López, "tanto la víctima como el acusado tienen derecho a un juicio justo en el que se estipulen penas proporcionales y no castigos que equivalen a la tortura".
En la decisión de Bahramí también pesó el consejo del doctor Ramón Medel, del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona, según contó ella misma. "Me preguntó y le dije que no debía hacerlo, aunque ya parecía convencida", relata Medel, que ha practicado ocho intervenciones a Bahramí y tiene pendientes otras más. El especialista, que ha atendido a otras dos mujeres iraníes atacadas con ácido, subraya la "dificultad" de entender, desde la sociedad occidental, la existencia de la ley del talión.
Una práctica habitualEl de Bahramí no es un caso aislado en el Irán actual, donde algunas agresiones físicas se han resuelto mediante el escarmiento. En 2010, por ejemplo, las autoridades amputaron la mano a un hombre acusado de asesinato y otros dos fueron condenados a ser cegados con ácido uno de ellos, a perder también una oreja como compensación por los delitos cometidos.
Las mujeres sólo pueden pedir venganza si pagan una compensación económica a su agresor
"El régimen utiliza las qisas para asustar a la población y evitar protestas prodemocráticas", denuncia Moghaddam, de IHR. "La gente no puede manifestarse, pero sí puede escoger si aplica o no las qisas", concluye.
El horrible "ojo por ojo, diente por diente" también es bienvenido en Arabia Saudí y Pakistán, según Amnistía, aunque resulta menos frecuente que en Irán. Poco se imaginaría el rey Hammurabi que su ley del talión seguiría vigente casi cuatro milenios después muy cerca de donde la redactó. La antigua ciudad de Sippar, en el actual Irak, está a escasos 200 kilómetros de Irán. Tiranos como Ahmadineyad aún consideran válida su repulsiva concepción de la justicia.
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