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Japón arroja al océano 11.500 toneladas de agua irradiada

El OIEA reconoce que la empresa de Fukushima no tomó medidas suficientes para evitar la catástrofe

DAVID BRUNAT

El océano Pacífico será el vertedero de 11.500 toneladas de agua radiactiva procedente de la central nuclear de Fukushima. Los operarios de la planta empezaron ayer a tirar el líquido al mar, restos del agua empleada para enfriar las piscinas de combustible de los reactores durante las últimas tres semanas. El nivel medio de yodo radiactivo es 100 veces superior al límite legal, una cifra que en condiciones normales se consideraría elevada, pero que en el contexto de desmesura de Fukushima puede calificarse de discreta.

Así lo hicieron ayer los responsables de la decisión, quienes quitaron dramatismo a la noticia. 'Puesto que no es dañino para la salud y es necesario para prevenir un peligro incluso mayor, hemos decidido que era inevitable', sostuvo el portavoz de la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón (ASNJ), Hidehiko Nishiyama. 'Hemos llegado a esta conclusión porque, a pesar de que ese agua contiene partículas radiactivas, no tenemos otra opción que verterla en el mar', confirmó en otras palabras el portavoz del Gobierno, Yukio Edano, quien no obstante pidió a la compañía que gestiona la central, la Tokyo Electric Power (Tepco), que vigile el posible impacto medioambiental de la radiación.

'No tenemos otra opción que verterla en el mar', justifican las autoridades

Unas 10.000 toneladas del vertido proceden de depósitos especiales de la central nuclear, y las 1.500 restantes de los sótanos de los reactores 5 y 6, las únicas unidades que hasta hoy han podido ser controladas. El objetivo de tan impopular medida es dejar espacio libre para poder evacuar el agua que inunda los reactores 1, 2 y 3, y que contiene un nivel de radiación muchísimo más elevado (hasta 100.000 veces por encima del límite permitido) que la que se está liberando al mar. Mantener los tanques llenos significaría eternizar en los reactores ese agua letal que impide a los operarios avanzar en la lucha por controlar la central nuclear y pone en riesgo su vida, argumentó Tepco.

A pesar de todo, el portavoz del Gobierno concedió un resquicio de preocupación en su discurso: 'Tenemos que parar el escape de agua contaminada al océano cuanto antes. Si esta situación se alarga mucho tiempo, acumulando cada vez más substancias radiactivas, tendrá un enorme impacto en el océano'. La perspectiva no es precisamente halagüeña: según fuentes oficiales, se podría tardar meses en detener los escapes radiactivos, e incluso más tiempo para tener la situación bajo control. Desmantelar la central nuclear precisará varios decenios.

Admiten que si el escape sigue 'tendrá un enorme impacto en el océano'

El objetivo más acuciante en la actualidad sigue siendo sellar el reactor 2, cuyo agua fluye todavía sin control al océano. Los esfuerzos de Tepco para cerrar la brecha encontrada en una fosa situada debajo del reactor están, hasta el momento, fracasando. La primera medida fue rellenar la fisura con hormigón, y no tuvo éxito por la incapacidad para solidificarse. Después de eso, en plena desesperación, se ha ido optando por alternativas cada vez más rocambolescas. El domingo se mezcló serrín y papel de periódico con el cemento, y ayer se recurrió a sales de baño en polvo para tratar de producir un color lechoso que ayude a rastrear el origen de la fuga radiactiva.

Tepco anunció también que planea extender una especie de cortina en el mar cercano a Fukushima para impedir que el limo radiactivo salga del perímetro y empeore el daño a la fauna marina. Se necesitarán varios días para instalar la barrera, según indicó el portavoz de la ASNJ. 'No se puede encerrar completamente el agua contaminada o evitar que se propague, pero [la cortina] puede contener una gran parte de ella', dijo Nishiyama. La fuente exacta de la radiación sigue siendo un misterio.

Por su parte, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) denunció ayer que Tepco no tomó las medidas de seguridad adecuadas para evitar el accidente de Fukushima. 'Las medidas adoptadas no fueron suficientes', indicó Yukiya Amano, director general del OIEA. 'Las preocupaciones de millones de personas de todo el mundo sobre si la energía nuclear es segura deben ser tomadas en serio. Una adhesión rigurosa a las normas internacionales más estrictas de seguridad y plena transparencia son vitales para restablecer la confianza pública en la energía nuclear', añadió. Amano se mostró convencido de que se encontrarán las 'formas para que en el futuro no se repitan estos accidentes'.

Por otra parte, la cifra de muertos y desaparecidos por el tsunami alcanza ya los 28.000. Unas 190.000 personas siguen viviendo en refugios comunitarios.

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