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Jonathan Pollard, el espía americano que trabajó para Israel, podría ser liberado después de 30 años

Después de permanecer en prisión durante tres décadas, Jonathan Pollard podría ser liberado en las próximas semanas o meses. En Israel, donde el espía es extraordinariamente popular, se le espera con los brazos abiertos.

Jonathan Pollard, el espía americano que trabajó para Israel, podría ser liberado después de 30 años

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

JERUSALÉN – Jonathan Pollard es el único ciudadano de Estados Unidos que ha sido condenado a cadena perpetua en ese país por espiar a favor de un país aliado, en este caso Israel. El próximo 21 de noviembre cumplirá sus primeros 30 años encerrado y, según la ley americana, podría quedar en libertad si el departamento de Justicia considera que no se da ninguna circunstancia para que continúe en prisión.

Citando a altos funcionarios, El Wall Street Journal publicó el 24 de julio que la administración Obama se está preparando para liberar a Pollard, que el 7 de agosto cumplirá 61 años, con el fin de mejorar las relaciones con Israel, que se han deteriorado notablemente a raíz del reciente acuerdo sobre el programa nuclear iraní. Según el periódico de Nueva York, la administración incluso podría liberarlo antes del 21 de noviembre.

En 1987 Israel reconoció públicamente que Pollard había espiado a su favor desde su posición como analista en las Fuerzas Navales de Estados Unidos

Jonathan Pollard fue detenido en 1985 y dos años después fue condenado a cadena perpetua. Este mismo año de 1987 Israel reconoció públicamente que Pollard había espiado a su favor desde su posición como analista en las Fuerzas Navales de Estados Unidos. Al año siguiente, los dirigentes hebreos admitieron que le habían pagado por ese trabajo y en 1995 le concedieron la nacionalidad israelí.

La verdadera naturaleza del espionaje de Pollard no se conoce puesto que se trata de material clasificado. Sin embargo, en los últimos años se ha publicado que Pollard envió a Israel documentación muy secreta en cantidades desorbitadas, “que si se imprimieran en papel serían necesarios muchos camiones para transportarlas”.

También se ha publicado que entre esa ingente información figuraban los nombres y datos personales de todos los espías que Estados Unidos tiene por el mundo, tanto norteamericanos como extranjeros, y que Israel utilizó esos datos para “persuadir” a un gran número de los espías basados en Oriente Próximo para que también trabajaran para el Estado judío, amenazándoles con revelar sus identidades si no colaboraban.

Ya desde antes de ser condenado en 1987, Israel ha tratado por todos los medios de obtener su liberación. Se ha dicho que Pollard podría ser muy útil para estudiar y descifrar todo el material que él mismo envió y que 30 años después no ha sido agotado por los servicios de inteligencia israelíes.

Casi todos los presidentes americanos de las últimas tres décadas han recibido presiones de Israel y del lobby judío para liberar a Pollard

Casi todos los presidentes americanos de las últimas tres décadas han recibido presiones de Israel y del lobby judío para liberar a Pollard. No obstante, esto no se ha producido debido a que los máximos responsables del FBI y de la CIA han amenazado a los presidentes con una cadena de dimisiones de altos funcionarios de los servicios de inteligencia. Esta circunstancia no ha cambiado y a día de hoy constituye el principal escollo para la liberación.

Pero también antiguos secretarios de Estado y de Defensa, líderes republicanos y demócratas en el Congreso, y todo tipo de altos funcionarios se ha opuesto con firmeza a la liberación argumentando que el daño que Pollard ha causado a Estados Unidos es mucho mayor de lo que ha transcendido a los medios de comunicación.

En varias ocasiones Pollard ha manifestado su intención de viajar a Israel tan pronto como salga de prisión, pero no es nada seguro que esto pueda ocurrir puesto que los americanos podrían obligarlo a permanecer en algún lugar de Estados Unidos bajo vigilancia permanente si consideran que todavía puede ser peligroso para sus intereses.

Se ha escrito que Israel utilizó la información recibida de Pollard para asuntos turbios y que transfirió parte de ella a la entonces Unión Soviética, aparentemente en un intercambio de información satisfactorio para los dos países. Igualmente, el Estado judío habría traficado con la información recibida con otros países, algunos de los cuales no mantenían buenas relaciones con Estados Unidos.

Nacido en Texas, Pollard recibió en su casa una educación judía y desde muy joven se involucró con organizaciones judías. La tragedia del Holocausto, que afectó a algunos de sus familiares, siempre la tuvo presente y en cuanto pudo visitó los campos de concentración y viajó a Israel. Ya desde adolescente solía presumir ante sus amigos de que trabajaba para el Mosad.

Solicitó empleo en la CIA, donde fue rechazado por haber consumido drogas “en exceso” en su juventud, y en los servicios de inteligencia de las Fuerzas Navales, donde en 1979 fue aceptado y pasó a trabajar en el área dedicada a la Unión Soviética

En 1976 completó sus estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Stanford. Poco después solicitó empleo en la CIA, donde fue rechazado por haber consumido drogas “en exceso” en su juventud, y en los servicios de inteligencia de las Fuerzas Navales, donde en 1979 fue aceptado y pasó a trabajar en el área dedicada a la Unión Soviética.

En 1984, Pollard ofreció sus servicios a un coronel israelí que estaba de paso en Estados Unidos e inmediatamente comenzó a pasar información a Israel que tenía que ver con este país, pero también con otros países. Paralelamente ofreció sus servicios a Sudáfrica, Paquistán y otros países. En algún caso recibía dinero a cambio de la información. En el caso de Israel incluso llegó a tener un salario mensual de 2.400 dólares, además de recibir todo tipo de lujosos regalos.

Pollard levantó sospechas entre sus colegas y sus jefes pero no se pudo demostrar que trabajaba para Israel. Como mucho parecía que sacaba documentos del lugar de trabajo, pero no se sabía con qué fin. Poco a poco el FBI entró en acción. Pollard consiguió mantenerse firme y solo confesó cuestiones menores. La investigación progresó y cuando se vio perdido, en compañía de su esposa Anne, también implicada, viajó a Washington para pedir asilo en la embajada de Israel.

El 21 de noviembre de 1985 los guardias israelíes que custodiaban la embajada rechazaron al matrimonio cuando este se disponía a entrar en el recinto. Agentes del FBI arrestaron inmediatamente a Pollard. Algunos responsables de los servicios de inteligencia israelíes han asegurado que Pollard cometió el error de no avisar a la Embajada con antelación puesto que si lo hubiera hecho se le habría concedido asilo inmediatamente. No obstante, en 2014, Rafi Eitan, que había sido el responsable del cuerpo israelí del que dependía el espía, manifestó que no se le permitió entrar en la embajada deliberadamente con el fin de no tensar las relaciones con Washington.

Su esposa Anne fue condenada a solo cinco años, se le puso en libertad a los tres años y enseguida emigró a Israel. Pollard se divorció de Anne argumentando que no quería tenerla atada durante todos los años que estuviera en prisión. Sin embargo, poco después volvió a casarse con una mujer canadiense.

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