Este artículo se publicó hace 13 años.
La justicia haitiana aprieta a 'Baby Doc', pero no le ahoga
Amnistía logra de la fiscalía el compromiso de que se investigarán sus crímenes
El cerco se estrecha en torno al ex dictador Jean Claude Duvalier. La presión de Amnistía Internacional y de otros grupos de derechos humanos no sólo ha refrescado la memoria de los olvidadizos. También ha arrancado un compromiso oficial del fiscal general del Estado y del ministro de Justicia: se investigarán los crímenes contra la humanidad cometidos durante la tiranía hereditaria de los Duvalier.
En el interrogatorio efectuado el pasado martes, el fiscal encargado del caso sólo preguntó a Duvalier acerca del desfalco multimillonario de las arcas públicas. "Es un gran paso adelante. Debe hacerse justicia si Haití busca avanzar", aseguró categórico Gerard Ducos, principal investigador de Amnistía para Haití. "Lo que necesitamos ahora es un proceso rápido e imparcial, con estándares internacionales, que realmente lleve justicia a quienes han esperado durante años".
Y los que están esperando justicia son muchos: fueron 30.000 las personas asesinadas, otros muchos miles torturados, decenas de miles los exiliados. Cuatro de ellos (capitaneados por Michele Montas, ex portavoz del secretario de la ONU) ya han presentado su propia demanda contra Baby Doc. Una acción que Amnistía ha reforzado con la entrega de 100 documentos que testimonian ejecuciones extrajudiciales, desapariciones y torturas, tan habituales durante el régimen de terror que asoló Haití entre 1971 y 1986, tras heredar Baby Doc el trono de su padre, François Duvalier.
Pese a la represión sanguinaria y al asesinato sistemático, el dictador permanece en Puerto Príncipe desde el pasado domingo sin más presión que la prensa, a la que el jueves dio esquinazo sin mayor problema. Duvalier se trasladó de incógnito a una residencia lujosa en Pétionville, mientras los fotógrafos se volvían locos persiguiendo fantasmas. Incluso algunos temieron que hubiera abandonado el país, algo que las autoridades haitianas le han prohibido expresamente.
Baño de legalidadLas elucubraciones sobre qué llevó a Duvalier a regresar a Haití aumentan tras conocerse la cascada de acusaciones que pueden caer sobre el tirano. Tan descabellado es todo en el país de lo real-mágico de Carpentier, que el propio genocida tuvo que desmentir ayer a sus abogados y descartar cualquier tentación política en su regreso, algo que resulta evidente: sólo 200 personas le han apoyado en la calle y los partidarios que acuden a saludarle parecen salidos de un geriátrico.
La teoría más respaldada cree que Duvalier sólo pretende darse un baño de legalidad, con el visto bueno del Gobierno beneficiado por la cortina de humo que durante una semana ha envuelto el fraude electoral del 28 de noviembre-, para recuperar los cuatro millones de euros retenidos en Suiza. Una pretensión descabellada, porque cada acusación llama a una nueva. La penúltima: un grupo de repatriados sostiene que Duvalier promovió el tráfico de esclavos hacia República Dominicana, brazos fuertes para la recogida allí de la caña de azúcar. Dicen que la avaricia rompe el saco. Y el saco de Duvalier es demasiado pesado.
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