Este artículo se publicó hace 14 años.
"Se lamían los unos a los otros para obtener agua"
Stefan Schmitt es forense y responsable de la ONG Physicians for Human Rights. Lleva años abriendo fosas por todo el mundo.
Guatemala, Bosnia, Ruanda, Irak y, ahora, Afganistán. El científico y responsable de la ONG Physicians for Human Rights, Stefan Schmitt, lleva años abriendo fosas por todo el mundo. Su objetivo es dignificar a los muertos y devolver la memoria a los vivos. La Asociación para los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA) lo ha invitado a Barcelona.
Se cree que cuando Estados Unidos entró en Afganistán, en 2001, hubo una matanza de talibanes en el norte del país y sus cuerpos se enterraron después en la fosa de Dash-e-Leili. ¿Se sabe algo más?
Eso se alega, pero hasta que no haya una exhumación arqueológica para determinar los hechos todo se queda en suposiciones. Aunque los testimonios son bastante buenos.
Sin embargo, se baraja la cifra de 2.000 muertos.
Eso es lo que dicen los testimonios. Pero a nivel científico no puedo decir cuánta gente hay. Incluso ahora existe la sospecha de que después [cuando el caso salió a la luz] se llevaron los restos.
¿Por qué se sospecha que los estadounidenses estuvieron al corriente de esos asesinatos?
Bueno, primero porque ya está confirmado que [los verdugos, bajo el mando de Abdul Rashid Dostum, un señor de la guerra] trabajaban con ropas de los EEUU, de eso no queda duda. La pregunta es: ¿hasta qué punto los norteamericanos eran conscientes o hasta qué grado [los estadounidenses] estuvieron involucrados? Por eso yo digo que es necesario que se lleve a cabo una investigación independiente.
El presidente Obama dijo en una entrevista a The New York Times que se investigaría el caso. ¿Se ha hecho algo?
No.
¿Cree que se hará?
[Silencio.] Espero que algún día se haga...
Esos 2.000 hombres murieron en contenedores metálicos. ¿Fue la primera vez que se utilizaba este método en Afganistán?
El exterminio de 2.000 talibanes en Dash-e-Leili nunca ha sido investigado
Supuestamente ese método ya se había utilizado antes. Se deja a la gente encerrada en contenedores metálicos a pleno sol. Y al cabo de dos horas la situación se vuelve insoportable. Quienes estuvieron allí dentro contaban que se lamían el sudor unos a otros para tener agua.
¿Eso es una forma de tortura o una manera de ahorrar balas?
"La pregunta es: ¿hasta qué punto estuvo EEUU involucrado?"
Se puede decir que es un método para matar a mucha gente de una manera sencilla, sin gastar munición.
España ha tardado más de 30 años en abrir las fosas. Y todavía hay miedo. ¿Afganistán está preparado para abrir sus fosas?
Obviamente, la supervivencia es primordial, pero yo creo que no cabe duda de que los afganos quieren formar parte de algún proceso de justicia o reconciliación. Creo que así debería hacerse. Cuanto antes empiece, mejor. Porque, si no, la memoria se pierde.
Usted cuenta la importancia del testimonio oral y colectivo en la cultura afgana. ¿Es un pacto para reconstruir la historia?
No es tanto un pacto como un modo de comunicación social. En nuestros países la historia se trata a nivel académico: hay un foro público. En Afganistán, la historia es una cosa que se decide en común, que se transmite a través de una autoridad.
¿Cómo condiciona eso los análisis científicos?
[Risas] Nunca se dice, pero eso es un problema para la recuperación de una memoria histórica. Es problemático. Y, por lo tanto, la justicia es problemática. Es un reto.
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