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La lenta caída del heredero saudí Mohammad bin Salman

Aunque MBS sigue acaparando una gran parte del poder en Arabia Saudí, su padre ha adoptado en los últimos meses drásticas medidas para contener la ilimitada ambición que el príncipe mostró desde su ascenso formal al poder en 2017. La desastrosa guerra de Yemen y el asesinato del periodista Jamal Khashoggi han empezado a cobrarse los numerosos errores cometidos por el joven mandatario.

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El príncipe heredero Mohammad bin Salman, en una imagen de archivo. / AFP - BRENDAN SMIALOWSKI

JERUSALÉN,

El 18 de abril el diario Al Akhbar publicó un informe demoledor con respecto al príncipe saudí, Mohammad bin Salman (MBS). El periódico de Beirut confirmaba las informaciones publicadas unas semanas antes por The Guardian acerca de la decisión del rey Salman de recuperar los poderes absolutos que le concedió a su hijo en 2017, cuando lo designó heredero y factótum general.

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Un informe confidencial atribuido a la corte de los Emiratos Árabes Unidos venía a ratificar las malas relaciones entre padre e hijo, y añadía que el monarca había tomado las riendas del poder tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en octubre pasado dentro de la representación diplomática saudí en Estambul.

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Lo cierto es que Salman ha intensificado sus actividades políticas dentro y fuera del país, especialmente desde febrero, mientras que a su hijo, a quien antes se le veía hasta en la sopa, se le ha visto muy poco. Recientemente, MBS recibió al primer ministro iraquí, y ha hecho algunas otras apariciones públicas, pero los medios de comunicación saudíes llevan meses informando sobre sus actividades de una manera más pausada y menos explícita.

Salman, en cambio, está llevando una actividad política intensa, y esto se atribuye a la voluntad de mejorar la imagen del gobierno dentro del país, y la imagen del país en el resto del mundo. Todo indica que el ascendiente de MBS ha tocado a su fin y que no hay vuelta atrás, al menos a la vista, de manera que el monarca, de 83 años y con una salud delicada, tendrá que dar en un futuro próximo pasos decisivos en lo tocante a la sucesión.

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En los últimos años, MBS se ha granjeado numerosas enemistades dentro y fuera del país. Dentro del país, la operación que llevó a cabo contra decenas de príncipes y otras personalidades saudíes en una presunta lucha contra la corrupción, lo enemistó con una parte considerable de la familia real y más allá de la familia real. Muchos han visto en aquella operación una lucha particular con el fin de consolidar sus ambiciones.

La guerra de Yemen

En la escena internacional, la terrible guerra de Yemen ha hecho que broten como champiñones sus críticos. En Estados Unidos, el Congreso condenó ampliamente en abril la ayuda de Washington a esa guerra de elección de MBS, y aunque el presidente Donald Trump rechazó frontalmente la condena del Congreso, es evidente que la imagen del príncipe se ha deteriorado allí significativamente.
Su amigo íntimo Jared Kushner, con quien MBS habla regularmente por teléfono, es su valedor en la Casa Blanca y el peso de Kushner es enorme, no solo como principal socio del primer ministro Benjamín Netanyahu, sino también como quien se encarga de aplicar las políticas de Netanyahu en el conjunto de Oriente Próximo, que básicamente consisten en transmitir la inestabilidad a la región.

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Del otro lado del Atlántico las cosas están aún más feas. Los líderes europeos habrían dejado claro que no quieren ver a MBS ni en pintura, tanto por el asesinato de Khashoggi como por la guerra de Yemen, y esto explicaría que durante la cumbre euro-árabe celebrada en febrero en Egipto no se viera a MBS sino a su padre.

Algunos días después de la cumbre de El Cairo, The Guardian publicó uno de sus artículos donde se ponía de manifiesto el alejamiento creciente entre padre e hijo. Las fuentes de ese periódico incluso sugerían que el rey Salman había desbaratado un incipiente golpe palaciego de MBS. Aunque ninguna otra fuente lo confirmó, esa indicación refleja en todo caso las malas relaciones entre padre e hijo.

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Arabia Saudí se está jugando mucho con la irrupción de las energías alternativas

Se ha de decir que el joven MBS ha hecho un diagnóstico correcto del negro futuro de la industria petrolera mundial a medio y largo plazo. Como el gran productor que es, Arabia Saudí se está jugando mucho con la irrupción de las energías alternativas, y es necesario y urgente que se ejecuten nuevas políticas económicas en el país para prepararlo a lo que se avecina. Sin embargo, no está nada claro que MBS sea la persona más indicada para hacer las profundas reformas que son necesarias.

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Es significativo que el monarca haya asumido declaraciones que probablemente nunca habría hecho su hijo, por ejemplo con respecto a los palestinos, cuando ha hablado de la urgencia de crear un estado palestino en los territorios ocupados por Israel con Jerusalén como capital, o cuando ha rechazado la anexión israelí del Golán sirio ocupado.

Volviendo a las estrechas relaciones de MBS con Kushner, hay que destacar que los dos han sido uña y carne desde que MBS asumió el poder en 2017. Además de hablar por teléfono continuamente y de relacionarse como amigos íntimos, Kushner fue su principal soporte tras el asesinato de Khashoggi que posteriormente la CIA atribuyó inequívocamente a MBS.

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La ejecución el pasado martes de 37 ciudadanos saudíes, la mayoría chiíes, es otro acontecimiento que ha sido muy criticado dentro y fuera del país. Abdullah Alaoudh, un activista de derechos humanos, ha dicho esta semana que nunca había visto en Arabia Saudí una unificación de tantas voluntades contra un mandatario. Según Alaoudh, la oposición a MBS incluye a chiíes, sunníes, islamistas, liberales y feministas principalmente, además de círculos de la familia real.

En cualquier caso, la influencia de MBS sigue siendo enorme, aunque no aparezca tanto como antes en actos oficiales. Su caída está siendo lenta aunque progresiva, y en cualquier momento exigirá que el rey dé pasos definitivos que no ha dado y que son urgentes.

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