Este artículo se publicó hace 13 años.
Londres pagó la visita papal con dinero social
El Ejecutivo desvió dos millones de fondos de ayuda al desarrollo
La factura de la visita del papa a Reino Unido salió de partidas insospechadas, y algunas de ellas han dejado en mal lugar al Gobierno. Los parlamentarios descubrieron este jueves con sorpresa que el Ministerio de Desarrollo Internacional dedicó a tal fin 2,17 millones de euros de los fondos dedicados a la ayuda a los países subdesarrollados.
El Gobierno había mantenido en secreto este desvío hasta que una comisión parlamentaria encontró los números en una revisión detallada de los presupuestos del departamento. "Muchas personas quedarán sorprendidas al saber que el dinero de la ayuda se utilizó para financiar la visita del papa", dijo Malcolm Bruce, presidente de la Comisión de Desarrollo Internacional. "Los ministros deberían explicar exactamente cómo se gastó y en qué medida afectó a nuestros compromisos de ayuda al exterior", agregó.
El Gobierno justifica el gasto por la labor eclesiástica en los países pobres
Al ser una visita de Estado, parte del viaje fue pagado con fondos públicos. Hace unos meses, el Tesoro evaluó la aportación del Gobierno en 11,7 millones de euros en un cálculo que no incluye los gastos de seguridad. ¿Pero de dónde saldría el dinero en concreto? Aparentemente, en esta época de recortes presupuestarios, el Foreign Office (Ministerio de Exteriores) no quiso asumir todo el coste.
Otras partidas desconocidasEl Gobierno optó por dividir el gasto entre los cinco ministerios cuyas competencias parecían ser compatibles con los objetivos de la visita. No sólo Desarrollo Internacional entró en el reparto. Por razones que poco tendrán que ver con la religión, el Ministerio de Energía y Medio Ambiente también tuvo que aportar fondos.
Reino Unido aún tiene que devolver a la Iglesia cuatro millones de euros
La respuesta de DesarrolloInternacional es que no salió de los fondos destinados a ayuda al Tercer Mundo, sino de otras partidas de origen desconocido. "Nuestra contribución reconoce el papel de la Iglesia católica en la sanidad y educación de países sub-desarrollados", dijo un portavoz. La explicación no satisfizo a Malcolm Bruce, de los liberales demócratas, que la consideró una "excusa muy pobre". Bruce entendería que Gran Bretaña entregase fondos para "proyectos dirigidos por la Iglesia", pero eso no justifica financiar una visita de Estado.
Los laboristas han protestado. Afirman que esos fondos deberían utilizarse "para luchar contra la pobreza y la desigualdad", no para financiar la diplomacia del Foreign Office".
En líneas generales, la visita de Benedicto XVI cumplió los objetivos marcados por el Gobierno. Fue un acontecimiento histórico en las turbulentas relaciones entre Reino Unido y el catolicismo, con un pasado de cismas, guerras y sangrientos conflictos internos. Sirvió para mejorar las relaciones entre la jerarquía anglicana y católica, en una época en que la primera teme que sus sectores más tradicionalistas encuentren cobijo en la Iglesia de Roma.
Sin embargo, el coste del viaje despertó la polémica. Es cierto que existe una religión de Estado, el anglicanismo, pero a diferencia de España, se financia con recursos propios. La llegada de Juan Pablo II en 1982 supuso un inmenso coste económico para los católicos británicos. Al ser una visita pastoral, la Iglesia tuvo que asumir todos los gastos y afrontar deudas de 13 millones de euros. En el caso de Benedicto XVI, el Gobierno adelantó una parte del dinero que la Iglesia tenía que abonar. Tiene hasta abril para pagar los cuatro millones que aún debe.
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