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Macky Sall, el más listo de la clase

El antes discípulo del presidente saliente de Senegal, Abdoulaye Wade, y ahora rival, podría convertirse este domingo en el 4º dirigente del país

CAROLINA VALDEHÍTA

Macky Sall le tiene ganas a Abdoulaye Wade. No sólo por la mala gestión que de Senegal ha llevado el octogenario presidente, ni por haber tratado de modificar la Constitución a su antojo en junio de 2010 para otorgarse más poder a sí mismo. Ni siquiera por la osadía de aprovecharse de una ambigüedad legal y postularse candidato a una segunda reelección no permitida por la legislación. Todos estos vaivenes y delirios de grandeza de los que Wade ha hecho alarde durante el último año son fruto de un juego de dementes, morboso para los vespertinos y cuan menos cómico para sus oponentes: 'Hoy cambio hoy quito', 'hoy estoy a favor de unos, mañana de otros'.

El actual mandatario, ajado en su concepción del poder y obstinado en hacer de su hijo Karim sucesor ineludible, olvidó que Senegal difiere de otros países africanos en su escrupulosa protección de la democracia. La Constitución senegalesa limita a dos las legislaturas presidenciales precisamente para privar a los dirigentes de la adicción al poder, y si ella no logra frenar las pretensiones ya se encargan de ello la oposición y la prensa. Senegal es un ejemplo de estabilidad y alternancia política y siempre lo ha demostrado diciendo 'hasta aquí hemos llegado' a los dirigentes que se estaban pasando de la ralla. Por eso cuesta entender cómo 'un político que se mantuvo en la oposición durante 25 años y luchó tanto por la democracia de su país se resiste de tal manera a abandonarlo', según declaraba hace unos días a Público el cantante Youssou N'Dour.

Las ganas que tiene el señor Macky Sall de tumbar a su archienemigo y cortar de raíz sus pretensiones dinásticas tienen su origen hace cuatro años, cuando ejercía como Presidente de la Asamblea Nacional y destacaba en las filas del Partido Democrático Senegalés (PDS) como posible sucesor de Wade. El chico listo, geólogo de formación, supo escalar puestos en el seno del partido empezando por ser Secretario General en Fatick, su ciudad natal, para entrar después en el círculo de confianza de su actual adversario como asesor en temas relacionados con la minería, industria y petróleo.

La Constitución senegalesa limita a dos las legislaturas presidenciales

El milenio se inauguró con la primera legislatura de Wade, en la que Sall ejerció como Ministro de Minas, Energía e Hidráulica y Ministro de Estado para las Comunidades Locales. En abril de 2004 dio el gran salto como Primer Ministro hasta junio del año 2007, cuando fue nombrado Presidente de la Asamblea. Mientras tanto ostentaba desde 2002 -y en la actualidad, tras su reelección en 2009- el cargo de alcalde de Fatick.

Sall sabía que su preparación, su escalada y cercanía con Wade junto a su posición en la Asamblea -el hombre más importante en Senegal después del presidente-, juntaban todas las piezas del puzle para convertirse en el siguiente líder del PDS. Pero mientras Sall soñaba con jurar fidelidad a la bandera nacional, a Wade le seducía más la idea de perpetuar su apellido en el poder. La tensión entre maestro y pupilo se acentuó tras las presidenciales de 2007, en las que Sall fue director de campaña. Las diferencias de opinión y unas poco acertadas declaraciones sobre lo que pensaba de Karim, hicieron que en 2008 Sall dijera adiós al partido que le vio crecer y comenzase su carrera en la oposición como líder de la Alianza por la República (APR).

Con un 26,57% del escrutinio a su favor Macky Sall sabe que este es su momento

Después del circo político que ha sido Senegal durante el último año, y especialmente las semanas antes de la primera cita electoral, la carrera por la presidencia adquirió un cariz más serio en la recta final. Con un 26,57% del escrutinio a su favor -ocho puntos menos que Wade-, y el apoyo de los doce candidatos de la oposición, Macky Sall sabe que este es su momento: que el 65% de la población haya dicho que no a Wade es determinante. Por eso, la cabeza pensante de la APR se esfuerza por demostrar que su gestión será 'completamente alejada' de la de Wade. Su garantía es que tiene el apoyo de toda la oposición y, consecuentemente, con su electorado. Matemáticamente Sall podría lograr este domingo una mayoría aplastante.

El cantante Youssou N'Dour seguirá con sus aspiraciones políticas

Por lo que mucho tienen que cambiar las cosas, o mucho se tienen que manipular, para que la transición política no se lleve a cabo. Es más, su séquito político -quien ya le llama presidente- no se aleja de él y está ojo avizor ante la posibilidad de que les caiga algún ministerio. Como todo político que se precie, el avispado Sall promete y promete y llama a todos a la 'movilización y al diálogo' para impulsar el desarrollo del país. A todos: oposición, fuerzas sociales (M23 y Y'en a marre) y, cómo no, el gran Youssou N'Dour, quien no esconde su intención de continuar con sus aspiraciones políticas. Durante todas las ruedas de prensa ha reiterado que deshará todos los cambios innecesarios que Wade había hecho en la Constitución y 'se los aplicaría a sí mismo'. Es decir, reducirá los mandatos de nuevo a cinco años y permitirá tan sólo una renovación de la legislatura; cambiará el modo de designación de los miembros del Consejo Constitucional para fomentar una mayor neutralidad en la toma de decisiones; reducirá el precio de los alimentos básicos y propulsará el empleo juvenil.

En las presidenciales del año 2000 el escenario era muy parecido al actual. Abdou Diouf, un presidente cegado de grandeza que se resistía a abandonar el cargo después de 19 años entre paredes palaciegas, y una oposición que le mostraba la puerta de salida. En esa ocasión Wade, 'El Deseado', se erigía como la gran esperanza para Senegal a pesar de su avanzada edad para dirigir un país -unos 75 años entonces-. Fue apoyado por los candidatos de la oposición quienes, como ahora, aglutinaron todas sus fuerzas en él y convencieron a su electorado para terminar con 'la era Diouf'. Tras los comicios del 19 de marzo del año 2000, quien fuera el sucesor de Leopold Sedar Senghor aceptó su derrota, felicitó al nuevo presidente -que logró un 58,49% de los votos en segunda vuelta- y celebró el triunfo de la democracia.

De ganar, Wade sólo permanecería en el gobierno durante tres años 

Ahora la historia se repite. Tras doce años en el poder, divididos en una legislatura de siete y otra de cinco, Wade no ve razones por las qué no debería llevar a cabo un tercer mandato. Es más, cree que él mismo es la solución a todos los males del país, y que sin él el futuro de Senegal irá por terribles derroteros. Eso sí, después de volver a modificar la ley y de instaurar de nuevo siete años de gobierno, ha proclamado que no hará la legislatura completa. De ganar, sólo permanecería en el gobierno durante tres años y después le pasaría el testigo a Abdoulaye Baldè, alcalde de Ziguinchor. Los más ingenuos pensarán que el dirigente ha aceptado la realidad y se ha dejado vencer por su no del todo esclarecida edad -octogenario según él mismo, nonagenario según la opinión pública-. Pero los más escépticos saben que el verdadero fondo es que Wade, aunque haya designado a Balè como sucesor, se las ingeniará de alguna manera para allanar el camino de Karim a la presidencia, títere obligado que ni se resiste ni se pronuncia sobre su futuro. Karim no tiene un ‘background' político ni ninguna cualidad que le haga destacar ni ser deseado como presidente, y su mala gestión de los recursos como Ministro de Energía ha hundido aún más su reputación. Wade, consciente de que apostar por su propio hijo le causa más penas que glorias, ha dado un giro en su campaña para captar al electorado indeciso que no ve con buenos ojos a Karim.

Senegal tiene la oportunidad este domingo de mostrar que no es ni Costa de Marfil, ni Guinea Bissau, ni Gambia. Una ocasión para dar una lección de democracia a la comunidad internacional, y la satisfacción de una venganza perfecta para Macky Sall, el más listo de la clase.

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