Las madres turcas: 28 años en busca de justicia y reparación
Desde los años 90, decenas de madres y familiares de desaparecidos en custodia policial se reúnen cada semana en el centro de Estambul. Las madres de los sábados se enfrentan ahora a un proceso judicial por la criminalización de su protesta.
Lara Villalón
Estambul-Actualizado a
La última vez que Besna vio a su padre fue el 19 de octubre de 1995 en Estambul. Ella tenía doce años y estaba jugando en la calle cuando vio un coche que frenó en seco delante de su casa. Del automóvil salieron tres hombres que se llevaron a la fuerza a su padre, Fehmi Tosun. Besna consiguió memorizar la matrícula del coche sospechoso y, a partir de ahí, empezó un camino larguísimo, inacabado aún, de comisarías y juzgados para averiguar qué ocurrió.
Su padre es una de las mil personas que desaparecieron en custodia policial desde 1980, tras un golpe de Estado en el que se recrudeció la represión contra los partidos de izquierda turcos y contra la movilización política kurda. Desde 1995, familiares de los desaparecidos se reúnen cada sábado en el centro de Estambul. Las llamadas madres de los sábados, como las madres de la Plaza de Mayo de Argentina, reclaman información y justicia sobre sus desaparecidos. Sus historias son muy parecidas: sus hijos, padres y hermanos desaparecieron en custodia policial o fueron secuestrados por desconocidos.
Besna Tosun: "Creemos que el Estado nos ha cerrado todas las vías para solicitar más información"
En el caso de Besna, casi treinta años después aún no conocen el paradero de su padre. "La Policía nos dijo que la matrícula del coche que se llevó a mi padre era falsa y no había forma de localizar al secuestrador. Años después, el ministerio del Interior nos dijo que no podía darnos información del dueño del coche debido a la ley de protección de datos. Es decir, que la matrícula no era falsa", explica Besna Tosun. "Creemos que el Estado nos ha cerrado todas las vías para solicitar más información; así funciona la política de desapariciones", añade.
En 1994, Hanife Yildiz acompañó a su hijo a la comisaría tras ser acusado de posesión ilícita de armas. Desapareció en custodia policial y años más tarde los agentes aseguraron que falleció mientras huía. La Policía fue condenada a pagar un euro de indemnización. En 1995, Hasan Ocak desapareció también en custodia policial y, días más tarde, encontraron su cadáver enterrado en un bosque de Estambul. "Mientras las madres de los sábados sigan en esta plaza, no se olvidarán a los desaparecidos", señaló la hermana de Hasan, Maside, en una de las protestas de los sábados.
Ahora la Justicia ha llevado a los tribunales a las madres de los sábados por participar en la protesta que cada semana convocaban desde 1995. Era el sábado número 700 que estaban en la calle y de repente recibieron un comunicado de las autoridades turcas, prohibiendo el encuentro. "De pronto, vinieron policías antidisturbios y empezaron a detener a gente de forma muy bruta, gente muy mayor. A mi también me detuvieron. No respetaron nuestro derecho a protesta y nos agredieron", explica Tosun.
Cuarenta y seis activistas y familiares de desaparecidos han sido acusados de "violar la ley de reuniones y protestas" y se enfrentan a tres años de prisión. Desde entonces, el Gobierno ha criminalizado el movimiento de protesta de las madres de los sábados. El ministro del Interior, Süleyman Soylu, justificó la prohibición de la protesta semanal asegurando que las madres estaban "explotadas por terroristas". Las activistas, por su parte, perciben el ataque en el marco de la situación política actual, en la que las autoridades no permiten ningún tipo de protesta considerada crítica con el Gobierno. "Las cosas han cambiado mucho. En 2011 llegamos a reunirnos con [el presidente] Recep Tayyip Erdoğan; nos invitó, nos escuchó. Ahora, hacemos lo mismo, pero somos terroristas", explica Tosun. "No es algo personal contra nosotros. Estamos en un punto en el que el Gobierno considera terrorista a todo aquél que no está de acuerdo con ellos", añade.
En la última vista del juicio en septiembre pasado, la Policía intervino durante las muestras de solidaridad en frente al juzgado y detuvo a una veintena de personas, entre ellas varios líderes sindicalistas y miembros del mayor partido opositor, el socialdemócrata CHP. El juez aplazó la siguiente vista para este viernes 3 de febrero. "No hay una acusación en sí, dicen que no nos dispersamos cuando nos lo ordenadon, que cantamos eslóganes... Tampoco nos dejan hacer una declaración ante la prensa antes del juicio", lamenta Tosun.
De la protesta semanal solo quedan las proclamas de las madres y familiares en internet. Después de prohibir la manifestación de la semana 700, la Policía se instaló en la plaza donde se reunían cada sábado y la cerró con vallas. Impidió a las madres acceder a la plazoleta, por lo que las activistas empezaron a convocar la protesta semanal unas calles más allá, delante del edificio de la Asociación de Derechos Humanos IHD. Cada sábado, las madres hacían su declaración rodeadas de policías antidisturbios, hasta que la pandemia de la covid terminó de borrar su presencia en las calles.
Hanife Yildiz: "Hay cientos de desaparecidos y cerca del 90% de las investigaciones judiciales se han resuelto con absoluciones"
A día de hoy, la protesta sigue prohibida y las madres piden justicia a través de internet cada sábado, con vídeos y entrevistas contando las historias de sus familiares desaparecidos. "Hay cientos de desaparecidos y cerca del 90% de las investigaciones judiciales se han resuelto con absoluciones, no se ha actuado. Veinte años después, muchos casos han sido cerrados. A pesar de los testimonios, a pesar de las pruebas", explica Yildiz, madre de Murat Yildiz.
Por su parte, Besna Tosun insiste en volver cuanto antes a las calles a protestar para que las nuevas generaciones no olviden a los desaparecidos. "Estos crímenes podrían haber sido cometidos por funcionarios estatales, por eso han quedado impunes. Es este escrutinio del Estado lo que molesta. Si las madres de los sábados no existieran, estos crímenes habrían quedado en el olvido. Las nuevas generaciones no sabrían que esto ocurrió".
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