Este artículo se publicó hace 13 años.
México clama contra la violencia
El poeta Sicilia encabeza una marcha nacional que aboga por el fin de la estrategia militar contra el narcotráfico
Tiene la mirada empañada y en los surcos que la contornean se entrevé el sufrimiento de un padre al que le arrebataron a su hijo. Hombre de fe y humanista espiritual, el poeta mexicano Javier Sicilia asegura que ahora le cuesta creer. Sin embargo, no pierde la esperanza en este país donde han asesinado a 40.000 personas en cuatro años de guerra entre y contra el narcotráfico, entre ellas su hijo Juan Francisco Sicilia, de 24 años.
Por él, por los anteriores y por los que siguen sanos y salvos, Javier salió caminando el jueves de Cuernavaca, bandera de México en mano. Hoy, 88 kilómetros después, llegará a la capital mexicana, donde se espera que se le sume una multitudinaria movilización ciudadana que se repetirá en más de 40 ciudades del país para pedir al Gobierno que cambie la estrategia represiva contra el narco y ponga fin a la violencia.
"Queremos refundar esta nación. Vamos a exigirles [a los políticos] un pacto para volver a reorientar la vida de este país, darle un buen tejido social porque, si no, no se puede articular la vida política, la vida civil, los procesos democráticos. Se lo va a llevar la chingada", explicó el jueves antes de emprender la marcha.
Sus palabras han llegado al corazón de una sociedad herida, que ve en su hijo a todos los hijos. Y es que en esta guerra sangrienta donde los asesinos quedan impunes -en el 98% de los casos-, donde los muertos son meros "ejecutados" y frecuentemente se van a la tumba con la sospecha del "algo habrán hecho", Juan Francisco Sicilia ha puesto nombre a todas las víctimas.
En los cuatro años de lucha contra los cárteles han muerto 40.000 personas
Juanelo -como lo llama su padre- era un chico común, que creció en un entorno cultural, alejado de la espiral de pobreza y marginalidad asociada a la violencia. A él mismo le espantaba. Le asustaban los tiroteos que se han vuelto habituales en Cuernavaca desde que en diciembre de 2009 el Ejército asesinó allí a uno de los capos mexicanos, Arturo Bertrán Leyva. Desde entonces, la "ciudad de la eterna primavera" es uno de los focos rojos de la estrategia militar contra el crimen organizado.
Pero a sus habitantes no les queda más que seguir con su vida cotidiana, como Juanelo, que estudiaba, trabajaba en una clínica de cardiología y jugaba al fútbol en el equipo de la universidad. Se hubiese licenciado en junio en Administración de Empresas si no fuese porque el 28 de marzo apareció muerto en una camioneta con otras seis personas atadas de pies y manos y asfixiadas. Siete vidas más perdidas en una guerra que ha dejado a miles de familias resquebrajadas y a otras miles angustiadas al pensar que el próximo tiro puede caerle a cualquiera.
"Nuestros jóvenes se han vuelto víctimas en un sistema que no les da trabajo, ni educación, ni oportunidades, y todos, sean o no reclutados para matar, corren el peligro de ser asesinados", esboza Sicilia a Público. Por ello, demanda un cambio estructural, un pacto nacional que agrupe a todos los actores sociales, de derecha a izquierda, de arriba a abajo.
"No tienen más imaginación que la violencia. Quieren reinar sobre un mundo de cadáveres y sobre unos vivos que están muertos porque están aterrorizados", critica el poeta, quien ya cuenta con el apoyo explícito de intelectuales, empresarios y organizaciones de toda índole.
"La sociedad civil tenemos que tomar en nuestras manos el rumbo de este país ante la omisión de las autoridades y la maldad inmensa de los criminales", subraya. Aun así, hoy se lo exigirán al Gobierno. Miles de personas reunidas en silencio para mostrar su duelo ante la impunidad, los secuestros, las desapariciones forzadas y los asesinatos que se repiten a lo largo y ancho del territorio mexicano.
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