Este artículo se publicó hace 44 años.
Miedo
El país busca cómo hacer frente a un nuevo tipo de amenaza a la que no se había enfrentado antes. "No somos inmunes a la violencia con motivaciones políticas que ha acechado a otros países", dice el primer ministro. La Policía conocía el historial violento del secuestrador.
Un día después del fatal desenlace del secuestro de 17 rehenes en una cafetería de Sidney, donde murieron tres personas —dos civiles y el secuestrador— Australia sigue consternada.
Una a una miles de personas fueron depositando ramos de flores en el pavimento de la calle peatonal de la zona Martin Place de Sídney para recordar a las dos víctimas inocentes, una abogada y el gerente del local en el que finalmente tuvo que intervenir la Policía y que además dejó seis heridos.
Los ciudadanos, visiblemente emocionados y con gesto serio, dejaron sus ofrendas y mensajes de apoyo a la familia de los fallecidos: Katrina Dawson, una abogada australiana de 38 años y madre de tres niños, y su compatriota Tori Johnson, de 34 años y gerente del establecimiento asaltado. Los dos murieron tras permanecer, junto a otras 15 personas, retenidas durante varias horas dentro del local por un hombre armado.
El canal 9 de la televisión local informó de que al parecer Johnson intentó desarmar al secuestrador, identificado como Man Haron Monis o el jeque Haron, cuando este comenzó a disparar, lo que motivó la intervención policial. Sin embargo, la subcomisionada de la Policía del estado de Nueva Gales del Sur, Catherine Burn, no se pronunció cuando le preguntaron si el secuestrador disparó contra el rehén fallecido durante un forcejeo.
"Hoy todo el mundo tiene algo de miedo. Algo ha cambiado en la ciudad", señaló a guisa de resumen una residente en Sidney al canal ABC tras depositar su tributo floral.
"Sidney ha sido golpeada por el terrorismo por primera vez en los últimos 35 años", declaró en rueda de prensa el primer ministro de Australia, Tony Abbott. Abbott dijo que el secuestrador, identificado como Man Haron Monis, era un "enfermo mental con un largo historial de delitos" y condenó el uso del grupo yihadista Estado Islámico en referencia al suceso.
De hecho, entre los rehenes se encontraba la empresaria brasileña Marcia Mikhael, quien durante el secuestro escribió en su página de Facebook que el secuestrador "ahora nos está amenazando con matarnos. Necesitamos ayuda ahora mismo. El hombre quiere que el mundo sepa que Australia está bajo el ataque del Estado Islámico".
Si bien el secuestrador, un clérigo de origen iraní, era conocido por la Policía y los servicios de Inteligencia locales, Abbott comentó que cree que el sujeto "no estaba en la lista de sospechosos por terrorismo". El primer ministro alabó la valentía de la "gente decente e inocente" que fue tomada como rehenes durante "la fantasía enferma de un individuo profundamente perturbado".
Un nuevo tipo de amenaza
Ahora el debate en Australia se centra en cómo hacer frente a un nuevo tipo de amenaza que el país no había experimentado nunca. Abbott fue claro al respecto y aseguró que el Comité de Seguridad Nacional debe de analizar su protocolo "para aprender las lecciones correctas y actuar en base a ellas". Reconoció, eso sí, que "no somos inmunes a la violencia con motivaciones políticas que ha acechado a otros países".
Pese a este nuevo temor, Abbott dijo: "Australia siempre será una nación libre, abierta y generosa que le abrirá el corazón a todas las comunidades sin excepción", aseveró el mandatario.
Previamente el primer ministro y su esposa, Margie Abbott, acudieron al memorial improvisado en recuerdo a las víctimas para colocar una ramo de flores y firmar en el libro de condolencias.
"Esta ciudad y su gente es increíble. Lo que estamos viendo en Martin Place es como si el corazón palpitante de la ciudad se está poniendo en su lugar. Esta ciudad está viva, latiendo, a pesar de los desafíos y las tragedias que hemos sufrido", comentó.
17 horas de secuestro
Tras 17 horas de secuestro, la policía entró en el local tras escuchar unos disparos y mató al secuestrador, aunque a penas se han ofrecido detalles de lo ocurrido en el interior del local Lindt Chocolate Cafe.
El secuestrador era un iraní que llegó a Australia en 1996 y le fue concedido asilo político. Cambió su nombre, Manteghi Bourjerdi, por el de Man Haron Monis y adoptó el apelativo de jeque Haron.
El sujeto había protagonizado en los últimos años numerosas protestas contra la intervención militar de Australia en Afganistán, además de tener cuentas pendientes con la justicia por violencia y asalto sexual, entre otros cargos.
El primer ministro australiano, Tony Abbott, y el presidente del estado de Nueva Gales del Sur, Mark Baird, ordenaron izar a media asta la bandera nacional en los edificios públicos en señal de respeto y luto por la dos "víctimas inocentes".
Las autoridades, que investigan los hechos, mantienen cerrada la zona aledaña al corazón financiero de Sídney, la calle peatonal Martin Place, donde se encuentra el Banco de la Reserva Australiana, mientras que el consulado de Estados Unidos en la ciudad anunció la víspera que no atendería al público por los trágicos sucesos.
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