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Los militares británicos mantienen un pulso con Gordon Brown

El general Richard Dannatt no deja pasar un día sin desmentir al primer ministro en relación a las condiciones en que operan las tropas británicas en Afganistán

IÑIGO SAENZ DE UGARTE

Dannatt confirmó este viernes en una entrevista en la BBC que los militares necesitan más medios con los que hacer frente a los talibanes, en especial a la amenaza constante que suponen los artefactos explosivos que los talibanes colocan en las carreteras.

El general anunció que ha preparado una lista completa de todas sus peticiones. Brown no tardó mucho tiempo en conocerlas. Se las entregó en mano el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas en una reunión en Downing Street.

A la salida, el general Jock Stirrup también desmintió lo dicho en días anteriores por el ministro de Defensa. Stirrup afirmó que resulta obvio que contar con más helicópteros en Afganistán permitiría reducir las bajas y salvar vidas de soldados. “Cuanto más incrementas tu flexibilidad táctica al trasladar las tropas en helicópteros, más imprevisible te haces para el enemigo”, explicó.

Si el Gobierno pensaba en reducir las tropas tras la celebración de las próximas elecciones presidenciales afganas, los militares se ocuparon de negar esa posibilidad. Los 9.000 soldados actuales son el nivel mínimo para la actual misión, dijo Stirrup.

Las necesidades más acuciantes descritas por Dannatt tienen que ver con información de inteligencia sobre los movimientos del enemigo y sus apoyos, además de medios técnicos para interferir en la detonación de los explosivos.

Las bombas, conocidas por sus siglas en inglés IED, fueron la causa de buena parte de las bajas norteamericanas en Irak, y ahora suponen una amenaza similar en Afganistán.Otro soldado británico murió este viernes en Helmand al explotar una bomba camuflada al paso de una patrulla.

Con él, son ya 16 las bajas de los militares en este mes, una cifra que parece haber empujado al jefe del Ejército a ser más exigente con el Gobierno: “Si continuáramos con el número de bajas que tuvimos la semana pasada”, dijo, “la gente en nuestro propio país diría ‘un momento, ése es un precio que no podemos seguir pagando’. En términos estratégicos, eso sería un desastre”.

Pocos recuerdan una época en la que las relaciones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas estuvieran en un punto tan bajo. Los laboristas han aprendido a desconfiar en Dannatt y temen que su postura se vaya haciendo aún más crítica según se acerque su fecha de retiro, que será a finales de agosto.

Los recelos han aumentado al saberse que el general escribirá un libro cuando cuelgue el uniforme, no una autobiografía al uso, sino una reflexión sobre estrategia militar y la capacidad de la Defensa británica. El Gobierno ya puede imaginar que no saldrá muy bien parado en los capítulos dedicados al esfuerzo bélico en Afganistán.

Diputados laboristas han hecho saber que en ese momento se acabarán las contemplaciones con Dannatt. Ahora no se atreven a criticarlo en público, porque no queda muy presentable atacar a la cúpula militar en mitad de una guerra.

“Este hombre es un hipócrita”, dijo uno de ellos de forma anónima al Daily Telegraph. “Ha estado en todas las reuniones y aprobado las decisiones, y luego se presenta en público para criticarlas”.

Uno de los ejemplos que dan es el uso de los Land Rover Snatch como vehículo de transporte de las tropas. Dannatt lo defendió en público durante un tiempo, hasta que la prensa se enteró de que los soldados les llamaban “ataúdes móviles” por su escaso blindaje. El aumento de bajas ha hecho que el general pida más protección para las tropas. Cuantas más veces lo hace, más popular se hace entre sus soldados y menos en el Gobierno.

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