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La monja del milagro de Wojtyla anima la beaticación

Miles de fieles colapsan Roma

DANIEL DEL PINO

La beatificación exprés de Juan Pablo II, que se celebrará en la Basílica de San Pedro del Vaticano, tuvo anoche su ensayo general con la vigilia organizada en la explanada del Circo Massimo romano, donde se congregaron 150.000 fieles para escuchar en directo dos testimonios esenciales. El primero, el del papa Benedicto XVI, que intervino en videoconferencia desde la Santa Sede. Aunque quizá el más esperado fue el de sor Marie Simon Pierre, la monja francesa curada milagrosamente de su párkinson en 2005 y que a la postre es la persona que ha puesto en el camino la santificación a Karol Wojtyla.

'Estaba enferma y mi curación es una bendición para la iglesia y para el mundo. Es un misterio muy difícil de explicar con palabras', dijo. Tan difícil de explicar como de entender. Pero las historias irracionales no brillan por su ausencia en la historia del catolicismo, todo lo contrario, de ahí que Ratzinger calificara la beatificación como 'la fiesta de la fe'.

Una fe que la religiosa se ha encargado de modelar y dirigir hacia un objetivo claro que hoy recorrerá media etapa: 'Prometí que iría hasta el final para que Juan Pablo II fuera reconocido beato y después santo'. Para el final de ese camino falta otro milagro. Teniendo en cuenta cómo se produjo el primero, parece sólo una cuestión de tiempo que llegue el segundo. Quizá con tener un poco más de fe baste.

La monja recordó en su intervención cómo la madrugada del 3 de mayo de 2005 se levantó de la cama como si nada hubiera pasado: 'Me levanté de un salto y bajé al oratorio para rezar al Santísimo Sacramento porque me invadió una paz inmensa, una sensación de bienestar'. Y también que, un mes mas tarde, al acudir a una consulta con el neurólogo, el doctor 'constató con gran sorpresa la desaparición de todos los signos clínicos, algo imposible de comprender en mi estado porque desde hacía cinco días no tomaba los fármacos'.

El Circo se fue llenando poco a poco durante el día y los fieles españoles acapararon gran parte de los focos de los informativos, que mostraban grupos de jóvenes con la bandera de España coreando el nombre de Wojtyla.

A las 18.00 horas ya habían llegado a Roma 500 autobuses, la mitad de los esperados, y el flujo de creyentes desde los aeropuertos y las estaciones de trenes no daba tregua. Sin embargo, quizá por la lluvia que cayó durante toda la jornada, la plaza de San Pedro contaba con la afluencia propia de cualquier fin de semana y no parecía esperar una beatificación súbita de no ser por el imponente dispositivo de seguridad desplegado, hospital de campaña incluido.

El otro circo, el del merchandising y los precios abusivos, sufrió un pequeño golpe ayer, después de que la Policía secuestrara 5.000 artículos defectuosos en más de 140 intervenciones. Y los medios empezaron a hacerse eco de los primeros robos a peregrinos. Tres personas fueron detenidas por sustraer bolsos en San Pedro y Porta Maggiore y cinco chavales romanos pasaron por comisaría después de haberse llevado varios teléfonos móviles en una parroquia de San Giovanni.

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