Este artículo se publicó hace 13 años.
Mundo 2011
Un año imprevisible. La sorprendente Primavera Árabe, la ejecución de Bin Laden, la protesta del 99% contra la élite multimillonaria, el escándalo de DSK y las tragedias de Utoya y de Japón han protagonizado
El año que ahora termina ha vuelto a demostrar que nada está escrito. La máxima con la que Lawrence de Arabia alentaba la revuelta árabe en la I Guerra Mundial resucitó de la forma más inesperada hace 12 meses en Túnez. Y todo por un joven vendedor ambulante harto de corrupción, de injusticia y de falta de futuro. Lo que llevó a Mohamed Bouazizi a quemarse a lo bonzo eran los síntomas de una enfermedad muy extendida en el mundo árabe y con la que se sentían identificados millones de jóvenes desde Marruecos al Golfo Pérsico.
La revuelta relámpago de Túnez y la huida de Ben Alí dio un motivo para soñar a los activistas que llevaban esperando su momento en El Cairo, Saná, Hama, Bengasi y Manama.
Y fueron cayendo los tiranos. Todos se resistieron y algunos todavía aguantan tambaleantes. Las humillaciones merecidas, como la de Mubarak enjaulado, y las salvajadas injustificables, como el asesinato y exposición como trofeo de Gadafi, no estaban escritas en ninguna predicción para 2011.
La ejecución de Osama Bin Laden no le salió gratis a la Casa Blanca
Las potencias occidentales, que durante décadas prefirieron apoyar a los dictadores antes que a los activistas que los combatían, ven ahora limitada su influencia regional en un escenario donde los islamistas han sido los más beneficiados.
Obama llega a la parte final de su primer mandato con la pieza de caza más codiciada por EEUU desde el 11-S de hace diez años. La ejecución de Osama Bin Laden fue celebrada por todo lo alto en Washington y Nueva York, pero la misión no le salió gratis a la Casa Blanca: a las críticas sobre su legitimidad se unió una grave crisis con Pakistán, que no fue avisado sobre la operación que se perpetró en su territorio. A fin de año, EEUU completó su retirada de Irak sin ninguna ceremonia triunfal; lo cierto es que no había nada que festejar.
Mucho antes, Japón padeció su peor catástrofe desde la II Guerra Mundial. Más de 19.000 personas murieron tras un terremoto y su consecuente tsunami que completaron un escenario apocalíptico con la pesadilla nuclear que se vivió en los reactores de Fukushima.
La inmolación de Bouazizi fue la espoleta que hizo estallar a los árabes
Utoya dejó de ser una idílica isla cerca de Oslo para ser recordada como el lugar donde 69 personas, en su mayoría adolescentes del Partido Laborista, murieron asesinadas por un ultraderechista, Anders Breivik, obsesionado con la "invasión islámica".
2011 ha sido un mal año para los magnates de la prensa. Silvio Berlusconi ha visto cómo los mercados han logrado lo que no han podido hacer los procesos judiciales de toda índole a los que había sobrevivido como primer ministro. Mientras que Rupert Murdoch y su imperio han pasado por la vergüenza de cerrar el infame News of the World tras el escándalo de las escuchas telefónicas.
El movimiento Occupy Wall Street, inspirado por los indignados griegos y españoles, se lanzó a protestar en el lugar donde consideraba que se acumula mayor maldad por metro cuadrado. Bajo el lema "somos el 99%" aprovecharon el gran altavoz neoyorquino para hacer mundial su causa.
2011 ha sido un mal año para magnates como Murdoch y Berlusconi
Otro personaje, más próximo al "1%" que a los valores que defendía en su Partido Socialista francés, tuvo la oportunidad de conocer algunos lugares de Nueva York que nunca hubiera visitado. Tras ser acusado de agresión sexual por la empleada del lujoso hotel Sofitel, Dominique Strauss-Kahn fue detenido y encausado. Tras un proceso de descrédito a la víctima, Strauss-Kahn quedó en libertad; por el camino se dejó su cargo en el FMI y su candidatura a las presidenciales francesas.
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