Este artículo se publicó hace 16 años.
"Si no ayudamos a África, la emigración continuará"
Jacques Diouf, el director general de la FAO, advierte de que la crisis alimentaria ha llegado a Europa y "sufriremos los problemas políticos y sociales derivados de ella"
Aunque lleva 12 años al frente de la FAO, Jacques Diouf conserva un optimismo trágico que le ayuda a seguir adelante en su búsqueda de fondos para la inversión en África. "Hace años no me hacían caso", lamenta al describir la crisis alimentaria actual. "Pero ahora, como los efectos los sufren también los ricos, existe la posibilidad de cambiar las cosas".
Diouf, de 70 años, recuerda que hacen falta 30.000 millones de euros al año para acabar con un problema (el del hambre en África) que continuará teniendo eco en Europa con la llegada de cada vez más inmigrantes por el aumento de la población mundial. Para su desconsuelo, la voluntad política del mundo occidental se reduce a gestos y promesas.
Usted alertó hace más de diez años de una posible crisis alimentaria que ahora es una realidad, con un encarecimiento y escasez de los alimentos donde más gente los necesita.
Es cierto, y ahora sufriremos también los problemas de orden político y social derivados. Lo más acuciante en estos momentos es la producción. El precio del grano ahora ha bajado un poco, pero ha subido el azúcar. Además, en los últimos dos años, los precios de los alimentos han subido un 50%.
Por si fuera poco, hay alimentos que, en sus palabras, "en vez
de alimentar a personas alimentan coches", en referencia
a los biocarburantes.
Se trata de un factor más en el alza de los precios. Usando para la energía estos recursos crece la demanda de alimentos pero no para alimentar. Con todo, es más importante para mí que necesitamos 30.000 millones de dólares (21.300 millones de euros) por año para acabar con el hambre en el mundo y estamos invirtiendo 1,2 billones de dólares en armas.
¿En qué hace falta invertir para acabar con el problema?
África es una tierra de lluvias. De ellas depende el 96% de las tierras arables, pero no hay buenos sistemas de riego. En Asia, por ejemplo, el 38% de las tierras disfruta de canalizaciones de agua. En África subsahariana, sólo el 4%.
Además, estamos perdiendo entre el 40% y 60% de la producción porque no tenemos almacenes para conservarla.
Tampoco tenemos carreteras rurales para sacar al mercado los productos de los agricultores.
Cuando algunos países pueden competir y exportar sus productos, la política de aranceles del mundo occidental les deja muchas veces fuera de juego.
[Ríe] Es un gran problema, que se discute en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio. Si los países desarrollados siguen invirtiendo 376.000 millones de dólares cada año para apoyar a sus agricultores, jamás crearemos un verdadero mercado justo.
Es decir, que se invierte mucho en agricultura, pero muy poco donde es más conveniente para el planeta.
África no puede desarrollarse de manera diferente a los demás continentes y países. Si la Unión Europea acoge a un nuevo miembro más pobre... ¿qué hace? Invierte en carreteras e infraestructura para mejorar su nivel de vida. Estados Unidos lo hizo tras la Segunda Guerra Mundial con Europa a través del Plan Marshall. Si no hacemos lo propio en África, no hay desarrollo posible. Pero la situación del sector agropecuario no ha hecho más que empeorar en las últimas décadas. Es necesario revertir estas tendencias e incentivar la inversión privada.
La Unión Europea y Estados Unidos sostienen que la inestabilidad política y la corrupción en algunas zonas de África no contribuyen a un buen clima para las inversiones.
Hay 53 países en África, muchos de ellos democráticos y estables, y tampoco se invierte en ellos. No es un problema de corrupción, sino de voluntad política.
La crisis económica puede hacer que incluso esa pequeña inversión se reduzca.
¿De qué inversión estamos hablando? Lo que Europa invierte en de-
sarrollo es un 0,2% o un 0,3%, y debería invertir al menos un 0,7%. El problema no es económico, no tiene que ver con la crisis actual. ¿Cree que un 0,2% o un 0,7% va a cambiar mucho las condiciones de vida de la UE?
Desde la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al poder, la aportación a la cooperación y el desarrollo ha aumentado y el objetivo del 0,7% está sobre la mesa. ¿Va España por el buen camino?
Su país es un ejemplo de voluntad política y de cómo resolver los problemas atacando a las causas y no a las consecuencias. España sabe que los inmigrantes que mueren en el desierto o en el mar no lo hacen por placer, y que si no ayudamos a estas personas en sus países, continuarán viniendo. Este es el camino que ha emprendido Zapatero y, desde mi punto de vista, es el único posible.
La UE (con la directiva de la vergüenza), como muchos políticos en España, se empeña en construir barreras, tanto físicas o legales, para que los inmigrantes no puedan traspasar sus fronteras. ¿Es lógico?
África tiene hoy 900 millones de personas. En 2050 tendrá 2.000 millones. Con directivas como la del retorno, ustedes no van a impedir venir aquí a aquellos inmigrantes que piensan que van a morir de hambre en su continente.
Además de la inmigración, en Europa comienza a haber problemas alimentarios y un alza de los precios...
Ésa es la principal novedad: la crisis ha llegado también a los países desarrollados. Hasta ahora, la seguridad alimentaria era un problema de los países pobres, pero ha llegado a Europa y ahora hay conciencia de un problema global. Pero no debemos olvidarnos de que a quien más afecta es a los más pobres. Y en el caso de África, si faltan todavía más alimentos... ¿qué van a hacer los ciudadanos, comer aún menos?
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