Este artículo se publicó hace 13 años.
"No podemos volver al pueblo, nos matarían"
Decenas de desplazados denuncian las amenazas de los insurgentes
A sus 85 años, la anciana Aisha Mabruk Salah mueve frenéticamente un bastón con una fuerza sorprendente para su estatura, describiendo cómo la amenazaron los rebeldes hace un mes, cuando tuvo que abandonar a toda prisa su hogar en Tawarga, a 30 kilómetros de Misurata, una localidad tradicionalmente leal al régimen de Gadafi. Huyó con su hija en el coche de unos vecinos y ahora vive escondida, junto con otras 50 familias de su pueblo, en un campamento secreto al sur de la capital, Trípoli. "No sé dónde están mis hijos, no tengo casa porque la han destruido y estoy aquí viviendo en barracones sin luz ni agua, a mi edad", explica entre lágrimas.
"Necesitamos protección""No podemos volver a nuestro pueblo. Nos han dicho que si regresamos nos matarán a todos", asegura Mufida Algilim, de 36 años y madre de un hijo. "Si esto es una revolución tienen que cuidar a todo el pueblo, si quieren una Libia libre tienen que buscar a alguien que nos dé protección".
La abogada Masuga al Ahga Asiry ha descubierto su caso y ha elaborado un informe para exponer ante el Consejo Nacional de Transición (CNT) la situación de estas familias desplazadas por el conflicto. "Tienen mucho miedo de ser asesinados. A una mujer embarazada, un combatiente le puso un arma en el vientre y amenazó con disparar. Están aterro-rizados", explica Masuga. "La única comida que tienen es la que les traen los vecinos del barrio, necesitan medicamentos, algunos tienen gastroenteritis y hay una diabética", denuncia.
Pusieron un arma en el vientre de una embarazada para intimidarla
Miles de libios huyeron de sus casas cuando la guerra les pilló en el lugar y en el bando equivocado. "Somos civiles, no hemos combatido y sólo queremos que el Consejo acabe con la guerra y que controle las acciones violentas de algunas milicias que actúan por libre", pide Abdul Moktarik, otro de los refugiados. "La política no es cosa nuestra. Sólo queremos volver a nuestras vidas", añade este empleado de una fábrica de hierros mientras saca un pitillo y se fuma un Rialty, una marca que ya no se vende en el mercado y que Gadafi repartió gratis entre sus seguidores. Su pueblo, Tawarga, sufrió los bombardeos de la OTAN y fue ocupado por los combatientes rebeldes. Según Abdul, ha perdido a una decena de amigos durante los combates.
Regresar a casa no será fácil mientras la campaña militar siga adelante. Los nuevos dirigentes libios han ampliado una semana el plazo de vencimiento del ultimátum a Sirte, ciudad natal del dictador, de modo que las tropas gadafistas deben decidir si luchan o claudican antes del próximo sábado, 10 de septiembre.
Asedio rebelde a Sirte"Han prorrogado el ultimátum, eso significa que hay avances en las negociaciones", indicó a Reuters Mohamad Zawawi, portavoz del CNT. "No tenemos prisa por entrar en Sirte. No tiene importancia económica y no vamos a tener muchas bajas por esta ciudad. "Les hemos cortado el suministro y esperaremos; podemos esperar más de una semana", añadió el portavoz rebelde.
El CNT prorroga el ultimátum a las fuerzas gadafistas que luchan en Sirte
En el interior de Sirte, una localidad de 75.000 habitantes, los rebeldes estiman que hay unas 4.000 fuerzas del coronel dispuestas a todo, "y el objetivo es que se queden sin suministros, debilitarlos poco a poco, porque no les queda agua ni comida", según Abdul Busin, portavoz del Ministerio de Defensa.
"Los leales al dictador no dejan salir a la población, y ha habido ejecuciones de los que lo han intentado", asegura Busin; "los utiliza como escudos humanos".
Y todo mientras Gadafi sigue libre. "Aunque no escuchéis mi voz, continuad la resistencia", reiteró en uno de sus habituales mensajes grabados. Según el Consejo rebelde, el dictador podría estar en Bani Walid, afirmó a Público Busin, adalid de la poderosa tribu de los Warfalla, la más grande de Libia y a la que pertenecen también algunos combatientes del este del país.
Disensiones en el clan GadafiLa cacofonía entre Gadafi, su hijo Saif al Islam y otro de los hijos, Saadi, tiene confundido al CNT y a la prensa internacional. Saif aseguró esta semana que sus tropas están cerca de la victoria y negó que las fuerzas rebeldes hubieran tomado Bab al Azizia, como si todavía fueran dueños del aparato de control y propaganda que engañaba a la población libia e ignorando que miles de tripolitanos han podido visitar sin problemas el complejo residencial de Gadafi, de donde se han llevado hasta el último y más íntimo recuerdo del clan que gobernó el país durante cuatro décadas.
Saadi, el exfutbolista, afirmó, por el contrario, que las fuerzas leales a Gadafi están dispuestas a "compartir el poder" con el CNT. Además, Saadi dijo el miércoles que se había puesto en contacto con los rebeldes para "evitar un baño de sangre" en Sirte. Señaló que esa negociación contaba con el beneplácito de su padre. Horas después, su hermano Saif le contradijo e hizo un llamamiento a "una guerra de desgaste".
Los rebeldes ignoran todos estas declaraciones y siguen adelante con sus planes, entrar en Sirte por la fuerza si los gadafistas no deponen las armas.
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