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División en la 'Nuit debout' por el uso de la violencia ante la dureza policial

De arriba hacia abajo: violencia institucional

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Agentes antidisturbios y participantes del movimiento 'Nuit debout' en la Plaza de la República. - AFP

PARÍS.- Quienes cada tarde acuden a la plaza coinciden: Nuit debout les ha descubierto nuevas formas de participación ciudadana, interacción, debate y construcción política. En estas semanas, se han creado numerosas comisiones de trabajo con el objetivo de caminar hacia una convergencia de luchas, una ensalada en la que el respeto por la diversidad ha sido el principal aderezo. Pero de forma paralela, la violencia ha tenido una presencia constante e innegable en las movilizaciones, dentro y fuera de République.

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Mientras el 15-M destacó por su carácter pacífico, la movilización en torno a Nuit debout se ha visto salpicada de episodios violentos, que han creado enconados debates entre sus participantes sobre la legitimidad del uso de la violencia.  “Desde el principio, ha habido mucha división dentro del movimiento”, opina Loubna, integrante de la Comisión Acción. “La realidad es que entre los participantes de Nuit debout, hay quienes consideran la violencia legítima. Así que el consenso es: no la alentamos, pero tampoco la condenamos. Y eso es un problema”.

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'Nuit debout' se ha visto salpicada de episodios violentos, que han creado enconados debates sobre
la legitimidad del uso
de la violencia

En el curso de la movilización contra la reforma laboral, se han generalizando las llamadas “manif sauvages” (literalmente, manifestaciones salvajes), protestas espontáneas y sin autorización previa, traducidas por ejemplo en ‘excursiones’ a comisaría para exigir la liberación de manifestantes detenidos o en una ‘visita’ a la residencia del primer ministro, Manuel Valls. La mayoría de estas acciones han terminados en incidentes con la Policía, aunque muchas de las personas que participan en los altercados no tienen ninguna relación con el movimiento.

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De arriba hacia abajo: violencia institucional

“La violencia institucional es la que ejerce, por ejemplo, el sistema económico a través, de la precariedad, el paro o la miseria, pero también la violencia racial del Estado, contra la que no luchamos porque está institucionalizada y esto la vuelve de cierta forma invisible”, afirma Julien Talpin, sociólogo especializado en movimientos sociales que ahora sigue de cerca lo que ocurre en République.

La actuación de las fuerzas de seguridad ha crecido en dureza y muchas jornadas de protesta han acabado con detenciones violentas y manifestantes heridos

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Según el diario Le Monde, la inspección general de la policía nacional (IGPN) ha sido interpelada en 12 ocasiones desde marzo, cuatro por acusaciones de violencia policial contra chavales del Instituto Bergson de París. Sólo en la ciudad de Rennes, ha habido doce denuncias contra las fuerzas del orden tras las manifestaciones del 31 de marzo y 9 de abril.

En las últimas semanas, los detenidos en las movilizaciones han sido mayoritariamente jóvenes blancos de clase media, pero las voces contra la violencia policial llevan años alzándose desde las clases más desfavorecidas. “En la zona de la periferia estamos expuestos a ser controlados de forma abusiva por nuestro físico y esta discriminación es una violencia moral”, cuenta Amal Bentounsi, que fundó la asociación “Emergencia: nuestra policía asesina” después de que un agente matara a su hermano de un disparo en la espalda en 2012.

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“No se trata solo de luchar contra la Ley del trabajo, tenemos que luchar contra el Estado de emergencia, la banalización del Estado policial y las prácticas de criminalización”

Para algunos, la violencia policial en el Estado francés ya es un problema estructural, especialmente en el contexto securitario actual: el estado de excepción lleva implantado en Francia desde los atentados islamistas de noviembre y el gobierno socialista ha decidido prolongarlo al menos hasta finales de junio.

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¿Es estratégica la violencia?

Bomberos tratan de apagar las llamas de un coche de Policía incendiado. - AFP

“Yo viví los disturbios de 2005 en la banlieue, y te puedo decir que de ahí no sacamos nada: sólo se marginalizó aún más a la población”, afirma Loubna, que creció en Clichy Sous Bois, el barrio periférico en el que se desencadenaron los altercados hace una década. “La diferencia es que allí la gente no tenía otra forma de expresar su frustración, pero en Nuit debout sí tenemos los medios. Creo que es inútil desde el punto de vista estratégico, pero también moral: ¿qué le vamos a enseñar a nuestros hijos, la violencia por la violencia?”.

Desde la Comisión de Acción, donde también ha habido y sigue habiendo desacuerdo, Loubna y otros participantes tratan de fomentar la vía pacífica a través de varias iniciativas, desde pancartas llamando a la calma en la plaza, a formaciones para que la Comisión de Serenidad y Seguridad pueda actuar como mediadora y evite la intervención de la policía, o talleres para concienciar sobre las agresiones sexuales que, denuncia, aumentan en la plaza.

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"Lo que debemos preguntarnos es si la violencia es útil para que crezca y se desarrolle
el movimiento”

Julien Talpin cree que otras iniciativas llevadas a cabo desde el movimiento Nuit debout, que no son obligatoriamente violentas ni implican enfrentamientos con la policía, como el bloqueos de estaciones, la ocupación de ciertos lugares o la ‘intervención artística’ con pintura de colores en entidades bancarias, pueden ser “simbólicamente importantes”.

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“No puedo afirmar que la violencia del Estado justifique que los manifestantes también hagan uso de alguna forma de violencia, pero creo que en parte sí la explica. Independientemente de eso, para mi es una cuestión de estrategia política, lo que debemos preguntarnos es si la violencia es útil para que crezca y se desarrolle el movimiento”, apunta Talpin y añade “yo me decanto por la hipótesis de que, en este caso concreto (en Nuit debout), la violencia expulsa a la gente en lugar de hacer crecer el movimiento”.

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