Este artículo se publicó hace 14 años.
Obama no renuncia a su reforma sanitaria
Los demócratas estudian presentar una versión reducida
Isabel Piquer
Tras el varapalo electoral de Massachusetts, los demócratas se preguntaban este viernes qué camino tomar para salvar su plan de salud.
Barack Obama no se daba por vencido. "En Washington la gente ha estado un poco alborotada esta semana, intentando adivinar lo que suponían las elecciones de Massachusetts para la reforma sanitaria, para los demócratas, para los republicano y para mí", dijo el presidente de EEUU el viernes en un mitin en Ohio (Cleveland), "No me voy a rendir sólo porque es difícil. Vamos a seguir trabajando para conseguirlo con todo el que esté dispuesto a apuntarse".
Y calibrando su esfuerzo, añadió: "No me hacía ilusiones cuando me metí con la reforma. Siempre supe que iba a ser duro. Siete presidentes antes que yo lo intentaron y fallaron hemos recorrido mucho camino aunque a veces nos hayamos desviado un poco".
El plan de salud, aprobado el año pasado por ambas cámaras en versiones distintas, debía pasar por una nueva fase de regateo legislativo antes de ser definitivamente ratificado. Tras perder la súpermayoría en el Senado, el equipo de Obama se resistía a darse por vencido.
Pero la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, remató cualquier atisbo de esperanza al afirmar el jueves que "no disponía de votos suficientes" para sacar adelante la reforma, tal y como se había negociado hasta ahora. "No tenemos tanta prisa", declaró.
Los demócratas, que se toman este fin de semana de reflexión antes de avanzar una propuesta, parecían inclinarse hacia la idea de trocear el proyecto: quedarse con las opciones más populares y fáciles de aplicar, y dejar lo más complicado para otro momento o abandonarlo del todo.
Una de las opciones reduciría el número de personas sin cobertura médica que podrían beneficiarse del plan a menos de la mitad del objetivo inicial, según estimó ayer el diario The New York Times.
La victoria del republicano Scott Brown en Massachusetts no sólo ha desequilibrado el equilibrio numérico en el Senado, aunque muchos analistas han recordado que George Bush no tenía 59 senadores, como tienen los demócratas, cuando aprobó sus medidas más controvertidas; ha dinamitado el delicadísimo compromiso dentro del partido, que el equipo de Obama había conseguido mantener, a veces a pulso, forzando el tema de la reforma, cuando el país estaba más preocupado por la crisis y el desempleo.
Disensión internaEn un contexto de intensa disensión interna, avivada por la proximidad de las elecciones legislativas de noviembre recortar, podar y ajustar un plan de 2.000 páginas, un proyecto que iba a costar alrededor de un billón de dólares para los próximos diez años, es cuanto menos complicado. "Obviamente no podemos actuar como si nada hubiera pasado", dijo el senador demócrata por Nueva York, Chuck Schumer, "queremos mejorar el tema de la sanidad pero la pregunta ahora es ¿con qué velocidad? Y ¿Cómo?".
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