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Olmert no aguanta más

El primer ministro israelí, acusado de corrupción, anuncia que dejará el cargo en septiembre

O. ABOU-KASSEM

 

El todavía primer ministro de Israel, Ehud Olmert, fijó ayer la fecha a su propio entierro político. Será en septiembre, cuando su partido Kadima elija a su sucesor al frente de la formación. Olmert no se presentará a esas primarias. Acosado por las numerosas acusaciones por corrupción, hundido en las encuestas y cuestionado por su propio partido, Olmert se ha rendido.

“El primer ministro no está por encima de la ley, aunque tampoco por debajo”, dijo ayer Olmert durante la intervención en la que anunció su esperada decisión. El primer ministro dejará el cargo con una popularidad por los suelos. Una encuesta del Canal 10 de la televisión israelí fijaba en un 77,3% el descontento de la población con su gestión.

Olmert, de 62 años, no ha resistido la presión sufrida por los casos de corrupción en los que está siendo investigado. La última ha incluido la confesión del presunto autor de un soborno: el multimillonario Morris Talansky ha declarado haber entregado al primer ministro sobres con dinero en efectivo por un total de 150.000 dólares. El dinero iba supuestamente destinado a la financiación de la campaña de Olmert cuando era alcalde de Jerusalén (1993-2003).

Han sido las acusaciones de corrupción las que le han dado la puntilla, pero los fracasos de Olmert se han ido sucediendo desde que tuvo que hacerse cargo del liderazgo de Kadima tras el derrame cerebral padecido por su fundador, su admirado Ariel Sharon, en enero de 2006. Ambos habían dejado el derechista Likud, su partido de toda la vida, para poder desarrollar libremente sus planes de separación de los palestinos, con o sin pactar los términos de la retirada de los territorios ocupados.

Olmert ganó las elecciones dos meses después pero sin el triunfo claro que esperaban obtener con Sharon. Tras contar con todo el respaldo de la Casa Blanca para sus planes con los palestinos el primer ministro no ha logrado ningún avance hacia la paz.

“Desde el primer día fui forzado a esquivar ataques maliciosos, incluso sobre decisiones de peso que afectan a la seguridad y la existencia de Israel”, declaró ayer en referencia a la guerra de Líbano de 2006.

Fue entonces cuando quedó desacreditado para la opinión pública de Israel por su pésima gestión del conflicto con Hizbolá en el que murieron 150 israelíes. La escasa experiencia como militar de Olmert pesó demasiado en un país acostumbrado a tener por primer ministro a algún héroe de guerra.

Mientras a Olmert se le sucedían las investigaciones su partido vivía unas intrigas propias del Senado romano para sucederle. El futuro de Kadima, una amalgama de laboristas y derechistas, es incierto.

Olmert mantuvo con vida un proyecto personal a la medida de Sharon pero ahora las encuestan dan la victoria al Likud. Lejos queda la fortaleza de la que presumía hace un año Olmert: “Soy indestructible”.

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