Este artículo se publicó hace 2 años.
La ONG israelí B'Tselem denuncia la detención y tortura de dos jóvenes palestinos en Jerusalén
La ONG de derechos humanos señala que la práctica de la tortura está bien arraigada en las fuerzas de ocupación y cuenta con el respaldo de las autoridades y los jueces israelíes.
Eugenio García Gascón
Actualizado a
El último informe de la organización de derechos humanos B'Tselem confirma que los servicios secretos israelíes del Shin Bet realizan rutinariamente prácticas de tortura contra los palestinos, no solo de la Cisjordania ocupada sino también de Jerusalén este, algo que los palestinos denuncian desde hace muchos años, que Israel niega y que la comunidad internacional ignora para no crear un altercado con el estado judío.
Fundada por israelíes judíos progresistas en 1989, B'Tselem se dedica a certificar la violencia que el ejército y las demás fuerzas de seguridad aplican en los territorios ocupados. Se financia con donaciones que provienen tanto de particulares israelíes como extranjeros, así como con donaciones procedentes de Europa y Estados Unidos.
Las prácticas del Shin Bet denunciadas ahora por B'Tselem, una expresión sacada de la Biblia que significa "a imagen (de Dios)", incluyen la aplicación de fuerza excesiva, el aislamiento del mundo exterior, la privación de agua, alimentos y sueño, y la privación del acceso a los servicios sanitarios, según el testimonio de dos palestinos de Jerusalén.
El informe detalla la pesadilla vivida por Yazan al Rajbi, de 22 años, y Mohammad al Rajbi, de 20 años, que el 22 de agosto de 2021 fueron citados en el cuartel general de la policía de Jerusalén, denominado popularmente Moscobía. Nada más llegar, ambos fueron detenidos y llevados a dependencias del Shin Bet, donde sufrieron interrogatorios bajo tortura durante 42 días.
Ambos fueron atados a una silla pequeña durante más de 24 horas seguidas, privándoseles del sueño durante ese tiempo. Uno de los palestinos fue encerrado en un armario de madera y también se le privó del sueño hasta que se desmayó. Posteriormente se les trasladó a varias prisiones donde se les encerró en celdas con pájaros, como se conoce a los palestinos que colaboran con las fuerzas israelíes, para que confesaran culpas que ellos negaban.
Los pájaros colaboracionistas los aislaban dentro de la cárcel para forzarlos a confesar que Yazan y Mohammad al Rajbi habían participado en confrontaciones con las fuerzas de ocupación en julio de 2021 en el barrio de Silwan, justo extramuros de la ciudad vieja de Jerusalén, una zona palestina que Israel está judaizando a un ritmo muy rápido desde hace años. Ambos negaban la acusación.
Después de un interrogatorio que se prolongó durante veinte días, y cuando ya no podía resistir más la tortura, Mohammad confesó que había tirado una piedra. Los interrogadores no se dieron por satisfechos e intentaron que confesara otras culpas. Después de 42 días, Yazan terminó por admitir que había tirado dos piedras, y fue trasladado a la cárcel de Meguido, en la Galilea.
Finalmente a los dos jóvenes se les acusó formalmente de participar en protestas y de atacar a un policía, y se les sentenció a ocho meses de cárcel. Quedaron en libertad en marzo de 2022, y ambos se ofrecieron a B'Tselem para hacer pública su experiencia.
Según la ONG israelí, los interrogatorios bajo tortura de Yazan y Mohammad no se debieron a una iniciativa personal de este o aquel interrogador, sino que forman parte de las prácticas que habitualmente ponen a los detenidos palestinos bajo el uso de la violencia durante un largo periodo de tiempo. Las autoridades participan en el proceso permitiendo los abusos de los agentes del Shin Bet, a quienes se les da impunidad, y dan potestad a los jueces para que prolonguen casi indefinidamente la detención de palestinos.
Vecino de Silwan, Yazan declaró a B'Tselem que fue sometido a confinamiento solitario ya en el primer momento de su detención. Los interrogadores del Shin Bet, que se relevaban cada cuatro horas en turnos de seis agentes, le acusaban de disparar contra vehículos de la policía, algo que Yazan negaba.
En los interrogatorios, el palestino estaba sentado en una silla, con las manos atadas a la espalda y las piernas también atadas. Los interrogadores insultaban a su madre y a otros miembros de su familia, no le autorizaban a ir al baño y no le proporcionaban agua o alimentos. Uno de los interrogadores le dijo que tenían que hacer cosas más importantes que dejarle ir al baño o darle agua.
En la celda que le dejaron la segunda noche no había espacio suficiente para dormir con las piernas extendidas, por lo que trató de dormir doblado. Tampoco podía permanecer de pie puesto que el techo era bajo. Cuando reanudaron el interrogatorio, que se prolongó durante dos días seguidos, no le permitieron ir al baño y Yazan terminó por orinarse y defecar encima. Los agentes rociaron la habitación con perfume y continuaron interrogándole.
También lo encerraron en un armario y le pusieron la cabeza entre las piernas esposadas. Las manos estaban esposadas a la espalda y Yazan no podía levantar la cabeza. Al cabo de algunas horas, abrieron el armario y Yazan estaba inconsciente. Al recuperar la consciencia había seis agentes frente a él que reanudaron el interrogatorio, esta vez acusándole de recoger donaciones de dinero de los vecinos palestinos de Silwan.
Los agentes del Shin Bet llevaron de él a otro palestino detenido que, llorando, le dijo que "bajo la presión de la tortura" les había dicho a los agentes que Yazan había participado en las protestas de Silwan. Llevaron luego a un tercer palestino que dijo a Yazan que les había dicho a los agentes que había recogido dinero de los palestinos de Silwan.
Luego llevaron a Yazan a la cárcel de Meguido donde lo encerraron con otros seis "detenidos" que eran pájaros que le extorsionaban para que confesara las acusaciones del Shin Bet. Le dieron un cuaderno y le pidieron que escribiera los nombres de los palestinos de Silwan que arrojaban piedras a las fuerzas de ocupación. Situaciones semejantes a las descritas continuaron durante varios meses, tanto en el caso de Yazan como en el de Mohammad, según el informe de B'Tselem.
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